Crítica de series

¿Por qué TVE invisibiliza a los responsables de la violencia franquista?

'Las abogadas' reivindica el papel de cuatro letradas reales en la lucha contra la dictadura pero evita citar algunos nombres concretos

Una escena de 'Las abogadas'
3 min
  • Patricia Ferreira para TVE
  • En emisión en TVE

En enero de 1969, la policía arrestó a Enrique Ruano Casanova, un estudiante madrileño de derecho afiliado al Frente de Liberación Popular e implicado en la lucha antifranquista. Cuando aún estaba detenido, Ruano "cayó" por un patio de luces y murió. La versión oficial defendió que se trataba de un suicidio, pero en los ambientes militantes se tuvo claro que estábamos ante un caso de violencia policial. El caso Ruano centra el primer episodio de Las abogadas, la serie de Televisión Española (TVE) que recorre los años de la Transición a través de cuatro letradas reales: Cristina Almeida (Elisabet Casanovas), Manuela Carmena (Irene Escolar), Paca Sauquillo (Almudena Pascual) y Lola García (Paula Usero) , que confrontaron la dictadura desde la práctica del derecho laboralista. Las cuatro coincidieron en torno al despacho que Carmena había cofundado en el barrio de Atocha y que fue objeto de un atentado terrorista brutal, en enero de 1977, por parte de la ultraderecha, una matanza que enmarca temporalmente la serie.

Las abogadas es una creación de la directora y guionista Patricia Ferreira (El alquimista impaciente, Los niños salvajes), que murió en diciembre del año pasado sin ver su producción estrenada. Al poner la masacre de los abogados de Atocha en el centro, la serie acentúa la voluntad de revisar la Transición a partir de la violencia que marca el paso del estado español hacia la democracia, a la vez que reivindica la lucha militante desde el ámbito legal. Ruano y el atentado en Atocha no son los únicos casos rememorados. También se recuerda el asesinato por parte de la Guardia Civil del sindicalista comunista Pedro Patiño, el encarcelamiento de los 10 de Carabanchel, entre ellos Marcelino Camacho y Nicolás Sartorius, o los últimos fusilados por el franquismo en septiembre de 1975. Esta reconstrucción dramática de la memoria histórica, acompañada del uso puntual de imágenes de archivo, se lleva a cabo a través del trabajo de las cuatro protagonistas, a las que se presenta sobre todo en el ejercicio de sus tareas laborales, más que desde el esfera privada o familiar.

A pesar de esta óptica, la perspectiva de Las abogadas respecto a la persistencia del franquismo ya los conflictos ideológicos que marcan esta época resulta blanda y, en algunos aspectos, cobarde. Se apuntan muchas de las discusiones que protagonizan las militancias de izquierdas de entonces: la discriminación de las mujeres en la lucha obrera, el progresivo alejamiento de ciertos militantes de la ortodoxia comunista, la decisión del PCE de no defender a los acusados ​​de delitos de sangre de ETA o del FRAP, o de qué manera las renuncias que implican las luchas colectivas no desgastan a todos por igual y qué tiene que ver el privilegio en todo ello... Pero no se profundiza en ninguna momento en estos debates o se plantean más en la esfera emocional que en la ideológica. Por otra parte, cómo se ha denunciado ya en algunos artículos, la serie invisibiliza la implicación de personas o diarios concretos en la violencia franquista. En el caso de Ruano, se elide la presión que llevó a cabo Manuel Fraga Iribarne y el papel que jugó el diario Abc, que en la serie se hace pasar por un periódico ficticio. Tampoco se menciona que los últimos fusilados por el franquismo formaban parte de ETA y del FRAP. ¿Por qué todavía cuesta tanto que las ficciones sobre la Transición concreten cómo el franquismo pervive en las instituciones democráticas españolas?

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