El análisis de Antoni Bassas: 'Este es el acuerdo del Govern con los 'comuns''

Junts no se ha librado de llevar a Esquerra en brazos de los socialistas, pero ahora la pregunta es si el acuerdo de Aragonès con los 'comuns' obligará a Esquerra a apoyar a Colau. Esquerra se saca de encima un dolor de cabeza: someter a Aragonès a una cuestión de confianza pactada con la CUP para 2023

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Empiezo por el final: Catalunya tendrá presupuestos. El gobierno de la Generalitat los empezará a tramitar hoy con los votos de Esquerra, de Junts y de los comuns.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí si ayer por la tarde todo parecía tan roto? Miren estas portadas: “El Govern llega dividido y sin apoyos al debate”, “La división interna del Govern deja en el aire los presupuestos”, “Esquerra y Junts llevan los presupuestos al precipicio”.

¿Qué había pasado? Que la CUP había dicho que no retiraba la enmienda; que el presidente Aragonès había abierto la negociación con la CUP sin avisar a Junts; que los comuns, por boca de Jéssica Albiach, decían que conseguirían un giro de 180 grados de los presupuestos, y que, por eso, Junts no se presentó ayer por la tarde en el Palacio a negociar nada con los comuns. Y, encima, tuvieron que escuchar esto de parte de Ada Colau : "Barcelona es una ciudad progresista, Catalunya es un país progresista y creo que no se puede tener un gobierno progresista con los herederos de la Convergencia corrupta y neoliberal y espero que pronto pueda haber un cambio en este sentido".

Por la tarde Jordi Sànchez salió al contraataque: "Eso que no acordamos con la CUP no lo acordaremos ahora con los comuns; por lo tanto, no habrá un cambio de 180 grados. Junts no aceptará que por la puerta trasera se cambien los presupuestos presentados por el conseller Giró y, simplemente porque no perdemos el norte, lo que estamos discutiendo ahora es la tramitación parlamentaria, no la aprobación de unos presupuestos".

¿Cómo se pasa de este enfrentamiento a un acuerdo? Pues porque hoy el día ha empezado muy temprano para todo el mundo, con una reunión del Govern, en el Palacio, convocada por el president Aragonès, como continuación de unas últimas horas cargadas de mensajes, llamadas y reuniones discretas como la de ayer por la noche en el Palacio entre Aragonès y Giró.

Porque en Esquerra la creencia mayoritaria es que Junts no podía hacer fracasar unos presupuestos cuadrados por un conseller independiente pero de Junts; porque Junts hizo saber a los comuns que no sentían que dependieran de ellos, porque si no era con los comuns que se aprobaban las cuentas sería con el PSC, que todavía hoy dice que está dispuesto a facilitar la tramitación de las cuentas sin negociar nada. Junts sabe que Esquerra no quiere pactar las cuentas con los socialistas y que los comuns, con el principal negociador Joan Carles Gallego al frente, deseaban ocupar la centralidad, que querían acordar, y por eso ayer Sànchez se permitió dar por seguro que habría acuerdo con los comuns.

En el momento en el que os hablo, Junts continúa asegurando que no habrá un giro de 180 grados. Y estamos en condiciones de informar que el acuerdo Govern-comuns incluye:

Un impuesto sobre las emisiones portuarias de grandes barcos y el impuesto sobre las actividades económicas que generan gases con efecto invernadero, de forma que el Parlament pueda aprobar las leyes correspondientes para que el impuesto sobre las emisiones portuarias de grandes barcos pueda entrar en vigor en 2022 y el de actividades económicas en 2023. Un estudio sobre un impuesto sobre alimentos ultraprocesados durante 2022. Partidas para tranvías en el Campo de Tarragona, la Costa Brava y Blanes y pacificación de la N-II en el Maresme, que el Hard Rock de Tarragona se hará sin ningún coste de dinero público, que el Govern efectuará las modificaciones presupuestarias necesarias en la ejecución del presupuesto y en función de los ingresos, para llegar a los 1.000 M€ en políticas de vivienda, y varias previsiones de dinero para políticas industriales y de salud.

Es este resultado final el que permite decir ayer a Jordi Sànchez que no hay ningún giro radical. O sea, que hoy se empezarán a tramitar los presupuestos y si no hay ninguna sorpresa más se aprobarán, que nos conviene y mucho.

Otra cosa es que hoy ya estamos en otra página de la política catalana. La mayoría del 52%, si es que alguna vez ha existido (existió para investir a Aragonès, in extremis), ha desaparecido para dar paso a aquello que los politólogos llaman alianzas de geometría variable, o sea que el Govern aprobará según que con la CUP, con los comuns y/o con los socialistas.

Perdida la CUP para los presupuestos, Junts no se ha librado de llevar a Esquerra en brazos de los socialistas, pero ahora la pregunta es si el acuerdo de Aragonès con los comuns obligará a Esquerra a apoyar a Colau en el Ayuntamiento de Barcelona después de haber dicho hace pocos días que de ninguna manera. Esquerra se saca de encima un dolor de cabeza: someter a Aragonès a una cuestión de confianza pactada con la CUP para 2023.

Un recuerdo para los exiliados y para los represaliados. Y que tengamos un buen día.

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