'EPIC FAILS'

La apuesta pública por un teleférico donde nadie subía

Marc Amat
3 min
La apuesta pública por Un teleférico donde nadie subía “Con el Aéreo de Esparreguera hemos aprendido que las inversiones las debemos efectuar sobre demandas existentes -dice Ricard Font, actual presidente de FGC-. Prever planes urbanísticos futuros está bien: debe permitirnos proyectar para estar preparados, pero no debemos materializarlos si la situación todavía no es propicia”, concluye. Demasiado quién enim. Donec pede justo, fringilla velo, aliquito nec, Vulputate eget, arcu. In enim justo, rhoncus ut, imperdiet a, venenatis vitae, justo. Nullam dictum felis eu pede mollis pre Tium. Integer tincidunte. Cra S dapibus. Vivamus elementum semper nisis. Aenean vulputado y eleifend tellus. Aenean leo ligula,

El viernes 14 de octubre de 2005, Xavier Sitjà, entonces alcalde de Esparreguera (Baix Llobregat), estaba contento. "Por fin el municipio ha quedado unido por ferrocarril con Barcelona, ​​el Bages y el resto de la comarca", exclamaba, satisfecho, en declaraciones a El País. Era el día en que se había puesto en marcha el flamante Aéreo de Esparreguera, un teleférico construido y operado por Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) que, sobrevolando el Llobregat, permitía a los esparraguerinos llegar a la estación de tren de Olesa de Montserrat, de la línea Llobregat-Anoia de FGC, en sólo cuatro minutos.

El teleférico quería acabar con el problema de los esparraguerinos para desplazarse en transporte público. Esparreguera está ubicada en medio de un triángulo formado por líneas de Renfe y de FGC, que sortean a la población por una cuestión de desniveles. Esto ha convertido el autobús en el único recurso. Tras las riadas del 2000, que dejaron el municipio incomunicado por carretera, el gobierno municipal decidió reclamar insistentemente a la dirección general de Transportes del Govern, con CiU a la cabeza, que sacase adelante el proyecto del aéreo.

El gobierno municipal, un tripartito formado por Entesa, ERC y CiU, tenía claro que era una apuesta ganadora: el coste de mantenimiento sería más bajo que el que se pagaba por conectar Esparreguera y Olesa en autobús, ofrecería una frecuencia de paso más elevada y sería más sostenible, cómodo y rápido. Los estudios de viabilidad decían que lo utilizarían unos 263.000 usuarios al año. La Generalitat les escuchó y materializó el proyecto a través de FGC, pero nada salió como estaba previsto y se consumó el fiasco.

“El aéreo acabó convirtiéndose en un epic fail en toda regla”, asegura tajante Eduard Rivas, alcalde actual de Esparreguera por el PSC, un partido que se había mostrado muy crítico con la necesidad del aéreo. La demanda real resultó ser bajísima. Durante 2010, uno de los años con más usuarios, la cifra se situó en los 98.000 pasajeros. FGC decidió clausurarlo un año después, si bien estuvo pagando 350.000 euros anuales en concepto de mantenimiento por si algún día quería reabrirse. Por último, en 2017 se desmanteló. Las piezas se trasladaron al Valle de Núria, para renovar el teleférico existente y ahorrarse cuatro millones. “El Aéreo de Esparreguera fue uno de esos gastos faraónicos de la época de las vacas gordas”, remacha Pilar Puimedon, alcaldesa de Olesa. ¿Pero por qué no funcionó el Aéreo de Esparreguera?

Todo el mundo lo atribuye a un error de previsión. A principios de 2000 el municipio estaba creciendo a un ritmo muy acelerado y la opinión generalizada es que lo seguiría haciendo. De hecho, los planes urbanísticos preveían urbanizar la zona de Esparreguera donde FGC colocó la estación, pero con la llegada de la crisis todo se interrumpió. El resultado fue esperpéntico: los usuarios debían tomar el coche para llegar a un aéreo que, además, no se coordinaba suficientemente de horarios con el paso de trenes por Olesa. La gente se olvidó enseguida del aéreo y los 4,5 millones de euros sin IVA que costó construirlo quedaron en nada.

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La lección

“Con el Aéreo de Esparreguera hemos aprendido que las inversiones debemos efectuarlas sobre demandas existentes -dice Ricard Font, actual presidente de FGC-. Prever planes urbanísticos futuros está bien: debe permitirnos proyectar para estar preparados, pero no debemos materializarlos si la situación todavía no es propicia”, concluye.

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