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Cataluña lidera el autoconsumo colectivo de la mano de Endesa

Con beneficios en el ámbito económico y medioambiental, la participación ciudadana en comunidades energéticas democratiza, además, el acceso a las renovables

Placas fotovoltaicas en un edificio de viviendas de Barcelona
Redacció
06/12/2025
3 min

Cataluña se ha consolidado como el territorio líder del Estado en autoconsumo colectivo, una fórmula que permite que varios hogares, empresas o equipamientos públicos compartan la energía generada por una misma instalación fotovoltaica. Este modelo, que hace tan sólo unos años era casi desconocido, es hoy un pilar esencial para avanzar hacia una transición energética más justa, sostenible y participada.

¿Qué es el autoconsumo y en qué consiste el autoconsumo colectivo?

Generar la misma energía eléctrica a través de placas solares y en el mismo lugar donde la vas a consumir (en tu hogar o negocio) es la base del autoconsumo. El autoconsumo colectivo se limita, hoy por hoy, a que los suministros colectivos se encuentren a una distancia máxima de 500 metros de los consumidores y de 1.000 metros si la instalación está en una cubierta. Las condiciones administrativas, técnicas y económicas que se establecen, como es el mecanismo de compensación de los excedentes, revierten siempre en abaratar la factura, lo que es siempre una gran noticia.

El autoconsumo colectivo consiste en generar energía solar a través de una instalación –generalmente ubicada en una cubierta comunitaria, un edificio municipal o el tejado de una empresa– y repartirla entre varios consumidores conectados a la red. A diferencia del autoconsumo individual, este modelo abre la puerta a que vecinos de un mismo bloque, comercios de una manzana urbana, empresas de un polígono industrial o equipamientos públicos puedan beneficiarse de una misma planta fotovoltaica. El consumo se asigna de forma automática según unos coeficientes pactados previamente y supervisados ​​por la distribuidora, lo que garantiza máxima transparencia y un funcionamiento ágil. Algunas ventajas fiscales según municipios y la gradual amortización de la instalación harán que la capacidad de ahorro aumente.

Endesa, al frente

Endesa es distribuidora y facilitadora a través de su filial de redes e-distribución. En Catalunya abandera el autoconsumo con más de 13.000 suministros de autoconsumo colectivos, una cifra que representa casi el 44% del total estatal a cierre de octubre, con un crecimiento del 39% respecto a hace un año, frente a un incremento del 9% del consumo individual. En España ya se frota la cifra de casi 30.000 instalaciones colectivas en funcionamiento y más de 390.000 en total.

¿Pero qué se necesita para realizar una instalación fotovoltaica de autoconsumo? Es mucho más sencillo de lo que parece. Basta con disponer de un espacio para instalar las placas, un inversor de corriente continua y, si se quiere sacar máxima rentabilidad, se puede añadir una batería de acumulación. También es posible contar con un cargador individual para su propio vehículo. De esta forma se pueden conseguir ahorros superiores al 50% en el importe de la factura.

Beneficios económicos y medioambientales

Y es que los beneficios del autoconsumo colectivo son múltiples. En el ámbito económico, se produce un doble ahorro: por un lado, el consumidor utiliza la energía que genera la instalación, que es más barata que la electricidad adquirida en la red; por otro, cuando hay excedentes, éstos se vuelcan y compensan en la factura, lo que reduce aún más el coste final. En el ámbito ambiental, la apuesta por la energía solar y la electrificación contribuye decisivamente a disminuir emisiones ya reducir la dependencia de fuentes energéticas externas. Y en el ámbito social, este modelo democratiza el acceso a las renovables: permite que personas y comunidades que no pueden instalar placas en su casa –por falta de espacio, recursos o condiciones técnicas– participen activamente en la transición energética.

En este contexto, el rol de Endesa es clave. Como distribuidora eléctrica, su función es garantizar que todas estas instalaciones se integren de forma segura y eficiente en la red. Esto implica adaptar infraestructuras, digitalizar procesos y reforzar tramos para absorber nueva generación distribuida. Las distribuidoras son, de hecho, las primeras interesadas en impulsar la electrificación de la demanda –tanto doméstica como empresarial– porque es la vía más directa para reducir el uso de combustibles fósiles y avanzar hacia una economía descarbonizada. Actúan así como un agente facilitador imprescindible para que el autoconsumo no sólo sea posible, sino escalable.

Este esfuerzo requiere inversiones continuadas para preparar la red ante retos de futuro: desde la integración creciente de instalaciones fotovoltaicas hasta la expansión del vehículo eléctrico, la climatización eléctrica o los nuevos usos industriales.

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