Teatro

Descubrimos la faceta más desconocida de Ventura Pons: "Nunca renunciaba a lo que creía que tenía que hacer"

El ARA accede en exclusiva al fondo personal de Ventura Pons y reconstruye con Joan Pera, Enric Majó, Josep Maria Pou y Joan Estrada el valioso legado teatral que dejó

El director y productor durante su faceta vinculada a los escenarios.
Teatro
09/04/2024
6 min

Barcelona“En Ventura Pons, director de los buenos, que entre rayos y truenos, y en varios tonos, hace manar las fuentes de nuestro teatro. Y que ha combatido, leal y terco, la falsa virtud, y el juego demasiado sucio, que le pueden abatir”. Es el poema que Joan Oliver le dedicó a Ventura Pons en 1973 y son también las palabras que todos los que asistieron al funeral de Pons, a principios del pasado enero, se llevaron a casa impresas en su recordatorio. “Hace manar las fuentes de nuestro teatro”, Oliver lo tenía claro. Había conocido bien a Pons, que dirigió los montajes teatrales de sus textos Bestiario y Lo que tal vez ocurrió. Hoy sus palabras resuenan, claras y elocuentes, y nos sirven precisamente para hacerle a Ventura Pons un homenaje centrado en su faceta creativa menos popular: el teatro. Dirigió montajes desde finales de los años sesenta, durante toda la década de los setenta y hasta su último montaje, Tres boleros, en 1983, cuando ya se había convertido en director de cine, la faceta por la que siempre será recordado. Pero el teatro vivió siempre muy en su interior. Ésta es la historia.

Varios de los programas de mano de las obras de Ventura Pons.

Un auténtico tesoro documental

Miquel Rey, mano derecha de Pons durante dos décadas, me concede el privilegio de acceder al archivo personal que el cineasta guardaba con esmero y que permite entender y poner en valor su fecunda, arriesgada y muy interesante vida teatral. Y que es, también, un auténtico tesoro documental para captar cómo era el teatro en Cataluña durante el tardofranquismo, cuando todavía las infraestructuras culturales –Lliure, TNC– eran lejanas y el teatro catalán (y en catalán) dependía de la misericordia de la censura . Pons tenía colgados en las paredes de su oficina los carteles enmarcados de todas sus películas, pero también de todos los montajes que dirigió. Guardaba varios ejemplares de los programas de mano y también, y aquí encontramos lo más interesante, toda la documentación que generaba cada montaje. Fotografías, por supuesto, pero también los textos de ensayo, las correcciones, los contratos, cientos de recortes de prensa, la correspondencia con los autores y los empresarios de las salas de teatro y los permisos de la censura. Así, podemos comprobar que complicado fue obtener el permiso para llevar a escena en 1969 El knack o quien no tiene garra no trapa, el texto de Ann Jellicoe, que fue un éxito en el Teatro Windsor de la Diagonal. Hojeo también la documentación de El auca del Señor Llovet, de Jordi Teixidor, también aceptada por la censura y deLo que tal vez ocurrió, anticlerical y subversiva, el propio Pons se extraña, en sus memorias Los míos (y los demás) (Ed. Proa) que les permitieran hacerla subir al escenario del añorado teatro Capsa.

Informes de censura de 'El auca del Señor Llovet'.

Un hombre de teatro

Hablo con Joan Pera, uno de los actores de ese montaje y también deEl Knack y de Bestiario, que, pese al buen reparto y la música de La Trinca, fue un sonoro fracaso de público. “Ventura nunca dejó de ser un hombre de teatro, le amaba y lo llevaba siempre dentro, era inteligente, intuitivo, generoso. Nunca escatimaba, nunca renunciaba a lo que creía que iba a hacer”. Y destaca asimismo el triple compromiso que adquirió Pons en el ámbito teatral. Por una parte dirigir montajes de autores catalanes (Oliver, Teixidor, La cabeza y el fin, de Carlos Valls). Por otra, recurrir a clásicos como el Don Juan Tenorio que dirigió con Mary Santpere y Joan Capri. O en Shakespeare y Noche de reyes. Y quizá la parte más importante, estar atento a autores extranjeros contemporáneos y adquirir sus derechos para hacerlos subir a nuestros escenarios. En este sentido, fue muy importante el montaje en el Romea de ¿Cuándo fue la última vez que viste a la madre?, de Christopher Hampton. Con traducción encargada a Manuel de Pedrolo, el texto aborda de lleno la temática LGTBI, que siempre ocupó y preocupó a Pons. "Era aire nuevo, renovador, arriesgado", exclama Pera, también miembro del reparto de ¿Cuándo fue la última vez que viste a la madre?

Ventura Pons y Mary Santpere a Don Juan Tenorio'.

Coincide en el análisis, punto por punto, Enric Majó. El protagonista deEl vicario de Olot y La rubia del bar, dos de los filmes más populares de la primera etapa de Pons en el cine. Antes, Majó fue escenógrafo y figurinista de los espectáculos de Núria Feliu que Pons dirigió a la Cúpula Venus. El mismo papel que tuvo en Tres boleros, la obra de Harvey Fierstein que, con traducción de Quim Monzó, significó la despedida de Pons como director teatral. ¡Qué alegría encontrar la foto de Pons, Monzó y el actor Joaquim Cardona frente al teatro de Broadway donde se estrenó el montaje original! "Ventura y yo nos entendíamos muy bien, era muy exigente, pero también era fácil trabajar con él", explica Majó. "Era audaz y atrevido, cuando pocos defendían los contenidos LGTBI desde la cultura, él se lanzó de lleno". Y fueron una audacia, continúa, los tres espectáculos que, junto a Joan Estrada, se inventó Núria Feliu en la Cúpula. Estrada, figura fundamental de la Cúpula Venus y colaborador paciente e incansable de Pons durante dos décadas, intervino también en Tres boleros, en el desaparecido teatro Martínez Soria: “¡El Ventura vino al Paral·lel!”, exclama Estrada. Y es que estaba acostumbrado a teatros más “oficiales” como Windsor, Romea y Capsa y pisar la calle más teatroro y niños de Barcelona con un proyecto tan personal fue también toda una experiencia. “El teatro, después de quince años, se le estaba haciendo ya un poco pesado y con la bomba deOcaña retrato intermitente se lanzó de lleno en el cine”, recuerda Majó. “El teatro es un arte extremadamente efímero, recordar a Ventura como gran hombre de teatro es un deber y una reivindicación muy adecuada”.

Ventura Pons con Joaquim Cardona y Quim Monzó en Nueva York.

El último proyecto

El fondo teatral al que hemos tenido acceso da fe tanto del afán archivístico de Pons como de su gran entrega al arte que le hizo debutar profesionalmente. Así lo destaca también Josep Maria Pou. Nunca coincidieron en el teatro –Pou vivió en Madrid entre finales de los sesenta y mediados de los noventa– pero tuvieron una intensa conexión teatral que les llevaba a viajar juntos a Londres y Nueva York ya contagiarse mutuamente descubiertos y montajes que no debían perderse: “En el Ventura el teatro lo alimentó siempre y se mantuvo fiel hasta el final”. Se refiere, claro, a las adaptaciones que realizó en el cine de obras teatrales de autores como Belbel, Benet i Jornet y Lluïsa Cunillé. Pero no sólo, en los últimos años, difíciles de salud y de trabajo, el teatro fue un refugio: “¡Quería volver al teatro!”, exclama Pou. De hecho, lo hizo, sin hacer mucho ruido, en el 2018 en el teatro Versus, con ¡Qué trabajo!, un monólogo interpretado por Roger Pera. ¡Pero quería más! Pou revela que Pons quería volver al Romea a hacer Lo que tal vez ocurrió, con Juan Pera. "Hablamos de ello durante el último año y lo estábamos estudiando, pero ya no pudimos concretarlo", lamenta Pou. "Era un gran hombre de teatro y un buen amigo", concluye.

El fondo teatral al que hemos tenido acceso es una auténtica joya que da fe de la valía y la importancia esencial de Ventura Pons durante la quincena larga de años que estuvo entregado al arte teatral. Desvela lo complicado y comprometido que era levantar proyectos a contracorriente del statu quo cultural del momento. También revela cómo Pons se empeñó en hacer valer la tradición y también la modernidad teatral, cómo exitoso y también cómo fracasó en algunos intentos. Vemos cómo puso los cimientos a su gusto por los personajes poliédricos, por el compromiso cultural, pero también lo observamos cívico con los derechos sociales despreciados y perseguidos durante décadas. Un fondo documental, en fin, para estudiar una trayectoria valiosísima y una porción primordial de la historia del teatro catalán.

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