El análisis de Antoni Bassas: 'Los planes de Lluís Llach y la moción de Feijóo con Junts'

¿El PP quiere los votos de alguien que quiere meter en prisión? Pero a la vez a Junts ya le va bien que el PSOE tenga un punto de preocupación por la silla. Sin embargo, quien de momento sí ha pactado con el PP es el PSC, en el Ayuntamiento de Barcelona

Pocas veces, desde que hacemos este análisis diario, había visto la madeja tan envuelta. Básicamente, porque el PP cree que está en juego la presidencia de Sánchez, y Puigdemont cree tener opciones ahora o en una repetición electoral, a volver a ser presidente de la Generalitat. Y ambas aspiraciones se están cruzando con las elecciones europeas del domingo y la constitución de la mesa del Parlament de Catalunya del próximo lunes. Alrededor de este calendario existe un condicionante muy importante: la amnistía. La ley está aprobada, sí, pero el BOE aún no la ha publicado, como si los socialistas esperaran a hacerlo después de las elecciones de este domingo por no dar argumentos a Vox. Entre los jueces que deben aplicarla se encuentran resistencias y el nuevo presidente de la ANC, Lluís Llach, ya dice que estamos bajo un golpe de estado judicial.

La madeja se envolvió mucho ayer, cuando Feijóo, fiel a su costumbre de complicarse la vida durante las campañas electorales, habló de hacerle una moción de censura a Sánchez. La cosa fue así.

Susanna Griso: "¿Es ciencia ficción pensar que si el PP logra una victoria rotunda en las elecciones europeas se plantee presentar una moción de censura a Pedro Sánchez y que Junts pueda votar a favor?"

Feijóo: “Si la mayoría social se convirtiera en mayoría electoral, y el 9 de junio envía un mensaje, entiendo que todos los ciudadanos veremos más cerca el final del túnel. ¿Qué herramientas utilizaremos? Pues todas las que consideremos oportunas. ¿La que usted menciona es una herramienta? ¡Pues sí! Pero para ello es necesario tener el contexto adecuado y pensar que puede ser útil en este contexto”.

La idea del PP es que si gana las elecciones europeas los españoles habrán desautorizado a Sánchez, y por tanto tendría sentido derribarlo en una moción de censura (con una moción de censura cayó Rajoy). Problema: para que Feijóo ganara la votación y se convirtiera en presidente necesitaría a la vez los votos de Vox y de Junts, o como dicen en Madrid, los votos de Puigdemont. Como pueden imaginarse, Puigdemont considera que el planteamiento de Feijóo es delirante. ¿Quiere el PP los votos de alguien que quiere meter en prisión? No tiene sentido. Pero al mismo tiempo, esto es política, ya Junts ya le va bien que el PSOE tenga un punto de preocupación por la silla debido a la posición de Junts, cuyos votos suben de valor. Con todo, en Junts recuerdan que aquí quien de momento sí ha pactado con el PP es el PSC, para hacer alcalde Collboni e impedir un gobierno Junts-Esquerra en el Ayuntamiento de Barcelona con Trias de alcalde, y que si lo van hacer en Barcelona pueden hacerlo en el Parlament.

Como les decía, el lunes debe constituirse la mesa. Esquerra es la novia más deseada del PSC y de Junts. Juntos le ofrecería la presidencia a cambio de un apoyo posterior a la investidura de Puigdemont, y los socialistas igual pero para hacer presidente a Isla. Esquerra ya dijo ayer que prefiere a Junts porque habiendo todavía diputados en el exilio no es lo mismo que la presidencia del Parlament esté en manos independentistas que socialistas. Lo que ocurre es que se necesitan los votos de otros partidos para asegurar el resultado.

Y hablando de envolver la madeja, un nuevo actor entre en escena. Lluís Llach, que fue diputado de Junts pel Sí, vuelve ahora a la primera línea política, como presidente de la ANC.

¿Qué quiere hacer Llach?

Lo explicamos en esta página: nada de listas cívicas para competir electoralmente con los partidos, colaboración con entidades como Òmnium y la Plataforma por la Lengua en luchas en las que tengan más recursos y experiencia y, sobre todo, volver a movilizar a la gente, aunque eso le cueste multas o prisión o exilio. Movilizarla en el sentido de que si sigue pasando el tiempo y no existe una reacción en temas como los trenes, la lengua y la financiación, al final no quedará país. Llach cree que la resistencia a aplicar la amnistía, incluso a publicarla en el BOE, es una señal evidente de que estamos bajo un golpe de estado judicial.

Lluís Llach tiene 76 años, acaba de escribir otro libro, está entregado a su fundación de Senegal, plegó de cantar hace 17 años y ya tiene el trabajo realizado, pero ha sido sensible a lo de “Lluís, eso sólo lo puedes arreglarlo tú”. Y ahí está, consecuente con la letra de tantas canciones suyas, como aquella que dice que fe no es esperar.

Buenos días.

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