La caída de Scooter Braun, el gran mánager de artistas
Demi Lovato, Idina Menzel, Ariana Grande y, probablemente, Justin Bieber han roto el contrato con el representante
BarcelonaEl oído y, sobre todo, el olfato empresarial de Scooter Braun estaban ya impecablemente afinados cuando tenía 26 años. Entonces el americano distinguió entre todos los vídeos de YouTube a un niño de 13 años que llevaba el flequillo a la altura de los ojos, de nombre Justin Bieber. Desde ese momento, Braun se convirtió en su representante. Poco tiempo después sumó a su cartera de representantes Demi Lovato, Usher, Kanye West, Ariana Grande y Taylor Swift. Después de años gestionando a los artistas con mayor repercusión mundial, en las últimas semanas la carrera de Braun ha entrado en un declive que augura una sentencia de muerte profesional.
El papel de un representante siempre debe quedar en un segundo plano, por detrás del representado, pero el aura de líder de Braun ha hecho que sea tan famoso como sus clientes. Probablemente, la misma ambición que le catapultó de ser el organizador de las fiestas de la Universidad de Atlanta a serlo de los cantantes como Eminem o Jermaine Dupri ha sido la causa de su muerte profesional. Esta semana tres artistas han partido peras con él: Demi Lovato, Idina Menzel (estrella de los musicales) y Ariana Grande han prescindido de sus servicios. Además, por las escasas informaciones que logran trascender, se sospecha que Justin Bieber también quisiera renegar de su descubridor.
El mánager, de 42 años, y Bieber, de 29 años, siempre han tenido una buena relación tanto profesional como personal, como puede verse en el Instagram de la estrella. Aun así, hace pocas semanas distintos medios especializados publicaron que el acuerdo entre ambos se había roto. Ellos lo negaron, pero las noticias, como las que ha publicado Puck, incluso afirman que "hay abogados implicados" y que el canadiense ya tiene "letrados, agencia y agente de negocio nuevos". También la revista estadounidense People informó que el cantante lleva seis meses produciendo canciones nuevas y que Braun no es partícipe de ninguna sesión de grabación.
El alud de abandonos tiene el precedente de Taylor Swift, que en 2018 decidió marcharse de la empresa que gestiona actualmente Braun, Big Machine Record, para pasar a Universal Music. En 2006, cuando tenía 15 años, Swift firmó un contrato con el entonces propietario de Big Machine Record, Scott Brochetta. La firma de ese acuerdo supuso que la empresa pasara a ser propietaria de las canciones y los derechos de autor de estas –incluidas las letras, las grabaciones y los vídeos–, algo que el artista era consciente que podía ocurrir, pero que pensaba que más tarde podría dar la vuelta comprando todo lo que había producido. Pero Braun se adelantó: compró por 265 millones de euros la empresa de Brochetta. La mitad del precio de la compra era el valor de la obra generada por la cantante.
Un año y medio más tarde, Braun vendió a un fondo de inversión todo el catálogo del artista por 405 millones, casi tres veces más del valor inicial. De este hecho se recordó al artista el día de la entrega de los premios Billboard 2019, cuando recibió el reconocimiento como mujer de la década y pronunció un discurso quejándose de que la música se pudiera comprar y vender "como si fuera un inmueble o unos zapatos". Un año más tarde, la cantante de Bad blood regrabó los seis discos con su propia versión, algo que ha hecho que hoy en día sea la artista más escuchada en Spotify.