- Buena hidratación: estar hidratado ayuda a no perder la voz. Por eso, Sandra Pece recomienda a maestros y profesores tener siempre una botella de agua cerca. Aparte, se pueden hacer vahos en casa.
- Descansar: es necesario que los profesionales duerman las horas adecuadas y dejen descansar la voz los fines de semana.
- Los caramelos, de propóleos o equinácea: a pesar de que la publicidad promocione el eucalipto y la miel como ingredientes para resfriados y afonías, hacen todo lo contrario y resecan la mucosa de la cuerda vocal.
- No deben darse todas las instrucciones en el aula con la voz, hay que acercarse a ellas o utilizar recursos visuales y de audio.
- Tabaco y alcohol: evitar el tabaco y el exceso de ingesta de alcohol.
"O cambias de cuerdas vocales o cambias de profesión”: Los problemas de voz de los maestros
Los expertos creen que los docentes deberían hacer formación de la voz para prevenir afonías y otros problemas
BarcelonaIvette Vilaró lleva doce años profesora. Desde que empezó a trabajar, al menos una vez cada curso se queda sin voz. Le ha pasado siempre y por eso, al principio, no le daba importancia. Pensaba que era su “punto débil”, pero coincidiendo con el cambio pedagógico en las escuelas, donde los proyectos y el trabajo cooperativo entre los alumnos se hizo más extenso, empezó a sufrir con mayor frecuencia y decidió buscar allí una solución. Una amiga logopeda, Sandra Pece, le recomendó acudir a un foniatra, un especialista de la voz. Le encontraron un edema en las cuerdas vocales que se le inflama cuando fuerza la voz. Antes de que se le pudiera complicar con un nódulo, realizó una quincena de sesiones con un equipo de logopedia para aprender a respirar mejor y relajar las cuerdas vocales para conseguir rebajar el edema. "Me fue muy bien -explica Vilaró-, pero entonces vino la pandemia y las clases con mascarilla". La hacía sufrir pensar que debería gritar más e incluso se planteó comprarse un micrófono, pero al trabajar en secundaria prefirió no hacerlo. "Los adolescentes se ríen de todo", apunta Vilaró. A pesar del temor, ese curso le fue muy bien. Sea por la mascarilla, por la distancia obligada –que impidió hacer trabajo cooperativo– o porque los chicos y chicas estaban más silenciosos, fue el primer curso que no perdía la voz. “El momento que me daba más miedo me permitió reposar más la voz”, explica. Aunque reconoce que debería ser “más constante” con los ejercicios que realiza a raíz de las sesiones de logopedia, desde entonces la situación ha mejorado y ya no se queda afónica tan a menudo cuando da clase en la escuela FEDAC Vic.
También se quedaba afónica muy a menudo Neus Missé, maestra ahora jubilada que pidió pasar de infantil a primaria precisamente por los problemas de voz. Durante diez años dio clase a los más pequeños de la escuela Sagrada Família del Masnou. "El lunes empezaba con voz y el jueves ya no tenía", explica. "En infantil hablas continuamente y soy muy habladora". Aunque en aquellos momentos no era una figura tan conocida, buscó la ayuda de logopedas para aprender a respirar mejor y a no forzar la voz. Y le fue bien.
Sin embargo, en una de las afonías decidió consultar con un especialista quien le detectó quistes en las cuerdas vocales, un problema más grave que los nódulos y que, en su caso, afortunadamente, fueron benignos. "O cambias de cuerdas vocales o cambias de profesión", le dijo el otorrinolaringólogo después de comprobar que tenía unas cuerdas "gruesas y propensas a inflamarse". E hizo todo lo que estaba en su mano para continuar en la profesión. Esto implicó una operación y un tiempo de baja médica para recuperarse, pero desde entonces –y con el cambio a primaria– empezó a mejorar. Aprendió también a detectar cuándo empezaba a fallarle la voz para ir al logopeda y resolverlo. No sabe si con más formación inicial de la voz habría evitado operarse, pero sí que es consciente de que todo lo que aprendió después le ayudó mucho.
La voz, la herramienta de los maestros
Sandra Pece define la voz como la herramienta de trabajo de los maestros y por eso defiende que es necesario que tengan un control muy bueno de este instrumento para evitar las disfonías. Al Centro de Logopedia Núria Rebull Aran de Mollet del Vallès llegan muchos docentes con problemas constantes de voz y con un gran desconocimiento de los profesionales que les pueden ayudar. Por eso, explica que para hacer un buen diagnóstico es necesario que el foniatra realice una videolaringostroboscopia. De esta forma, puede ver la vibración de la cuerda vocal y comprobar las lesiones internas y externas que se hayan podido producir. Pece recalca que hay personas que ya nacen con una lesión o un quiste congénito que se hacen presentes cuando se utiliza la voz muchas horas y requerirán, si el profesional sanitario lo indica, una intervención quirúrgica para solucionarse. Otras lesiones, como los nódulos o los edemas, son funcionales y pueden aparecer por un mal hábito que debe procurarse corregir. La logopedia y la reeducación de la voz son imprescindibles en estos casos. También destaca que esta formación es importante en todas las situaciones porque la reeducación vocal previa a una microcirugía ayudará a desinflamar a la zona y la reeducación vocal postquirúrgica permitirá una recuperación con garantías. Para la logopeda, un profesor debe empezar a preocuparse cuando la disfonía dura más de un mes. “Lo que no podemos hacer es automedicarnos –dice Pece– porque entonces ponemos un parche y no arreglamos la lesión”.
De problema a solución
Patrycia Roman también es docente y ha sufrido laringitis a menudo. Tenía que tomar medicación para rebajar la inflamación, pero cuando volvía a trabajar el problema persistía. Lo único que le decían los especialistas fue que utilizara la voz lo menos posible, que descansara períodos de una hora y media después o que utilizara la voz sólo en lugares sin ruido. Pero, con su trabajo de maestra de primaria, le era imposible. Por eso decidió fundar Técnica Vocal para Docentes, un proyecto para dar respuesta a las necesidades de maestros y profesores. Patrycia Roman cree que si los docentes hicieran formación de la voz durante la carrera se podrían ahorrar muchas afonías. Considera que debería ser “obligatoria y de forma continua” porque compara el uso de la voz en un aula con la práctica de un deporte: “Es necesaria una preparación física; nadie nos entrena y hacemos maratones todos los días”.
El proyecto nace, pues, del interés personal de Patrycia y la carencia que detectó de profesionales de la voz sobre la realidad que se vive en las aulas. Organiza sesiones principalmente online a profesionales particulares, pero también a claustros enteros que quieren aprender a respirar, a eliminar tensiones y a impostar la voz, es decir, todo el aparato fundidor. También da ideas para que los docentes puedan reducir el habla, como recursos visuales que ayuden a silenciar o sonoros que ayuden a captar la atención de los alumnos.
Poco reconocimiento
Hay quien cree que hablar más, como ocurre con los más pequeños, es peor. Otros, en cambio, opinan que en secundaria la voz se fuerza mucho más. Es difícil saber si los problemas de voz entre el colectivo se dan más en educación infantil, en primaria o en secundaria. Pero muchos profesionales sí coinciden en que, si el problema no es muy grave, los maestros y profesores no dejan de trabajar por haber perdido la voz –si esto no va acompañado de alguna otra patología–, lo que dificulta su recuperación. Sandra Pece cree que si los maestros deben afrontar bajas laborales largas para recuperarse de una afonía o una disfonía no lo hacen por no dejar al grupo ni a los compañeros, pero alerta de que “no pueden ir arrastrando el problema”.
Una queja recurrente de los sindicatos de docentes es que los problemas relacionados con la voz no son considerados enfermedad profesional: tan sólo los nódulos tienen esta categoría. Iolanda Segura, portavoz del sindicato USTEC-STEs, reconoce que es un tema “poco tratado y poco considerado” y critica que existen otras profesiones, con un uso menos intenso de la voz que la de maestro, en la que sí es considerada una enfermedad profesional.
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