Daniel Clowes: "Crear un personaje exageradamente noble es despreciar al lector"
Autor de cómic, publica 'Mònica'
BarcelonaReferente absoluto del cómic estadounidense de las últimas décadas, Daniel Clowes (Chicago, 1961) ha creado con Mónica (Ventanas / Fulgencio Pimentel) una de sus obras más complejas y ambiciosas y uno de los 10 mejores cómics del 2023 para el ARA. El mosaico que forman las nueve historietas de Mónica traza un retrato lleno de incógnitas y misterios sobre la protagonista, a la que seguimos desde una infancia marcada por el abandono de su madre hasta el éxito profesional y la búsqueda de sus orígenes. El autor de Ghost world (La Cúpula) atiende al ARA por videollamada y avanza que visitará Catalunya este verano.
En Mónica, la protagonista examina los fragmentos de información que tiene de su vida para tratar de encontrarle un sentido mientras el lector hace un poco lo mismo con las historias del libro, conectadas de forma no siempre evidente. Nunca le había leído nada parecido.
— Por eso tardé tanto en hacer el libro. Quería llegar al fondo de las ideas y temas que exploraba, examinarlas a un nivel más profundo de lo que suelo hacer, así que movía y recombinaba las piezas de maneras que me sorprendían incluso a mí.
Su proceso creativo no es muy distinto al del lector, pues.
— Intento que mi proceso sea como el del personaje, y así acompañarle en su viaje. Por eso, a pesar de tener una idea vaga sobre cómo terminará el libro, nunca trabajo con el final decidido. Y no lo cierro hasta que llego y decido que tanto yo como los personajes nos lo hemos ganado. Debo sentir entonces que es el final correcto, no como en muchas películas en las que tienes la sensación de que el final se ha decidido antes de concebir bien la historia y los personajes.
Sin entrar en spoilers, el final de Mónica es uno de los más poderosos y desconcertantes que he leído en mucho tiempo. De hecho, te obliga a realizar una segunda lectura del libro.
— Algo que me encanta en el cine, la literatura y otras formas de arte es seguir la historia sin acabar de entender exactamente lo que pasa y que el final te obligue a empezar de nuevo y leer la obra de una forma completamente diferente. La primera lectura de Mónica es, hasta cierto punto, muy parecida para todos, pero la segunda es completamente única para cada lector. Y ojalá la gente llegue sin haber leído opiniones o teorías que les condicionen.
En estas lecturas posteriores me he dado cuenta de que, aunque no lo parezca, el cómic tiene mucho sentido del humor.
— Me encanta que lo digas, porque las reacciones en el libro subrayan los aspectos más tenebrosos, pero para mí es un cómic muy divertido, y me hizo reír muchas veces mientras trabajaba en él. A medida que me hago mayor me cuesta más reír. Soy consciente de los mecanismos del humor, conozco la mayoría de trucos y si me esforzara podría escribir chistes. Pero estoy intentando hacer un tipo de humor que no dependa de la forma en que se explica, que sea más inherente a la historia.
Siempre dice que en sus cómics hay más de usted de lo que parece. De Mónica, de hecho, ha dicho que está inspirado en su madre y su propia infancia. ¿En qué sentido? Imagino que no había sectas secretas ni fenómenos paranormales...
— No, simplemente me inspiro en las sensaciones de mi infancia. Para mí fue absolutamente caótico ser educado por una madre inmersa en una revolución social y que se esforzaba en reinventar las relaciones humanas, a sí misma y a la cultura que le rodeaba. Cuando eres pequeño, necesitas un entorno sólido y mundano que te ayude a construirte como persona, y yo me vi arrojado a un mundo sofisticado y cambiante a una edad en la que no era capaz de procesarlo. Más que examinar la época, quería capturar el sentimiento, cómo es para un niño todo aquello y cómo te afecta el resto de tu vida.
En un momento del cómic Mónica dice que "después de una vida de fantasías es duro descubrir que no eres nadie especial". ¿Este sentimiento de derrota existencial, muy presente en el libro, es una elección narrativa o está arraigado en su vida?
— Siempre oscilamos entre creer que somos una mota de polvo flotando en el Universo o lo más importante que ha existido nunca, porque para nosotros es así. Quería que el libro capturara esto. Vivimos en un Universo absolutamente incomprensible para nuestros pequeños cerebros de insecto, pero durante el breve momento en que estamos vivos damos una enorme importancia a nuestra existencia como individuos. Me gusta la idea de que existe un pequeño rayo de luz en cada vida, y que todas juntas suman una cantidad infinita.
Cuando Mónica dice que ella no es "nadie especial" pensé que la definición sirve para la mayoría de los personajes de Daniel Clowes.
— Sí, me gusta que sean gente real y la gente real no es especial. No me gusta crear personajes exagerados, y no me refiero sólo a superhéroes con poderes, sino a personaje con cualidades para caer mejor y hacer que te identifiques con ellos. No quiero crear personajes de mentira para hacerle la pelota al lector. Crear un personaje exageradamente noble es despreciar al lector, y yo quiero hacer exactamente lo contrario.
Esto le debió enfrentar a mucha gente cuando trabajaba en Hollywood. Por cierto, ¿hay algún nuevo proyecto en curso para adaptar sus obras al cine o televisión?
— En realidad, no. Hollywood ha cambiado mucho desde que hicimos Ghost world. Antes podías conseguir un presupuesto para hacer una película indie del tamaño de Ghost world, se estrenaba en cines, la gente hablaba y formaba parte del mundo. Había todo un sistema de gente como Jim Jarmusch haciendo películas indie, pero ha desaparecido: ya no hay dinero en el cine indie, las películas van a plataformas de streaming y nadie oye hablar ni sabe que existen. Ahora mismo, si alguien quisiera adaptar un cómic mío debería ser un director que me gustara mucho, con una visión en la que confiara. Y le dejaría hacer la película a sus anchas pero sin involucrarme en nada. Es demasiado frustrante.
Me parece que es amigo de Ari Aster, el director de Midsommar y Hereditary. Puedo imaginarlo interesado en adaptarlo Mónica.
— Me encantaría que él adaptara alguno de mis libros, y hemos hablado mucho al respecto. Algún día pasará, estoy casi seguro. Pero seguramente no será con una obra como Mónica, que es muy complicada. Quizá con Paciencia puedes coger la trama y transformarla sin perder su esencia, pero Mónica es como un reloj suizo, si sacas una sola pieza se desmonta todo el mecanismo.
Conoce la película Lo que esconde Silver Lake, de David Robert Mitchell? Algunos la critican por inspirarse en sus cómics.
— Mucha gente me ha hablado de ella, pero no la he visto. Me temo que me enfadaría si la viera, así que he preferido no hacerlo. Seguramente debería verla. Hay gente muy molesta, pero no sé, no pasa nada.
Volviendo a Mónica, al final del cómic la protagonista conoce a un hombre que lee el mismo libro que ella, y se siente atraída por él. Usted se asemeja mucho al personaje del hombre.
— Sí, soy yo. No lo negaré. Es curioso, cuando salió el libro pensaba que todo el mundo lo comentaría, pero nadie lo ha hecho. Creo que es porque me he dibujado con pantalón corto y gorra, la ropa que llevaría si fuera de vacaciones de verano a un pueblo, pero quizás la gente no me ve así.
¿Y por qué se dibuja en la historia?
— Prefiero no explicarlo por no interferir en la interpretación que haga la gente.
La última vez que le entrevisté hablamos sobre su costumbre de dibujar gente mirando directamente al lector, sobre cómo le gustaba el efecto que provocaba. En la portada de Mónica, en cambio, la protagonista está de perfil y mira hacia un lado. Después de tantas portadas mirando al lector de frente, parece una declaración de intenciones.
— Eres el primero que se da cuenta. Sí, era lo que quería hacer, plantear una portada muy distinta. Si el personaje te mira, atrae tu atención; quizá por acusarte o darte la bienvenida, lo que sea. Pero ella está mirando hacia algún sitio, no está pensando en ti sino en sus cosas. Y quería que esto fuera parte del misterio de las imágenes. ¿Qué está mirando?
La postura de la cabeza da protagonismo al cabello, y se hace difícil no pensar en el moño de Kim Novak en Vértigo.
— Sí, hay algo de eso, porque ella también es un personaje construido, de un modo parecido al de Kim Novak en Vértigo. Quería que la portada capturara a Mónica en un momento que nunca vemos en el libro, donde hay un salto de 20 años, que son precisamente los años en los que es una adulta con éxito, su momento de esplendor. Siempre me he preguntado algo sobre la idea del cielo cristiano: nadie aclara si vas al cielo como eres cuando mueres, mayor y decrépito, o si te manifiestas en tu momento de plenitud. Y si es así, ¿cuál es ese momento?
Usted y otros dibujantes de la generación de los 80 como Charles Burns, Jaime Hernandez o Peter Bagge siguen siendo referentes del cómic independiente estadounidense. ¿A quién considera a sus sucesores en las nuevas generaciones?
— Creo que el sucesor del tipo de humor que hacíamos Peter Bagge y yo es Simon Hanselmann. Él sigue haciendo humor underground y demostrando que los cómics todavía pueden ser hilarantes. Pero hay otros muchos artistas interesantes como, por ejemplo, Olivier Schrauwen, que es uno de los mejores dibujantes jóvenes. Bien, cuando digo jóvenes quiero decir más jóvenes que yo. Hay mucha gente haciendo cosas muy interesantes, pero parece haber menos nombres que destaquen mucho en su generación, como ocurría antes, y simplemente un montón de artistas muy buenos.
¿Y es mejor tener un gran número de voces en lugar de un puñado de nombres que destaquen?
— Sí, está bien que haya tanta gente buena. Pero tengo la sensación de que también hay algo de miedo a la ambición entre los jóvenes dibujantes, que no quieren arriesgarse a fracasar. Parece que muchos prefieren quedarse en los nichos donde se sienten seguros. Y me gustaría ver a gente probando cosas alocadas y proyectos ambiciosos, aunque no los puedo culpar por no querer exponerse en este mundo donde vivimos. Es muy diferente al mundo donde yo empecé a publicar.
Por cierto, es cierto que admira mucho el trabajo del dibujante catalán Martí, el autor de Taxista?
— No recordaba que Martí es catalán. Sí, es cierto, soy un gran fan de Martí. Lo descubrí en la revista Raw. En ese momento, todos los dibujantes de los 80 pensamos: "Hostia puta, ¿dónde podemos conseguir más cosas suyas?" Yo me hize con una antología que editó La Cúpula en los 80, y dos o tres libros más. Es uno de mis dibujantes favoritos.
No sé si conocía mucho a Joe Matt, que murió hace unos meses. Él fue otro de esos autores que destacaron mucho en los 90.
— Veía a Joe cada dos o tres años pero nos podíamos pasar 10 horas seguidas charlando sin parar. Era una conexión total y le quería mucho. Me encantan sus cómics, fue uno de los genios infravalorados de nuestra era. Pero era una persona difícil en todos los aspectos que él mismo describe en sus cómics. A veces era complicado estar con él. Pero que ya no esté me hace sentir fatal, no puedo aceptarlo. El otro día escribí a Seth y pensaba en cómo nuestra comunidad es muy pequeña, sólo quedamos 10 o 12 personas de aquella época, y perder a alguien tan joven como Joe, alguien que pensabas que estaría siempre, es difícil de aceptar. Y lo siento por sus amigos más íntimos, es devastador.
A diferencia de Joe Matt, usted nunca ha escrito cómics explícitamente autobiográficos. Pero si un día lo hiciera y contara la historia de cómo un niño tímido de Chicago acabó convirtiéndose en un autor de cómic conocido en todo el mundo, ¿cuál sería la primera escena?
— La primera escena sería yo, a los tres años, sentado en el suelo de mi habitación leyendo el montón de cómics de mi hermano, porque allí es donde empezó todo. Esa época fue cómo hacer una inmersión en un lenguaje, cómo vivir cinco años con alguien que habla italiano y que se convierta en tu segunda lengua. Pasaba el tiempo leyendo cómics de Archie, Superboy y cosas así. Incluso hoy en día, cuando miro a aquellos cómics, me siento más como si volviera a casa, a mi infancia, que cuando voy a mi antiguo barrio. Me provocan una sensación real de felicidad que siempre estoy intentando reproducir con mi trabajo.
¿Y esa felicidad está detrás de los homenajes a estilos y géneros que hay en Mónica? El terror de la editorial EC, el cómic romántico...
— Sí, absolutamente. Todo esto es integral en la forma en que veo el mundo y pienso mis cómics, y a menudo busco inspiración en ellos. Son obras que me electrizan, y cuando quiero crear algo que me haga sentir así vuelvo a esos cómics que leía de pequeño. Y aunque sé que algunos no son muy buenos, tienen una energía de la que podría alimentarme durante el resto de mi vida.