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El caso Iqoxe y la lentitud de los planes de emergencia

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La zona on es va produir l'explosió a la planta d'Iqoxe, mig any després de l'accident

BarcelonaEl 14 de enero hará un año de la terrible explosión mortal en Industrias Químicas del Óxido de Etileno (Iqoxe), en el polígono tarraconense de la Canonja. Ese accidente provocó tres muertos -dos trabajadores y un vecino a quien mató una plancha que salió disparada a más de dos kilómetros- y ocho heridos, además de importantes pérdidas económicas. La investigación judicial sobre lo que pasó está en marcha y hoy ofrecemos un adelanto de las conclusiones provisionales del sumario, que muestra déficits tanto en el material como en seguridad, además de muchas denuncias de sobrecarga de trabajo de los operarios. Además, también se han puesto en marcha las ayudas para los vecinos afectados por la explosión, a pesar de que todavía no han podido llegar a todo el mundo por la lenta negociación de los seguros. Lo más preocupante, sin embargo, es que no se ha avanzado en asegurar una eficiencia mayor del plan de emergencia.

En ese momento hubo muchas críticas por cómo habían funcionado las alarmas y el control del aire y la contaminación. El Plan Especial de Emergencia Exterior del Sector Químico (Plaseqcat) sigue sin suficientes recursos, y no tranquiliza mucho que un año después el alcalde de Tarragona asegure que se está avanzando y que hay el compromiso de que en los próximos presupuestos de la Generalitat habrá una partida prioritaria para dotarlo, por ejemplo, de una red de sensores para detectar rápidamente la toxicidad de las nubes de humo que se pueden desprender en un incidente como el de Iqoxe. Nos ponemos, pues, a un año como mínimo para poderlo hacer, cuando tendría que ser un tema prioritario que afecta a una amplia zona del territorio.

La industria química del Camp de Tarragona es una fuente de riqueza y de trabajo importante para el país, pero también es una industria compleja que requiere medidas de seguridad especiales y un plan de control muy estricto que dé seguridad a los vecinos y a los trabajadores de las diferentes empresas. La explosión de Iqoxe fue una advertencia y tendría que servir para acelerar y mejorar todas estas medidas de manera rápida, porque sería un drama que pudiera pasar de nuevo. Tenemos ejemplos de que la desidia en estos controles puede tener resultados funestos -no es comparable, pero no está de más recordar el caso de Beirut, fruto de la falta de diligencia de varias capas de autoridades, funcionarios y empresarios-, y tenemos que asegurarnos de que la seguridad sea estricta. Los vecinos del Camp de Tarragona reclaman un control de seguridad química más estricto, un plan complejo y muy dotado que les permita estar seguros de que pueden vivir tranquilos.

Demasiadas veces, cuando ha habido un desastre, natural o provocado, abundan las promesas de planes de mejora de la seguridad o de inversiones en la reconstrucción que después se diluyen sin que se sepa nada más. Hemos aprendido, también con la gestión de la pandemia del covid-19, que la previsión y la inversión en sectores que sabemos que son claves, en este caso la sanidad, son fundamentales para hacer frente a un futuro en el que ahora ya sabemos que no podemos descartar todo tipo de desastres. No se trata de ser catastrofistas sino previsores y, sobre todo, responsables.

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