'EPIC FAILS'

El agua de Vilajuïga: del pozo económico a los mejores restaurantes

Marc Amat
2 min
El agua de Vilajuïga: del pozo económico a los mejores restaurantes “Grifols ha sabido analizar muy bien quién era el cliente de Agua de Vilajuïga y por qué la bebía -explica Carolina Luis-Bassa, vicedecana de la UPF Barcelona School of Management-. Pero dónde radica la clave final del éxito es en dos aspectos: en la capacidad de despertar emociones entre la clientela y tener dinero para invertir”, concluye.

Ferran Adrià mira a cámara. "Era un agua misteriosa y mágica", dice el célebre chef exhibiendo una media sonrisa de ilusión en los labios. Jaume Subirós, cocinero del Restaurante Motel Empordà, también observa el objetivo y se suma a los elogios. "Le gustaba a todo el mundo y entre la clientela tenía fans absolutos: era un agua fina, pulida y exquisita", asegura. Manel Compte, propietario del restaurante Can Maricanes, lo remata: "No somos ni de agua con gas ni de agua sin gas: somos de Aigua de Vilajuïga". Durante seis minutos y veinticinco segundos, cocineros de la zona, antiguos trabajadores, ex socios de la empresa y jubilados del pueblo repasan vida y milagros de un negocio y un líquido que desde 1907 ha marcado las vidas de muchos de los habitantes de Vilajuïga, en el Empordà. Frente a los focos, están nerviosos: saben que no están formando parte de un audiovisual cualquiera. Se trata del documental corporativo que servirá para promocionar el esperado relanzamiento de la histórica Aigua de Vilajuïga.

En abril del 2017 nadie se lo habría imaginado. La prensa acababa de anunciar el cierre de la empresa, que desde 1907 había comercializado el agua carbonatada que brotaba al pie de la sierra de Verdera. "Se nos apaga un símbolo con el que hemos convivido toda la vida", explicaba entonces Joana Cobo, alcaldesa de Vilajuïga, al La Opinión de Zamora.

La historia de esta agua había comenzado el 15 de julio de 1904, cuando por real decreto fue declarada “mineromedicinal”. En 1907 seis familias ampurdanesas decidieron fundar una sociedad para comercializarla. Sus botellas recorrieron rápidamente toda la geografía catalana. El pintor ampurdanés Salvador Dalí alabó sus cualidades y el escritor Josep Pla le dedicó un extenso reportaje. Había logrado una fama indiscutible.

En 2011 la empresa pasó a formar parte del grupo terrassense Copcisa, que compró el 80% de las acciones. Con la intención de actualizar el producto, lo rediseñaron y estrenaron una nueva línea: Aigua de Vilajuïga carbonatada artificialmente. La cosa no funcionó. En el 2015, la empresa ingresó 370.000 euros y cerró con pérdidas de 9.000 euros, un panorama similar al del año anterior. Según avanzó El Punt Avui, Copcisa hacía tiempo que quería deshacerse de ellos y, al no encontrar comprador, en el 2017 se decantó por cerrar.

Pero la noticia llegó a orejas de Víctor Grífols, presidente de la poderosa empresa de plasma y hemoderivados Grifols. Vio una oportunidad de negocio y decidió invertir en ella para reflotarlo. "Apostamos por motivos sentimentales, pero también por motivos racionales", explicaba al ARA Joan Fornós, director general de Grifols. Este otoño, después de haber invertido 5,5 millones de euros y de reposicionar el producto, las botellas han vuelto a las mesas de los restaurantes. Según argumenta Carolina Luis-Bassa, vicedecana de la UPF Barcelona School of Management, lo tienen todo para salir adelante. “Es un producto original, que evoca recuerdos, ligado a influencers de época como Dalí, vinculado a la alta gastronomía y, por tanto, con gente dispuesta a pagar un precio elevado”, vaticina.

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La lección

“Grifols ha sabido analizar muy bien quién era el cliente de Aigua de Vilajuïga y por qué la bebía -explica Carolina Luis-Bassa, vicedecana de la UPF Barcelona School of Management-. Pero dónde radica la clave final del éxito es en dos aspectos: en la capacidad de despertar emociones entre la clientela y tener dinero para invertir”, concluye.

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