Arqueología

Cazadores de pinturas rupestres

Así es como dos vecinos de Capçanes consiguieron que se hicieran públicos los yacimientos más importantes de Catalunya

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Mario y Lluís frente a las pinturas rupestres de Capçanes

CabezasHace falta mucha imaginación para ponerse en la piel de nuestros antepasados ​​de hace 10.000 años, pero Lluís Pena y Mario Sedó tienen. También van sobrados de curiosidad. Hace poco más de once años alguien les reveló un secreto que afectaba a su pueblo, Capçanes (Priorat): según les dijeron, se habían encontrado unas pinturas rupestres muy importantes e incluso estaban documentadas, pero era imposible ver -las porque el emplazamiento no se había hecho público. Corría el año 2012. La dirección general de Patrimonio Cultural de la Generalitat y el Ayuntamiento de Capçanes conocían perfectamente el lugar de todas las pinturas desde hacía seis años, pero por motivos que no han sabido aclarar todavía no las habían protegido y, por tanto, no podían hacerlo público.

Estos dos vecinos de Capçanes no estaban nada de acuerdo en que se mantuviera el secretismo porque consideran que "las pinturas rupestres son patrimonio y el patrimonio es de todos y hay que darle vida". De modo que Luis y Mario empezaron a hacer cábalas de donde podían ser las misteriosas pinturas.

Enseguida pensaron en la sierra de Llaberia, el conjunto montañoso que separa el Priorat del Baix Camp. Ropa de montaña, coche y para arriba. El sentido común les decía que las pinturas debían estar en espacios donde nuestros antepasados ​​pasaran temporadas, es decir, que debía estar a gusto. "En aquella época hacía mucho más frío... así que era difícil que estuvieran en la cara norte", explica Mario Sedó, que hace de bombero pero estudió arqueología. Así que la investigación se centró por las zonas en las que tocaba más el sol. También imaginaron que sería más fácil que los antiguos habitantes de aquella región buscaran espacios protegidos del viento, con buena visibilidad por si se acercaba algún depredador y, si era posible, con agua cerca. El círculo se iba estrechando.

Una de las pinturas rupestres encontradas en Capçanes

Pinturas de más de 10.000 años

Con estas cuatro ideas empezaron a salir cada domingo para ir peinando las montañas. Cuando veían un espacio que podía reunir estas características se concentraban en las paredes, intentando encontrar alguna pintura rupestre. Su sentido común y su insistencia tuvieron recompensa y entre 2015 y 2016 las encontraron todas. Aquel tesoro escondido estaba entre el barranco del Valle y el de Parellada. Hay hasta diecinueve conjuntos de pinturas, cuyas más antiguas pueden tener 10.000 años de historia. Se destaca un mural de 27 figuras en el que alguien quiso dejar constancia de lo que parece una batalla entre humanos. También hay un impresionante toro de 54 centímetros, uno de los más grandes que se han documentado hasta ahora.

Contentos por el éxito, los dos vecinos de Capçanes llegaron a la conclusión de que si habían encontrado esas pinturas, podía haber más. Y siguieron buscando. Encontraron nueve más. Con toda esta información, había que librar la batalla a los despachos. "Cuando las tuvimos todas avisamos al Ayuntamiento de que si ellos no lo hacían público, nosotros llamaríamos a los medios de comunicación y lo contaríamos todo", recuerda Lluís Pena. La amenaza funcionó y en 2016 el Ayuntamiento, con la colaboración de la dirección general de Patrimonio Cultural de la Generalitat, protegió los yacimientos e hizo pública la parte más importante del hallazgo. Se trata, nada menos, del mayor conjunto de yacimientos de pinturas rupestres de toda Cataluña. En realidad, el honor de haber encontrado estas pinturas pertenece a los escaladores y estudiosos Juan Antonio Serrano y Laura Martínez, quienes las descubrieron en el 2006. Lo que nadie sabe es cuánto tiempo habría tardado el servicio de Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de la Generalitat a hacer público el hallazgo sin el empuje de ambos vecinos del pueblo. "No sabemos por qué en el caso de Capçanes se tardó tanto", explica el actual jefe de servicio, Maite Miró, quien asegura que "normalmente se tarda mucho menos".

Miró explica que "de vez en cuando" hay escaladores y excursionistas que les avisan de que han encontrado pinturas rupestres. Cuando esto ocurre, el servicio de Patrimoni envía a especialistas para que confirmen que las pinturas son reales (a veces son manchas que han salido a las piedras) y, en caso afirmativo, "se documentan enseguida". Después toca decidir si se protegen y se hacen públicas o si se dejan donde están. En Capçanes, por ejemplo, de los diecinueve conjuntos documentados, sólo se pueden visitar siete. Para decidir si se enseñan o se mantienen en secreto "hay que valorar si vale la pena o no, si aportan algo más y también hay que tener en cuenta si están en un sitio accesible", explica Miró.

Pocas visitas

Los yacimientos de Capçanes, pese a su importancia, siguen pasando casi inadvertidos. Incluso a la gente del mismo pueblo les ha sorprendido la trascendencia del hallazgo. "En casa nos quedamos de piedra cuando nuestra hija, Kenia, nos enseñó el libro de primero de ESO donde se hablaba de las pinturas de Capçanes", explica Eva Vernet, vecina del pueblo. Los yacimientos que sí están protegidos se pueden visitar una vez al mes, después de realizar la reserva por internet. Pero el sistema no acaba de funcionar porque no se hace difusión y, además, si vienen turistas al pueblo y quieren ver las pinturas no pueden hacerlo si no han pedido hora con antelación por internet.

El actual alcalde de Capçanes, Sergi Barceló, quiere modificar el sistema y permitir que también se pueda adquirir la entrada para visitar las pinturas rupestres desde el mismo pueblo. De hecho, pese al valor que tienen las pinturas, existen pocas visitas. "Actualmente, sólo vienen a visitar los yacimientos las personas que ya le conocen", lamenta Barceló. "Le queremos dar forma y el eco que merece porque no es cualquier yacimiento, es el mayor de toda Catalunya", explica. Desde el Ayuntamiento están buscando la fórmula para poder dar un impulso a estas visitas e incluso incluir en la oferta turística las bodegas o las casitas de piedra seca que hay en el pueblo, así como las rutas para hacer senderismo.

Patrimonio Mundial desde 1998

En 1996, seis comunidades autónomas –Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana, Murcia, Castilla-La Mancha y Cataluña– trabajaron juntas para documentar las pinturas rupestres y proponer a la Unesco que fueran consideradas Patrimonio Mundial. Dos años después, en una reunión celebrada en Kioto (Japón), se decidió inscribir los 757 yacimientos propuestos en la lista de Patrimonio Mundial como arte rupestre del arte mediterráneo de la Península Ibérica. De esta lista, 66 conjuntos rupestres estaban en Cataluña y estaban divididos en dos grandes grupos: los que mayoritariamente se encontraban en la demarcación de Tarragona (que forman parte del arte levantino) y los que se encontraban en la demarcación de Lleida ( arte esquemático). Desde entonces, sólo en Cataluña, se han encontrado 73 yacimientos nuevos, 56 de ellos en la demarcación de Tarragona, 16 en la de Lleida y uno en la de Barcelona. De todos estos, se destacan especialmente los de Capçanes y el de Cocó de la Gralla, en el Mas de Barberans (Montsià). Todos estos hallazgos, posteriores a 1998, no están incluidos en la lista de Patrimonio Mundial.

Las pinturas de Capçanes están repartidas por diferentes abrigos y agrupadas según lo que representan: hay ejemplares faunísticos, como ciervos, cabras y el gran toro dibujados "con gran detalle y realismo", según el informe presentado en 2019 en las primeras Jornadas Internacionales de Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, celebradas en Montblanc. En ese encuentro, encabezado por los investigadores Ramon Viñas y Albert Rubio y por la arqueóloga Elisa Sarrià, también participaron Lluís Pena y Mario Sedó. Además de las representaciones de animales, también hay figuras humanas y algunas consideradas rituales o ceremoniosas. Por último, cabe destacar las de carácter bélico, como la escena que parece representar una matanza o un sacrificio humano y que, según Viñas y Sarrià, son "el documento nuevo más extraordinario para el conocimiento del arte levantino en Cataluña" . Ambos investigadores aseguran que "este mural centrado en figuras humanas de estilo realista representa un documento único para la investigación, desde una perspectiva antropológica, social y etnográfica".

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