El análisis de Antoni Bassas: 'Lo que hace imposible pasar página'

La existencia de presos políticos y exiliados impide a una parte muy importante de la sociedad catalana votar sin olvidar que hubo un día en el que el Estado vino a agredirla

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Debate TV3

¿Què ha quedado del debate de ayer en TV3? El anuncio de Laura Borràs de que el doctor Argimon se convertirá en conseller Argimon si ella es presidenta. El perfil de gobierno y de gestión de Pere Aragonès, que habló de investidura y presupuestos a la vez. La americana de Salvador Illa que le tensaba por todas partes, que quiso jugar en una posición de ministro, del hombre más importante del debate porque venía de Madrid, el candidato favorito de la ”operación urnas” del Estado. Los nervios de Dolors Sabater, porque si alguien está alejado de las técnicas de comunicación política es ella. Todo lo contrario de Àngels Chacón, que interpretó a la perfección la imagen de partido ordenado y sensato del PDECat, con un tono de voz que invita a escuchar. La facilidad con la que Jéssica Albiach defendió tres ideas: sector público, tripartito y diálogo. Y cómo Alejandro Fernández, del PP, se comió el populismo, la demagogia y el odio de Vox y el vacío de las ideas exprimidas –que ya no quedan– de Ciudadanos que ayer encarnaba Carrizosa.

¿Cambiará algo el debate? Seguramente no. Pero no por culpa del debate, sino de la situación. A cuatro días de las elecciones es evidente que la existencia de presos políticos y exiliados impide a una parte muy importante de la sociedad catalana votar sin olvidar que hubo un día en el que el Estado vino a agredirla. Y que se vengó con un juicio injusto con condenas desproporcionadas. Después, la pandemia ha cambiado prioridades, seguro, y ha convertido en prioritarias o urgentes las cosas básicas de subsistencia. Sobre todo entre la gente más joven, que ve que el futuro se le escapa, que no se puede emancipar o que tiene que pensar en marcharse al extranjero. Pero la dura experiencia de septiembre y octubre del 2017 es un factor personalísimo, psicológico, constitutivo de la personalidad de muchos electores, que impide a miles y miles de votantes catalanes hacer un voto que podríamos considerar útil, o práctico o con el bolsillo, o la cabeza. Un día hubo el pueblo y el Estado y esto no lo borra el efecto de un Illa diciendo que él pasará página. Este tipo de página no se pasa mandando a un ministro a presidir la Generalitat. Hay una experiencia, una convicción en miles de votantes a quienes no moverá ninguna campaña. Con el tiempo sí, claro, pero ahora todavía no.

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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