Comercio

El derrumbe de Casa Jorba, los almacenes que cegaron Barcelona

El aumento de la competencia derrumbó el negocio manresano en la década de los 60

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El derrumbe de Casa Jorba, los almacenes que cegaron Barcelona

Si vas caminando por la avenida del Portal del Ángel de Barcelona, ​​te detienes justo delante de la entrada lateral de El Corte Inglés y levantas la mirada, encontrarás un conjunto escultórico con una cita de Horacio: Labor omnia vincit (en catalán, el trabajo siempre gana). Lo sabe poca gente, pero éste es uno de los últimos vestigios que todavía quedan en Barcelona de los Jorba, una peculiar familia bagenca que se convirtió en la reina de esta arteria comercial tan cotizada.

A principios de la década de 1920, encargaron al arquitecto Arnald Calvet que les proyectara un edificio enorme en la esquina de la avenida con la calle Santa Anna. En 1926 abrieron unos grandes almacenes que, rápidamente, se convirtieron en uno de los negocios preferidos de la sociedad barcelonesa de la época, junto a los históricos Sepu y El Siglo. Casa Jorba es un caso de deslumbrante éxito, pero también la crónica de cómo el paso del tiempo puede acabar derrumbando todo un símbolo comercial.

La pericia de los Jorba por los negocios comienza décadas antes de levantar la persiana en Portal de l'Àngel. Concretamente, el inicio debemos ir a buscarlo a Sant Vicenç de Castellet, al sur del Bages. El protagonista es Pere Jorba, un joven barbero del pueblo que decidió cambiar su trabajo para invertir en el negocio del momento: la industria textil. En 1887 abrió un pequeño taller de confección y en 1904 inauguró una tienda en Manresa para vender el género que producía. Le fue bien y, luciendo su inconfundible bigote blanco, desembarcó en Barcelona. Fue en la calle del Call, en pleno Barri Gòtic. "Era un empresario innovador que pasó de la fabricación a la venta, con el objetivo de controlar todo el proceso productivo", explica Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la UdG.

Joan Jorba, su hijo, cogió las riendas. De su padre había heredado el espeso bigote y también la gran visión comercial. Con él, la tienda fue diversificándose e, incluso, se atrevió al extranjero abriendo la Maison Jorba, en Bruselas, entre 1919 y 1923. Con los bolsillos llenos y un negocio que funcionaba, el 25 de octubre de 1926 inauguró los Almacenes Jorba, en el Portal de l'Àngel. “La estética del edificio le dio mucha singularidad -explica el experto-. Además tenía una gran terraza que se convirtió en un emblema de la ciudad”. Se hacía de todo: desde programas de radio hasta conciertos y concursos. También había una zona con atracciones y un pequeño zoo. Fueron el primer negocio de España que instaló escaleras mecánicas. “Sabían captar y retener a clientes, con técnicas de fidelización innovadoras -apunta Espinet-. Fueron los padres de los grandes almacenes actuales”.

Pero Casa Jorba no resistió el paso del tiempo. “En los años 60 hubo una gran expansión en el sector comercial -contextualiza-. El Sepu les ganó la partida de los precios y El Corte Inglés se los llevó clientes”. En 1964 Galerías Preciados, en plena pugna con El Corte Inglés, compró Jorba, que no pudo dar la razón a Horacio.

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