Crítica de series

¿Hacía falta otra serie sobre el caso Asunta?

Pese a legitimarse por el prestigio de los intérpretes, el nuevo 'true crime' de Netflix presenta varios problemas

3 min
Candela Peña y Tristán Ulloa en la serie 'El caso Asunta'.
  • Creada por Ramón Campos, Gema R. Neira, Jon de la Cuesta y David Orea Arribas para Netflix
  • Disponible en Netflix

Como los asesinos, los creadores de series vuelven una y otra vez al lugar del crimen. Carles Porta estrenaba en TV3 este lunes 29 de abril Tor, su enésima revisión de los sucesos que sacudieron esta aldea pirenaica en los años noventa. Mientras, en Netflix triunfa la dramatización del caso Asunta, sobre el que ya se llevó a cabo un true crime documental en 2017, Lo que la verdad amaga: El caso Asunta (Operación Nenúfar). La plataforma sigue la línea de El cuerpo en llamas, también una variante de ficción a partir, en parte, de los episodios que había dedicado al asunto el mismo Lleva a Crímenes.

¿Hacía falta otra serie sobre la muerte de Asunta Basterra? Un mismo evento puede inspirar incontables obras que se acercan a ella desde perspectivas diversas y complementarias. Pero la nueva producción de Netflix nos plantea algunos interrogantes sobre la explotación de este tipo de crónica negra como contenido para el entretenimiento. Emitida en Antena 3 en 2017, la anterior serie sobre el tema, Lo que la verdad amaga: El caso Asunta (Operación Nenúfar) se presentó oficialmente como el primero true crime en una televisión en abierto. También suponía el estreno en la no ficción de una de las productoras más poderosas del ecosistema audiovisual español, Bambú, más conocida por series melodramáticas como Las chicas del cable y Velvet. Uno de los fundadores de la empresa, Ramón Campos, se implicó directamente en la gestación de este true crime pionero y fichó un nombre inesperado para dirigirlo, Elías León Siminiani, responsable de películas tan remarcables como Mapa y Apuntes para una película de atracos, y forjado en una forma de entender el documental muy alejada del sensacionalismo propio de la prensa amarilla. Esa primera entrega de Lo que la verdad amaga, que ahora se puede recuperar también en Netflix, destacaba por el rigor en su práctica del true crime, por la atención dedicada a la víctima y por la voluntad de cuestionar algunos aspectos del caso.

Muchas cosas han cambiado desde el estreno hace siete años de Operación Nenúfar. El true crime se ha convertido en un formato de éxito masivo. Y Rosario Porto, la principal acusada por la muerte de su hija, Asunta Basterra, se suicidó en prisión en el 2020, cuando ya casi nadie dudaba de su culpabilidad. Ramón Campos ha vuelto a comprometerse a fondo en este nuevo abordaje del crimen, esta vez desde la ficción. El caso Asunta busca legitimarse a partir de dos aspectos. Ya desde el arranque, la serie subraya su adhesión al relato documental, hasta el punto de que los intérpretes y buena parte de la estructura de la serie mimetizan las imágenes que hemos visto de la investigación policial y el juicio.

Por otra parte, la inclusión de Candela Peña, Tristán Ulloa, Javier Gutiérrez o Francesc Orella, que clavan sus personajes, otorga un prestigio a la serie por la vertiente actoral, aunque sus caracterizaciones se encuentren a menudo al borde de la parodia involuntaria. Y esto agua la estrategia de recurrir a la ficción para profundizar en la complejidad psicológica de los implicados en el caso, sobre todo en el de una figura sin duda fascinante desde un punto de vista dramático como Charín Porto, como se la conocía en Santiago de Compostela. Y justamente se echa de menos que un gallego como Ramón Campos no aprovechara la ocasión para profundizar en un elemento clave para entender a alguien como Oporto: su “arrogancia de clase” y “su exagerada conciencia sobre la posición social que ocupaba” en la capital gallega, como describe Berta Dávila en un artículo excelente en Praza Pública.

Asunta Yong Fan Basterra Porto

Pero la banalidad final de El caso Asunta recae en el olvido de la víctima del crimen. Sin duda, la serie opta en parte por la discreción cuando decide dejar casi fuera de campo a la niña drogada y asfixiada por sus padres. Pero, de la misma forma que el caso Alcázar propició toda una revisión en clave feminista del relato en torno al comportamiento de las chicas asesinadas, aquí sería interesante profundizar en el trasfondo racista no solo tras el homicidio, también en la invisibilización o menosprecio en la conversación en torno a la serie de Asunta Yong Fang Basterra Porto, nacida en Yongzhou y muerta con solo 12 años, en Galicia, en el 2013.

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