El deshielo del mundo

Un pueblecito ártico se hunde en el permagel

Los residentes indígenas de Tuktoyaktuk saben que tendrán que trasladarse, pero no están de acuerdo sobre cuándo

Vista aérea del pueblo canadiense de Tuktoyaktuk, en el Ártico canadiense
El deshielo del mundo
Norimitsu Onishi (The New York Times)
10/12/2024
5 min

En la orilla del lago Tiktalik, en el Ártico occidental canadiense, el deshielo del permagel ha provocado dos deslizamientos enormes que se han adentrado en el agua y han abierto grandes cráteres en la tundra. Tienen unos cientos de metros de ancho y la misma profundidad.

Jaden Cockney, de 17 años, baja a cuatro patas por un lado de uno de los deslizamientos mientras su jefe, William Dillon, lo mira todo con cautela. Cockney forma parte del equipo creado por Dillon, de 69 años, para medir el retroceso del permagel. Hace sólo unas décadas ya se encontraba unos centímetros por debajo de casi toda la superficie de la zona. Pero ahora se funde tan rápido que cada vez va a parar más abajo. A lo largo de la costa, el permagel desaparece en los lagos o en el océano Ártico.

Dillon y sus antepasados, los inuvialuitos –denominación de los inuits de esta región– viven desde hace siglos en el Ártico occidental. Pero hoy en día los deslizamientos –como el que el equipo de Dillon estudia quince kilómetros al sur de su pueblo, Tuktoyaktuk– son la prueba más espectacular de un fenómeno que quizá convertirá a estos inuvialuitos en los primeros refugiados climáticos de Canadá.

El pueblo se enfrenta ahora a un mar de Beaufort cada vez más airado, en el océano Ártico, y descansa sobre una capa de permagel de 400 a 500 metros que se está fundiendo y amenaza con hundirlo.

En el fondo del cráter, el adolescente avanza saltando de los montones de tierra de aspecto sólido en los trozos de tundra arrancados, y evitando el barro arcilloso donde se hundiría. Está a punto de explorar lo que no han logrado ver de cerca a muchos científicos especializados en permagel.

Clavando la sonda de medición por aquí y por allá, se acerca a una gran columna de hielo que por algún motivo se aguanta de pie. Alrededor el permagel se ha desvanecido para dejar un paisaje caótico salpicado de trozos de tundra irregulares, arbustos arrancados de color marrón y tierra antes helada y convertida ahora en barro con una súbita violencia. La materia orgánica encarcelada desde hace tanto tiempo se ha liberado y desprende un olor a patatas recién peladas, al tiempo que deja escapar a la atmósfera metano y dióxido de carbono, dos gases que calientan el planeta.

De vuelta, Cockney acompaña a los monitores a un terreno más arriba y avanza a cuatro patas hasta el borde del cráter.

"Billy, ¿puedo ir a echar un vistazo?", pregunta a Dillon sin detenerse.

Cockney llega al borde del desprendimiento, que es sólo una capa de tundra que sale afuera y se podría derrumbar con facilidad bajo el peso; abajo no hay nada, el permagel ha desaparecido.

"Billy, ¿has visto dónde estaba? ¿Has visto qué resalte?"

Más tarde, cuando ya no está tan entusiasmado, Cockney aún no tiene clara la importancia de lo que ha visto. ¿Le preocupa la posibilidad de tener que irse de Tuktoyaktuk?

"No lo sé, la verdad es que no", contesta. "Quizás sí que me preocuparé cuando sea más viejo."

Cockney estudia en secundaria y trabaja de monitor para ahorrar y comprarse una moto de nieve. Su jefe vigila estos territorios desde hace tres décadas. Dillon creía que Tuktoyaktuk no desaparecería en su vida, pero estaba convencido de que Cockney sí lo vería: "En el fondo, nadie quiere asumir la responsabilidad de decir que debemos irnos. Pero todo el pueblo deberá trasladarse ".

Hasta hace sólo un par de décadas, cuando había que enterrar a un ser querido en el cementerio de Tuktoyaktuk, tenían que encender un fuego. Cuando se fundía suficiente permagel bajo la tundra, se podía cavar una tumba con la profundidad necesaria para enterrar el cuerpo.

Actualmente, las sondas son demasiado cortas para encontrar el permagel en algunos puntos del cementerio. Las tumbas situadas a lo largo de una profunda fisura que lo atraviesa de arriba abajo se han derrumbado y todas las cruces se inclinan en la misma dirección, como fichas de dominó a punto de caer. Las familias han llenado de grava a las otras tumbas para salvarlas.

"Si nunca llego a ser multimillonario, me llevaré a mi familia", dice Dillon, cerca de una cruz con el nombre de Eddie Tex Dillon, su hermano mayor que fue alcalde del pueblo. "Buscaré un granito bien sólido para enterrarlos a todos".

Lo que ha pasado en el cementerio es uno de los problemas más dolorosos para los vecinos del pueblo.

Como explica Erwin Elias, alcalde de Tuktoyaktuk: "En nuestra cultura inuvialuit los cementerios no se trasladan. Pero no queremos que los niños vean ataúdes flotando en el mar".

Una cuarta parte del permagel del mundo

En Tuktoyaktuk viven unas mil personas, una comunidad que creció durante la Guerra Fría, cuando instalaron una de las estaciones de un sistema de radares antisoviéticos de alcance continental. Los padres de Dillon trabajaron en varias estaciones mientras que él era empleado de una compañía petrolera canadiense cuando, en los años 70, Tuktoyaktuk se convirtió en una importante base de exploración del Ártico occidental. Ahora Tuktoyaktuk es un centro mundial de investigación sobre el permagel. rápido que el de la media mundial de estas últimas cuatro décadas, por lo que esta zona es una de las más afectadas por el cambio climático. más cálidas han provocado el deshielo del permagel terrestre: hielo mezclado con tierra, arena y materia orgánica que se ha mantenido siempre helado, en algunos casos durante cientos de miles de años.

Galería subterránea excavada en el permagel en el pueblo canadiense de Tuktoyaktuk.

Canadá tiene aproximadamente una cuarta parte del permagel del mundo –es el país que más tiene después de Rusia– y en su Ártico occidental los desprendimientos debidos al deshielo han aumentado estos últimos años, como explica Dustin Whalen, un físico del gobierno canadiense que empezó a investigar la zona hace dos décadas.

Según el propio Whalen, entonces los deslizamientos se limitaban a las zonas más expuestas al calentamiento: "Ahora, sin embargo, parece que hay en todas partes".

En 2019 Whalen ayudó a poner en marcha el programa de seguimiento, para el que formó Dillon y otros inuvialuitos. Según dice, ninguna otra comunidad hace un seguimiento tan atento del permagel para suministrar a los científicos datos en todo momento. Ahora, sin embargo, expertos de todo el mundo empiezan a fijarse en este pueblecito.

Como dice Christopher Burn, experto en permagel de la Universidad de Carleton, en Ottawa, y expresidente de la Asociación Internacional de Permagel: "La verdad es que no sabemos gran cosa sobre la mitad del permagel del mundo, que está en Rusia, salvo la información que podemos extraer de los satélites". Pero para él Tuktoyaktuk es como una ventana: "Lo que está ocurriendo aquí se reproduce en todo el Ártico".

Añade que, en estos momentos, se cree que los gases de efecto invernadero procedentes de la degradación del permagel quedan compensados ​​por el crecimiento simultáneo de una vegetación que absorbe el carbono. Pero los científicos creen que, si el cambio climático mantiene su actual trayectoria, en unos 10 o 15 años, las zonas con permagel se convertirán en emisoras limpias de gases de efecto invernadero: "A finales de siglo los gases procedentes del permagel equivaldrán a los del tercer o cuarto país con mayores emisiones del mundo".

Traducción: Lídia Fernández Torrell

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