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Aristrain, el 'rey del acero' que creó la empresa modelo del régimen franquista

Nacido en Argentina y de familia vasco-navarra, Aristrain se convirtió en el magnate del metal más importante durante la dictadura

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Aristrain Noain
  • Empresario

Es un cuarto y cinco de cuatro de la tarde del 20 de mayo de 1986. Un helicóptero Ecuriel que acaba de despegar del Principado de Mónaco vuela demasiado bajo sobre las playas de la Costa Azul, hasta el punto de llamar la atención de numerosos bañistas. En un mal movimiento, choca contra las olas y se hunde en las profundidades del mar. Muy pronto se sabrá que hay cuatro muertos: el piloto, dos mujeres y un vasco afincado en la zona, de nombre José María Aristrain, más conocido como el rey del acero. Una de las personas que le acompañaban en el trayecto frustrado era su amante, Anja López, un personaje habitual de la alta sociedad de Montecarlo; las otras dos eran la prima de Anja y el piloto, de nacionalidad francesa. Jamás quedó claro si la causa de la tragedia fue un error de pilotaje, un simple accidente o un sabotaje.

La historia de Aristrain comienza en Argentina, donde su familia –de origen vasco-navarro– había emigrado a finales del siglo XIX en un intento de hacer fortuna. La vuelta a la Península, en 1920, no fue exitosa, porque los negocios donde invirtieron no funcionaron y con ellos se evaporó todo el patrimonio acumulado.

Con catorce años, Aristrain ya trabajaba en la factoría de la histórica CAF, la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles, y después recogiendo chatarra, una actividad que le abrió las puertas del éxito empresarial. El hecho de haber nacido en Argentina le sirvió para evitar ser movilizado durante la Guerra Civil y, por tanto, le permitió aprovechar los tres años de conflicto para prosperar profesionalmente.

El matrimonio con la hija de un empresario millonario del ramo del metal le sirvió para dar un salto importante, ya mediados de los cincuenta ya abrió su propia factoría, que gestionó durante más de treinta años y que lo va hacer multimillonario. Una década después abrió otra, en Madrid, a partir de lo que había sido la emblemática Manufacturas Metálicas Madrileñas, que había estado vinculada a las familias Franco y Oriol. El crecimiento desde entonces ya fue imparable, llegando la empresa a ser pionera en la exportación a la Unión Soviética.

Uno de los rasgos principales del magnate era su carácter paternalista, que se reflejaba en el trato que dispensaba a sus trabajadores: los mejores médicos, estancias en la playa pagadas por la empresa, viajes, etc. Todo ello hizo que el régimen franquista considerara a Aristrain SA como empresa modelo, con visita del ministro López de Letona incluida (1970).

Las crónicas periodísticas de aquella jornada alaban ampliamente –con el lenguaje típicamente recargado de la dictadura– la obra social de la empresa, canalizada a través de la Caja de Previsión y Asistencia Social. Dos años más tarde, otro ministro le impondría la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo por sus cuarenta años de vida laboral. En su discurso dejó clara su visión de lo que debía ser un empresario, como pilar de la convivencia y garante de la paz social.

Ideológicamente Aristrain estaba muy cercano al Opus Dei y, en especial, a su confesor, monseñor Ángel Suquía. Justo un año antes de la muerte del empresario, y con minutos de diferencia, fallecieron dos socios suyos con los que tenía numerosos proyectos: Ricardo Tejero Magro, directivo del Banco Central, y Gregorio López Bravo, exministro. El primero murió asesinado por ETA, y el segundo, en el controvertido accidente de avión de Sondika de 1985.

Tras su muerte, el testigo lo recogió su hijo, bautizado como el príncipe del acero, porque había heredado una empresa que facturaba 100.000 millones de pesetas (600 millones de euros) y tenía un patrimonio personal valorado en 10.000 millones (60 millones de euros).

Hoy en día es la segunda persona más rica del País Vasco, por detrás de Daniel Maté (Glencore), con una fortuna de 1.100 millones de euros, que procede de su participación en la multinacional ArcelorMittal (su empresa se integró) y Tubacex. Obsesionado con la privacidad, su imagen ha ocupado muchas páginas en la prensa por culpa de sus problemas con Hacienda.

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