Bruno Oro: "Mi madre me decía que no contara mis regalos de Reyes a la escuela por pudor"
El actor y humorista explica al ARA su relación con el dinero
El actor Bruno Oro vuelve a su niñez para explicar los orígenes de su familia. "Vengo de una familia atípica. Mi padre murió cuando yo era un niño y me crié con mi madre, que hacía de profesora, y mis abuelos maternos. Mi abuelo era pintor y mi abuela tenía un taller de medallas. En casa siempre me empapé de esa atmósfera artística", detalla.
Oro recuerda cuando, de pequeño, se dio cuenta de qué significaba el dinero: "Crecí en un entorno acomodado porque mi abuelo se ganaba muy bien la vida, pero de niño mi madre me decía que no contara los mis regalos de Reyes en la escuela por pudor".
Pese a que en unos inicios se interesó por el mundo de la biología, Oro admite que desde muy joven quiso dedicarse a la interpretación. Con dieciocho años logró entrar en el Institut del Teatre "gracias a dos profesoras de interpretación cubanas" –narra el actor– que le dieron "una formación diferente". Su primer trabajo fue, pues, como actor con 21 años en la Compañía Nacional de Teatro Clásico para participar en la obra El alcalde de Zalamea. "Recuerdo que consulté la cuenta del banco y había cobrado 257.000 pesetas y me impresionó mucho, era mi primer sueldo", confiesa.
En aquella época, gracias a estos trabajos, Oro pudo independizarse: "Me fui de casa muy joven y entonces vivía en Madrid con mi primo". Sin embargo, confiesa que se gastaba "mucho dinero en comer fuera, viajes y música", sus grandes pasiones.
Con más de veinte años de trayectoria sobre los escenarios, Oro reconoce que nunca ha estado en paro: "Cuando no he tenido trabajo, me lo he buscado yo mismo". "La interpretación es un mundo laboralmente incierto ya veces genera ansiedad, pero yo no sé estarme quieto y siempre me he buscado la vida de una forma u otra", señala. Sin embargo, Oro también revela que dejar el programa Polonia de TV3, donde pasó hasta once temporadas, fue un momento difícil: "Fue liberador y complicado a la vez, necesitaba pasar página. Pasé un año duro donde nadie me llamaba, por eso creé mi canal en YouTube y las redes sociales Hasta que no monté mi espectáculo, las pasé canutas".
En cuanto a la exposición pública, según Oro siempre ha sido positiva porque "es guapo que te conozcan para hacerles reír", pero también advierte que puede ser un condicionante para el futuro. "Siempre pensaba que me costaría mucho tomar trabajos de cara al público porque a veces cuesta transitar de un trabajo a otro", recalca.
Sobre sus finanzas personales, el actor manifiesta que es autónomo y cuenta con una gestoría para todos los trámites burocráticos: "Los artistas somos muy negados para estas cosas y es importante ponerse en manos de buenos profesionales. Mi peor decisión económica fue elegir una mala gestora". Oro añade que, hace unos años, invirtió un dinero en el mercado inmobiliario, pero con la llegada de la crisis perdió la mitad de lo destinado.
Otro proyecto donde Oro ha invertido es en un restaurante en Cadaqués, el que considera su mejor decisión empresarial .” Lo creé como bar cultural para la gente del pueblo y mis amigos. Aunque ahora lo tengo alquilado, mi idea inicial era poder hacer monólogos y actuaciones musicales", sostiene.
Oro, que actualmente se encuentra en medio de sus actuaciones en el espectáculo Ay ay ay…, explica que desde hace unos años intenta coger muy pocos trabajos: "Soy muy riguroso y busco implicarme en pocos proyectos para poder poner más dedicación. Tengo tendencia a agobiarme y siempre busco tiempo para estar conmigo mismo ". Como actor, Oro también narra momentos en los que ha visto lo complicado que es poner un precio en los trabajos artísticos: "Uno debe hacerse valer y pedir el precio que crees que te mereces, porque si no lo haces tú mismo, no lo hará nadie. Los demás siempre buscan rebajarlo o que los invites a los espectáculos, como si las profesiones de este tipo fueran gratis, cuando en otros sectores es impensable".
De cara a un futuro, Oro expresa que ha aprendido a ahorrar con los años, pero que procura no pensar demasiado a largo plazo. "Me agobia, así que pienso que el futuro es mañana. Lo tengo todo atado por si sucede un desastre, pero no tendré ningún problema para hacer monólogos en la calle en su caso", concluye.