EDITORIAL

Buenas perspectivas económicas, pero muchos deberes por hacer

El supercomputador MareNostrum5, inaugurado ayer en el Barcelona Supercomputing Center.
22/10/2024
2 min

No es habitual que la economía supere las expectativas, pero esto es exactamente lo que está ocurriendo en el caso de España y también de Cataluña, donde los organismos propios y también los internacionales han tenido que ir recalculando al alza todas las sus previsiones para ese año. El último en hacerlo fue el Fondo Monetario Internacional, que subió medio punto su previsión anterior y sitúa el crecimiento español para 2024 en el 2,9%. Para hacernos una idea de la magnitud de esta cifra, el 2,9% es la mayor previsión de crecimiento de todas las economías avanzadas, superior incluso a la de Estados Unidos o Canadá.

Los motivos que apunta el FMI son ya conocidos, el turismo y el consumo interno tiran del carro, pero hay un tercer factor que también remarca: el impacto de los fondos europeos Next Generation. Esta palanca es especialmente importante porque estos fondos se han puesto en marcha precisamente para que las economías europeas sean más competitivas y apuesten por la innovación, la digitalización y la industria verde. O sea, ese dinero que ahora fluye hacia España dejará de llegar en algún momento, y entonces habrá que ver si se ha invertido bien y ha ayudado a transformar el modelo económico o simplemente ha servido para aumentar unas décimas el crecimiento algunos años concretos. Como ya ocurrió con planes como el tristemente famoso plan E de Zapatero, en unos años quizás nos arrepentimos de no haber sabido aprovechar suficientemente la oportunidad histórica que suponen estos fondos para aumentar la competitividad y no tener economías dependientes exclusivamente del sector servicios y los sueldos bajos.

En el caso de Catalunya fue el propio Gobierno el que aumentó la previsión la semana pasada hasta el 2,7%, la misma que calcula el gobierno español para el conjunto del Estado, una cifra más conservadora que la del FMI. Banco de España y OCDE sitúan el crecimiento español en el 2,8%, entre ambos. En todo caso, lo que se demuestra es que la economía está creciendo más de lo esperado en España en un contexto de ralentización a nivel mundial. Resulta especialmente llamativo el caso de Alemania, que no levanta cabeza y se mantiene en números rojos. Como recordaba hace unos días el economista Jordi Galí en un artículo en el AHORA, la UE ha sido incapaz de reducir la brecha de competitividad con Estados Unidos desde los años 90; por el contrario, la brecha se ha ampliado hasta el 34%.

Es por este motivo que esta bonanza debe tomarse con pinzas, ver qué hay de coyuntural y qué estructural, y qué peso tienen sectores volátiles como el inmobiliario, que ya dio un gran disgusto a la economía española durante la crisis del 2008. Precisamente debemos aprender de las lecciones de ese período para no repetir los mismos errores, y admitir que hay muchos deberes por hacer en Cataluña, por ejemplo, para aumentar el peso de la industria en el PIB, una asignatura pendiente, y evitar la fuga de cerebros en sectores clave en la economía del futuro como el biomédico o la computación. El momento de hacerlo es ahora creciendo al 3%. Si no, después todo serán lamentaciones.

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