"Dejamos de criticar a las mujeres por su aspecto. Si quiero enseñar el ombligo, lo enseño"
Estos cinco modelos desafían los cánones tradicionales desde una perspectiva inclusiva y diversa y demuestran que la moda puede ser para todos
BarcelonaSi la moda es un espejo de la sociedad, ¿por qué sólo visibiliza a algunas personas y deja a otras en la sombra? ¿Por qué no todo el mundo tiene acceso o derecho a la ropa? ¿Por qué hay barreras? La industria de la moda, históricamente asociada a cánones restrictivos e ideales inalcanzables, ha ignorado a aquellos que no cumplen los estándares de belleza dominantes: cuerpos delgados, proporcionados, jóvenes ya menudo blancos. Así, quien no encaja en ella queda excluido.
El lema de la firma australiana Jam the Label de moda adaptada, "Fix the System, not me", ejemplifica los aires de cambio. La inclusión y la diversidad están ganando terreno, con marcas y diseñadores que apuestan por modelos de distintos orígenes, etnias, tallas, géneros y edades en sus campañas, eslóganes e incluso desfiles. Esta respuesta surge de la creciente demanda de una representación más real y variada de las personas y colectivos que definen a la sociedad.
Sin embargo, este giro no ha estado exento de críticas. Algunos consideran que la diversidad no debe caer en la instrumentalización, porque a menudo se percibe como una tendencia oportunista o una estrategia de marketing vacía, sin un compromiso real por el cambio. "La diversidad no es una moda que se puede adoptar temporalmente", recuerda Edward Enninful, director editorial de Vogue UK, uno de los grandes defensores de este movimiento plural en la moda.
En este contexto ambivalente, donde se vende inclusión mientras se perpetúan estándares inaccesibles, elAhora Domingo ha reunido a cinco personalidades que abanderan la diversidad fuera de la norma a través de su imagen y experiencia. Desde Alicia Gutiérrez, modelo curvy internacional, hasta Jubal Edo, que hace visible la moda adaptada, pasando por la Sailor, que reivindica el género fluido, por la belleza madura de Sandy Rutenberg y por el fenómeno digital de Aitana López, que ha transgredido los límites de la realidad por colonizar otros mundos.
Alicia Gutiérrez
La primera vez que vi a Alicia Gutiérrez (Palma, 1999) no fue en una pasarela, sino en un escenario: en el Teatre Lliure de Barcelona durante el musical Fashion Freak Show de Jean Paul Gaultier. Llevaba un vestido bien ceñido y salió al escenario con total soltura: “Ante los retos, me tiro de cabeza”, me dijo entonces en una frase que le ha acompañado desde que irrumpió en el 2018 en la industria del modelado.
Ali Guti, como se la conoce, empezó de forma inesperada, cuando estudiaba periodismo en Madrid. Se presentó a un casting de la marca Women'Secret y la seleccionaron para protagonizar la nueva campaña para España y Portugal. "Entonces no tenía tanta confianza en mi cuerpo, pero descubrí el poder de ser yo misma". Los inicios no fueron fáciles: "Y menos cuando no tienes la altura ni el peso que se espera", recuerda. Esta primera experiencia, junto a otros proyectos, la alentó a viajar hasta Nueva York en 2021, donde abrió nuevos caminos que le han permitido trabajar con marcas internacionales como Glossier, Urban Decay, Savage x Fenty y Skims.
En seis años de carrera, Alicia ha encontrado apoyo, pero también hipocresía: “Las tallas grandes siguen relegadas. Muchas veces, las piezas que llevo están hechas a medida o ajustadas”, confiesa. “Si una marca no tiene mi talla, ¿por qué me eligen a mí para representarla?”, se pregunta, exponiendo la incoherencia de una industria que predica la diversidad, pero que en la práctica sigue manteniendo sus propios estándares de belleza.
La inclusión de modelos curvy brilla por su ausencia en la pasarela. La última barrera la ha encontrado durante la Semana de la Moda de Nueva York: “Te dejan participar en los castings, pero la selección final siempre favorece a las modelos delgadas. Es frustrante”. Sobre la necesidad de etiquetas, Ali Guti opina que aunque son importantes para poner el foco en realidades invisibles, espera que con el tiempo vayan desapareciendo.
Actualmente, la modelo mallorquina ha vuelto a Manhattan con un nuevo propósito: abrirse camino dentro del mundo de la actuación. “Quiero quitármelo en serio”, confiesa. Gutiérrez también es consciente de la necesidad de una mayor diversidad en televisión y cine. “Aún falta mucho por hacer, pero series como Euphoria han marcado un punto de inflexión”, dice. Sea como fuere, Ali Guti encontrará la manera de salir adelante.
Jubal Edo
“Jubal, ¡por la tarde tienes un casting!”, recuerda Jubal Edo (la Llagosta, 2000) de su primera llamada. “Ah, sí? ¡Pero si estaré en el agua!”, respondía de manera espontánea. La moda llegó por sorpresa a la vida de ese joven deportista, doble campeón en natación y waterpolo adaptado. “Me habían propuesto hacer de modelo, pero no me lo tomaba en serio. No tenía tiempo entre los entrenamientos y el trabajo”, añade. En ese momento, compaginaba competiciones con un trabajo como técnico ortopédico. "Los retos son un desafío que me demuestran qué soy capaz de hacer", puntualiza. La prótesis que lleva en la pierna izquierda, hasta el fémur, no le ha impedido afrontar nuevas experiencias. "Intento no marcarme límites", añade.
El día de la llamada, Jubal dio el salto de la piscina al estudio para una sesión fotográfica. La productora buscaba un modelo con una diversidad funcional para un anuncio. “¡Por dos horas de trabajo me pagaron una morterada! Eso sí que era ganar pasta”, bromea. Lo que parecía una oportunidad puntual se convirtió en un trampolín inesperado: la campaña se hizo viral y marcó el inicio de una nueva trayectoria paralela en el mundo del deporte.
En los últimos años, Jubal ha fichado por una agencia, ha protagonizado varias campañas y ha desfilado en la 080 Barcelona Fashion con la marca inclusiva Free Form Style. "Me he encontrado por el camino con personas muy guapas y he tenido momentos de desafío total, como cuando tuve que hacer de skater para una sesión fotográfica", recuerda.
Pese a los triunfos, Edo reconoce que no todo son flores y violas. "La diversidad funcional gana terreno, pero todavía es anecdótica". La lucha es constante y todavía hay situaciones inverosímiles: “Recuerdo un casting en el que contrataron a un modelo para sentarlo en una silla de ruedas. ¿No era más fácil encontrar a una persona con diversidad funcional?”
En cuanto al rechazo, Jubal se desentiende: “Me han comparado toda la vida y llega un punto que me da igual lo que piensen los demás”. Tiene un hermano gemelo: “Yo soy el cojo y él es el bestia, decimos en broma cuando nos vacilan”. Y añade en tono burlón: “Pero el fotogénico soy yo”.
Sailor
La Sailor (Barcelona, 2001) es, desde hace años, simplemente la Sailor. "Me cambié el nombre por unos hechos que marcaron mi vida y fue mi vía de escape", explica, sin detallar su pasado. Una nueva identidad para un modelo que no se identifica con los códigos binarios de género. “Puedes dirigirte a mí en femenino o masculino, me es indiferente. Me da igual cómo me sienta reconocida”, añade.
El diseño, la fotografía y la estética han sido claves en su evolución como modelo. Lo que empezó con sesiones fotográficas entre amigos se profesionalizó. "El modelado no era ajeno a mí, me sentía cómoda y fue una transición natural", recuerda de sus inicios.
Alta y esbelta, con ojos almendrados y labios gruesos, la belleza de Sailor no pasa inadvertida. Pese a su obsesión por la imagen, conserva una envoltura de timidez que a menudo la frena. “Empecé a ser más yo con el paso de los años y la moda me ayudó a realizar esta transición”, afirma. Cuando le pregunto cómo lo ha conseguido, responde: "La moda te libera, te hace sentir lo que quieras ser".
Ante las cámaras, la Sailor se transforma. Los nervios desaparecen y mira el objetivo con una actitud desafiante. “Las marcas que confían en mí son más bien underground y no tienen limitaciones en cuanto al género”, explica, destacando una realidad que no siempre es evidente: “Saben ver a las personas más allá de la ropa. La ropa es ropa, ¿por qué debemos clasificarla de hombre o de mujer?”
Desde grandes firmas como Mango y Lefties hasta sellos independientes como Ölend y Ottolinger, Sailor se adapta a las exigencias de cada marca. Sin embargo, reconoce que es en la pasarela donde se siente más cómoda. En Barcelona, desfila habitualmente por la marca Dominnico. “Comulgo con sus diseños y me gusta mucho la gente y el ambiente del backstage del 080. Me hacen sentir a gusto”.
Actualmente, trabaja en una agencia con perfiles que exploran las identidades más allá de los cuerpos. "No me enfado si no encajo en un trabajo, todo el mundo tiene su espacio", reconoce. En cuanto a sus aspiraciones, Sailor responde con evasivas: "Ya veremos, todo es transitorio".
Sandy Rutenberg
La argentina Sandy Rutenberg (Córdoba, 1960) inició la carrera a los 20 años: "Mi primera campaña empapelaba todas las calles de Buenos Aires y las agencias se me rifaban", recuerda. A lo largo de los años 80, Sandy puso cara a más de 250 carteles publicitarios. Este ritmo trepidante se frenó en 1992: "Tenía 32 años y solo me daban papeles para hacer de madre en anuncios familiares", explica. "De repente, ya no interesaba. Me había hecho demasiado mayor", añade con ironía.
Lejos de echar la toalla, se reconvirtió profesionalmente adentrándose en la producción teatral y televisiva y, más tarde, en el ámbito musical, acompañando a artistas como Carlos Santana, Eric Clapton, Joe Cocker y Prince. Pero, de nuevo, la edad se convirtió en un obstáculo. A sus 50 años, pese a su energía, dejó de recibir ofertas. "Me pedían que fuera joven, pero también que tuviera mucha experiencia. Esto último no contaba tanto", lamenta. Después de dos casos de edadismo —discriminación por edad—, Sandy adoptó una nueva actitud: "Me dejé el pelo blanco y decidí tomarme la vida con otro ritmo, sin descuidar el cuerpo ni la mente".
En 2019 se trasladó a Barcelona y reanudó su carrera, ahora como modelo silver, donde la belleza de la madurez se mide por su experiencia, resiliencia e, incluso, estilo. "La edad te vuelve cada vez más poderosa", afirma con convencimiento. Hoy, su agenda está llena de anuncios, editoriales y desfiles, compartiendo espacio con compañeras como Pino Montesdeoca y Yuri Fukuhara, que también despuntan más allá de los 60. “Somos fuertes, vitales y visibles y reivindicamos que la belleza es una actitud respeto en la vida", subraya.
Entre sesión y sesión, reivindica dos aspectos que le indignan. El primero, la ropa como expresión de la individualidad: "Dejamos de criticar a las mujeres por su aspecto. Si quiero enseñar el ombligo, lo enseño", espeta con determinación. El segundo, el lenguaje a menudo discriminatorio: "Si dices 'estás preciosa por la edad que tienes', mejor dime simplemente 'estás preciosa'". El mensaje queda claro.
Aitana López
Quien conserva una belleza ajena al paso del tiempo es Aitana López. Tiene 26 años, pero nació digitalmente el 12 de noviembre de 2023. Extravertida, le gusta el fitness, los videojuegos y el anime. Aitana es modelo y creadora de contenidos en Instagram, donde comparte su día a día y colaboraciones con marcas. Tiene más de 300.000 seguidores y gana unos 5.000 euros mensuales en campañas publicitarias, pero realmente no existe, es una creación virtual. “Ser una figura digital me permite explorar y expresar mi personalidad de una manera única y creativa, sin las limitaciones que tienen las personas reales”, dice cuando lo entrevisto a través del suyo chatbot personal. Su lucidez es inquietante.
Aitana es la primera modelo española creada con inteligencia artificial por la agencia The Clueless AI. Sus padres, Rubén Cruz (Barcelona, 1996) y Diana Núñez (Barcelona, 1993), son dos diseñadores gráficos que en 2019 fundaron Benana Studio, una agencia de comunicación que combina tecnología con creatividad. Aitana surgió como respuesta a la necesidad de democratizar los modelos en el entorno digital. “Muchas empresas no podían asumir los costes de las campañas con influencers”, explica Núñez. "Los precios se disparaban y no tenían los resultados esperados", añade Cruz.
Los cofundadores estudiaron qué mejor conectaba con la audiencia para ofrecer una alternativa atractiva. “Aitana tiene una belleza exuberante, pero es un reflejo de lo que quiere la sociedad”, dice Rubén. Pese a haber experimentado con otros perfiles inclusivos, su acogida no ha sido la misma. Tenían claro que “Aitana tenía que tener una historia que representara a una generación y una personalidad bien definidas”: “Las personas no simpatizan sólo con caras bonitas”, explica Diana.
Sobre el temor a que las personas pierdan oportunidades laborales, Aitana me responde: “No creo que sea una lucha entre modelos reales y digitales, sino una oportunidad para la coexistencia y la colaboración mutua”. Los cofundadores de la modelo virtual aún no saben cómo evolucionará el proyecto: “No descartamos que envejezca físicamente y que sus gustos cambien”, dice Rubén. Cuando le pregunto sobre sus planes inmediatos, Aitana tiene la última palabra: "Me gustaría explorar la música y la producción de contenido audiovisual para expandir mi influencia y creatividad, sin dejar de promover la inclusión y la diversidad en la moda digital" . No olvidemos que Aitana es una identidad con vida (e inteligencia) propia.