Cuando se anunció la opa del BBVA en el Banc Sabadell ya se advirtió de que sería un proceso largo y lleno de obstáculos, y que en ningún caso sería el camino de rosas que venía a sus accionistas la entidad presidida por Carlos Torres. Pues bien, una de las primeras batallas clave la ha ganado la entidad vallesana. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha decidido no dar luz verde de entrada a la opa y pasarla a lo que se llama fase dos, para estudiarla con mayor detenimiento. Esta decisión tiene una importancia primordial, ya que trastoca el calendario que tenía el BBVA y alarga el proceso hasta bien entrado en el 2025. Pero sobre todo es un tiempo en el que la CNMC podrá pedir información a otros actores implicados en la operación, como las comunidades autónomas afectadas, y por tanto los informes contrarios a la opa se agolparán en la mesa del organismo.
Asimismo, la decisión significa que la CNMC ha detectado elementos de concentración bancaria que no cumplirían con la competencia. Por tanto, también se abre una posibilidad inquietante para el BBVA, que es que el organismo le imponga unas condiciones más duras para la compra o la opa, lo que podría hacerles desistir. Por el contrario, para el Sabadell representa un balón de oxígeno que le permite ganar tiempo y hacerse fuerte en los argumentos contrarios a la opa, que básicamente tienen que ver con la competencia pero también con el impacto que tendría la operación en el tejido productivo de un territorio de pymes como es Cataluña, y también en otros de estructura económica similar como la Comunidad Valenciana.
En última instancia, la desaparición del Sabadell no sería la de un banco más sino la de una entidad especializada en pymes que ofrece un servicio capital, de ahí que todos los agentes económicos y sociales, como sindicatos, patronal y gobiernos autonómicos y estatal, estén claramente en contra de la operación. Sin embargo, cabe remarcar también que la principal oposición a la opa viene del mismo banco que preside Josep Oliu. Es esa capacidad de resistencia y de ir alineando todos los elementos para impedir la operación lo que está complicando la opa hasta extremos que seguramente el BBVA nunca previó.
Evidentemente, es temprano para cantar victoria y el BBVA aún no ha tirado la toalla. Pero el hecho de que la operación se haya puesto tan cuesta arriba, y que para hacerse haya que superar tantos obstáculos y enfadar a tantos actores diferentes, queda cada vez más incentivos a los accionistas del banco. Sólo un aumento muy significativo de la oferta, algo que ahora mismo no está sobre la mesa, podría cambiar el escenario. Pero es que todavía hay otro factor que complica más la opa, y es que la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses podría derivar en un empeoramiento del capital capital que el BBVA tiene en México.
Poco a poco, pues, las piedras en el camino de la opa se van haciendo más grandes. Y el Banc Sabadell incluso podría salir reforzado de una opa quiebra, y con él la economía catalana en su conjunto.