Hace unos días hablábamos del vídeo grotesco del emérito promocionando sus memorias. El ridículo magistral confirma que Juan Carlos I ha pasado de exiliado decadente a muñeco televisivo. La conmemoración de los cincuenta años de la Corona y la pretensión de escribir un libro han acabado estallando en su contra, porque los medios tienen claro que del viejo monarca pueden sacar más provecho si exprimen sus miserias, más que si lo tratan como una figura institucional.
De manera muy oportuna, el miércoles por la noche, después de La isla de las tentaciones, con nocturnidad y alevosía, Telecinco emitía El precio de... dedicado a la Corona. Un especial que alertaba de unos supuestos audios exclusivos de Juan Carlos conversando por teléfono con Bárbara Rey. Decían que eran inéditos. Las grabaciones, dosificadas a medida que avanzaba el programa, no parecían en ningún caso fruto de una inocente conversación. Quedaba clarísimo que la domadora de elefantes no pretendía un diálogo cándido y seductor, sino que, por el contrario, estaba estirando de la lengua a su amistad para que él le hablara de Sofía. Juan Carlos I explicaba jodida que la reina estaba enfadada, que estaba al caso de sus infidelidades, que tenía esperanza de que la pareja pudiera rehacerse y que la amenazaba a menudo con marcharse de la Zarzuela, e incluso de España, asegurando que si ella se separaba él no duraría mucho en su cargo.
El programa funcionaba como un magacín que potenciaba una apariencia de falsa clandestinidad. Una ingente cantidad de periodistas expertos en la Corona y algunos políticos explicaban anécdotas y revelaban circunstancias que confirmaban la poca categoría personal del emérito. No faltaba el omnipresente Eduardo Inda, que llevaba una corbata con los colores de la bandera española que parecía la del vídeo de YouTube que ondeaba tras el rey. También entrevistaban a Miguel Ángel Revilla, expresidente de Cantabria, a quien preferían presentar como "el único español demandado por el eméritoRecuperaban también unas grabaciones que una antigua amante del rey había dejado para la posteridad antes de morir. Las cintas, que ya se habían utilizado en una serie documental de la HBO, se han convertido en un legado póstumo para utilizar a conveniencia del contexto. disco rayado. Pero esta unanimidad mediática es un supuesto ejercicio de transparencia que es tan sospechoso. es la monarquía como estructura caduca y opaca sino el hombre, Juan Carlos Aunque pueda parecer que la televisión se carga la monarquía, sin duda, ahora mismo, sigue siendo una de las mejores aliadas de la Corona.