Este sábado por la noche, el Saturday Night Live, el programa de sketches humorísticos que este año celebra cincuenta temporadas en antena, arrancaba rompiendo los códigos habituales de la comedia. Buena parte del elenco de actores, con las caras serias y algo compungidos, recordaban la victoria en las urnas de Trump. Parecía que estuvieran a punto de ofrecer un mensaje trascendente, sobre todo teniendo en cuenta que una semana antes habían recibido la visita de Kamala Harris y le habían expresado su apoyo. Los comediantes recordaban que Trump había prometido venganza contra sus enemigos políticos y que ahora ya no había nada que pudiera proteger a los valientes que lo criticarían públicamente. Se creó una atmósfera de tensión. Parecía que el histórico SNL estuviera a punto de enviar un mensaje muy duro al nuevo presidente electo. Hasta que se produjo el giro humorístico. “Le queremos decir a Donald Trump que nosotros... ¡siempre hemos estado a su lado! Nunca hemos dudado a la hora de apoyarlo, incluso cuando otros no lo han hecho. Cada una de las personas de este programa ha creído en usted. Cada una de las personas de este programa lo ha votado a usted”. El argumentario pro-Trump se iba convirtiendo en delirante. La actriz afroamericana Ego Nwodim afirmaba con contundencia y emoción: “Nosotros nos vemos reflejados en usted. Lo miramos y decimos... «¡Soy yo!»" Y continuaban: "Usted es el hombre en el que queremos que nuestros hijos se reflejen. [...] También sabemos que usted a veces dice cosas que pueden ser polémicas... ¡pero todos sabemos que usted dice la verdad!” En esa falsa adulación incluso saludaban al nuevo presidente como Heil Trump, se comportaban como buenos niños y finalmente sacaban al imitador habitual de Trump transformado en una especie de Rambo musculado.
El sketch funcionaba a través del sarcasmo, para expresar la pérdida de libertad y el miedo a la hora de ser críticos e incisivos con Trump. Pero también era una manera de advertir a la audiencia de que no aflojarían a la hora de parodiar al presidente de Estados Unidos, tal y como han hecho siempre.
Durante la semana, los presentadores de los diferentes late night, que también se habían pronunciado a favor de Harris, se dirigían con gravedad a la audiencia. Jimmy Kimmel empezó haciendo las maletas para irse de Estados Unidos, convencido de que formaba parte de la lista de enemigos que tiene Trump, a quien tachó de criminal. Se emocionó haciendo el monólogo de arranque hablando de las consecuencias de esa noche terrible. Stephen Colbert quiso contestar a la gente que le decía que Trump les daría mucho material para hacer humor: “Mirad, después de que alguien tenga diarrea explosiva, nadie le dice al tipo que limpia los lavabos que tendrá mucho material para trabajar”. Fallon advertía a los votantes de todos los colores que se prepararan porque los encuentros familiares del Día de Acción de Gracias serían muy duros.
El humor televisivo será, seguramente, un buen barómetro para comprobar el alcance de la tragedia de la victoria de Trump.