Los diamantes éticos de Leonardo DiCaprio en Extremadura
Diamond Foundry empieza a construir la planta que fabricará piedras de joyería, pero también semiconductores
BarcelonaSierra Leona, 1999. Una guerra civil asola el país mientras el Frente Revolucionario Unido desplaza a campesinos para hacerlos trabajar como prácticamente esclavos en las minas de diamantes. Es el argumento de la película Diamante de sangre, protagonizada por Leonardo DiCaprio. Una historia que muestra hasta dónde puede llegar la codicia humana. DiCaprio acaba muriendo por la gran piedra rosa. Quizás por haber protagonizado este personaje, el actor decidió invertir en un negocio que, precisamente, quiere acabar con la explotación de la población africana, en muchos casos niños, en las minas: los diamantes sintéticos.
Hace más de 500 años, Francisco Pizarro, nacido en Trujillo, en Extremadura, atravesó el Atlántico en busca de la gloria, como conquistador, pero, no nos engañemos, también de riquezas. Ahora Eldorado vuelve a su ciudad natal en forma de inversión: una fábrica de diamantes, impulsada por la empresa californiana, fundada en Silicon Valley en 2012, Diamond Foundry, de la cual uno de los inversores es Leonardo DiCaprio. Fabricar diamantes parece una gran idea. Las mejores joyas no llevarán el estigma de la explotación humana. Pero el sector de la joyería no es el único que se puede beneficiar: las obleas de diamante son una gran alternativa al silicio para la fabricación de semiconductores. Unos elementos clave para la industria que, por su escasez, han golpeado fuerte, por ejemplo, el sector del automóvil durante los dos últimos años.
A principios de este mes de marzo se puso la primera piedra de esta factoría, en un acto en Trujillo que, en parte, transportaba a Bienvenido, Mister Marshall. Todas las fuerzas vivas estaban presentes: la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez; el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara; el alcalde de Trujillo, José Antonio Redondo, e incluso un cura para bendecir esta primera piedra de una planta que, si todo va bien, tendría que estar a pleno rendimiento en 2025.
Inversión
La inversión no es insignificante. La compañía calcula que destinará 850 millones de dólares –casi 792 millones de euros– a levantar esta planta, que tendría que empezar a producir en 2025. Una vez arranque, irá aumentando su capacidad hasta los 10 millones de quilates anuales, y se crearán 300 puestos de trabajo. La compañía ya dispone de una fábrica de diamantes sintéticos en Estados Unidos, en Wenatchee, en el estado de Washington. Pero esta de Trujillo, la primera en Europa, tiene una vertiente importante: se alimentará con energía fotovoltaica de proximidad. En Estados Unidos la fábrica obtiene la energía de centrales hidráulicas. En Trujillo se levantará una planta solar de 120 MW, que contará, además, con baterías de apoyo para conseguir el suministro continuo de energía.
Esta planta, dice la empresa, tiene que alimentar completamente la fundición. Así, la denominada granja solar cubrirá todo el terreno disponible alrededor de la factoría. La fábrica de diamantes ocupará 30.000 metros cuadrados, pero la instalación fotovoltaica ocupará 200 hectáreas. La desarrollará Powen, empresa española especializada en el autoconsumo fotovoltaico. Su fundador es Rafael Benjumea, también presidente de la patronal fotovoltaica Unef.
Diamond Foundry ya ha conseguido dinero público de apoyo al proyecto. El Fondo de Apoyo a la Inversión Industrial y Productiva (FAIIP), que gestiona la empresa pública Sepides, del ministerio de Industria, le adjudicó 121 millones de euros, mientras que el ministerio de Hacienda –con el visto bueno de Bruselas– le ha concedido 81 millones del Fondo de Incentivos Regionales.
La planta arrancará inicialmente con 144 reactores, con la previsión de una posterior ampliación con 288, hasta llegar a 432. Pero ¿cómo son los diamantes? Estos reactores lo que hacen es, de forma acelerada, lo mismo que la naturaleza. El carbono capturado se somete a muy altas temperaturas. De hecho, es como el sol en la tierra, hasta que se obtiene un plasma –el cuarto estado de la naturaleza, los otros tres son el sólido, el líquido y el gas–. A partir de este plasma se puede crear un diamante único, auténtico como los de las minas, pero sintético y ético, dice la empresa. Pero, además, con este se pueden fabricar obleas para los chips, mucho más rápidas y que disipan más el calor que las actuales de silicio, con una gran utilidad para industrias como la automoción, las telecomunicaciones con las tecnologías 5G y 6G y la inteligencia artificial.