Ciencia

Aceite de palma y derivados hasta en la sopa

El alto consumo de grasas saturadas provoca disfunciones metabólicas, efectos carcinógenos y problemas ambientales

Botellas de aceite de palma
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BarcelonaLa noticia sobre los efectos nocivos del ácido palmítico en la dieta no es nueva, si bien cada vez se añaden nuevas informaciones sobre su potencial negativo, como por ejemplo el resultado de la investigación del Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona, que ha concluido que el ácido palmítico promueve la expansión agresiva de los tumores cancerígenos. Lo que sí que sería noticia es que empresas alimentarias y cosméticas, principalmente, cumplieran las recomendaciones de las autoridades sanitarias y etiquetaran correctamente los alimentos que contienen y, en la medida de lo posible, retiraran esta grasa saturada del mercado. El caso es que el uso del aceite de palma está permitido en el ámbito comunitario y que la última modificación en Europa es de 2011 y que se adoptó a escala estatal a finales de 2014. Se obligaba a informar correctamente de la presencia de ácido palmítico y otras grasas saturadas en la etiqueta de los alimentos.

“El aceite de palma no está prohibido”. Quien lo explica es Joan Ramon Hidalgo, abogado especializado en derecho alimentario. “Se trata de un producto con unas características tecnológicas de alto interés industrial que lo hacen especialmente adecuado para el procesamiento de un gran número de alimentos”, continúa. A pesar de las advertencias científicas sobre los efectos negativos del ácido palmítico, el único paso que ha hecho la Unión Europea es en relación al etiquetado, de forma que da al consumidor “la opción de elegir”. Pero hecha la ley, hecha la trampa: si bien hay empresas que han llegado a retirar el aceite de palma de alguno de sus productos, otros han optado por camuflar su presencia con indicaciones de aceites de origen vegetal en el listado de ingredientes que constan en la etiqueta. Por ejemplo, ponen aceite de palmiste, grasa vegetal fraccionada e hidrogenado de palmiste, estearina de palma, palmoleina, u oleina de palma o mantequilla de palma. Esta  práctica está expresamente contraindicada en la normativa europea de etiquetado desde 2011.

El ácido palmítico o alguno de sus derivados se pueden encontrar en una amplia variedad de platos preparados, helados, salsas, margarinas, galletas, pastelería, pizza, chocolates, confitería en general, aperitivos dulces y salados, palitos de pan y un larguísimo etcétera. En general, se utiliza en la mayoría de alimentos. Algunas de las grandes empresas del sector alimentario que más usan este ingrediente son Unilever, Nestlé, Kellogg's, Burger King, McDonald’s, Starbucks o Ferrero, entre otras muchas. Las causas de este uso masivo son un coste reducido en comparación con otras grasas, su punto de fusión, que lo mantiene sólido a temperatura ambiente, cosa que lo hace especialmente indicado en confitería, y el alto rendimiento por hectárea que se obtiene en los cultivos, que llega a duplicar el de otros productos oleaginosos. Más allá de lo mencionado, el ácido palmítico también se encuentra en lácteos y en la carne.

Todo ello hace que esta grasa saturada esté presente habitualmente en nuestra dieta y que sea muy difícil de erradicar a corto plazo. “Viene a ser como la lucha contra el azúcar”, admite Salvador Aznar-Benitah, del IRB Barcelona y autor principal del artículo publicado en Nature en el que se demuestra el vínculo del ácido palmítico y el riesgo de metástasis agresivas. Según el investigador, la exposición al ácido palmítico a través de la dieta es tan generalizada como casi inevitable. Solo cambios normativos y tecnológicos de gran alcance lo harían posible.

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