Los protagonistas de 'One Day'.
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Uno de los grandes éxitos de Netflix de esta temporada es One Day (Siempre el mismo día), la adaptación de la popular novela de David Nicholls, de la que ya se hizo una película bastante decepcionante en el 2011 con Anne Hathaway y Jim Sturgess como protagonistas.

Para los espectadores que han leído el libro, la experiencia de ver la serie es radicalmente diferente a la de quienes desconocen la historia, sobre todo por una razón indiscutible. El final es tan contundente e inolvidable que quienes ya saben cómo acaba tienen claro hacia dónde avanza la trama y han integrado el desenlace desde el primer momento. Quienes no, sencillamente deben abandonarse indefensos a un fragmento de la vida de dos personajes. One day comienza el día que se conocen Emma y Dexter en la fiesta de despedida de la Universidad, el 15 de julio de 1988. Los capítulos posteriores nos situarán siempre en el mismo día de los años consecutivos y se nos mostrará en qué punto se encuentra la relación entre ambos protagonistas a lo largo de catorce años. Es una historia que nos habla de la vida, con todo lo que tiene de maravillosa, de injusta, de bonita, de fea, de generosa, de cruel, de alegre, de triste, de esperanzadora, de decepcionante, de previsible , de insólita, de gloriosa y de trágica. Y, curiosamente, la producción nos aboca también a una cierta dualidad. Por un lado, es recomendable porque es una comedia romántica que juega bien los saltos temporales y explica muy bien lo que ocurre fuera de campo. Este retrato evolutivo de la madurez de una pareja es interesante, sabe dosificar la tensión sexual (tanto la resuelta como la no resuelta), retrata muy bien las sensaciones que no son verbalizadas, dilata los patrones del género con gracia y construye muy bien suspense sobre el ahora sí, ahora no, de los protagonistas.

Pero también es verdad que hay momentos en que te cuesta creerte los personajes, que no te llega la intensidad del vínculo y no acabas de entender demasiado por qué es tan fuerte. Dudas de la química de la pareja sobre todo porque no ves por qué ella puede querer ese idiota. Lógicamente, One day apuesta por la fórmula de los polos opuestos que se atraen, pero ni así es creíble porque la chispa de conexión no está ahí. La construcción de los estereotipos es demasiado obvia: chico rico tarambana y traumatizado y chica pobre aplicada que se afana por excelir desde la permanente autoexigencia. Y el destino representa la lucha por equilibrar (o no) la balanza, en un ejercicio narrativo que demasiadas veces cae en el tópico. También es obvio que la serie está mucho más interesada y prefiere el personaje masculino que el femenino. Porque, siguiendo la tradición literaria patriarcal, hacen mucho más golosa la previsible transformación psicológica de él (de imbécil a héroe querido) que el duro ascenso de la chica trabajadora y esforzada de siempre. Y esto empieza a ser un poco lata.

Pero, en todo caso, si se atreve a verla, que sea sólo para entretenerse con los designios inescrutables del amor. Y si llega hasta el final, tanto si le gusta como si no, tendrá claro que, en la vida, una serie no es muy importante.

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