Homenotes y danzas

El masón reusense que fue pionero del transporte colectivo

Josep Brunet Anguera puso en marcha en el siglo XIX la diligencia que conectaba a diario Reus con Barcelona

Anuncio del servicio reusense de diligencias.
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BarcelonaAhora hace poco más de un año hablamos en esta sección del pionero del transporte colectivo en Barcelona, ​​Magí Roca Sangrà, creador de una compañía que acabaría formando parte del embrión inicial de lo que hoy es TMB. Pero antes de que existiera la mecánica, los motores de vapor y, por supuesto, los motores de combustión, la gente ya se desplazaba y hacía largas distancias. Y un protagonista principal de esta protohistoria del transporte es Josep Brunet Anguera, galonero y emprendedor reusense que a principios del siglo XIX ya se dedicó a llevar a personas de un lado a otro.

La presencia francesa en Cataluña entre 1808 y 1814 dejó un poso de republicanismo muy patente en la vida de determinados círculos del país, al que se sumó la aprobación en Cádiz de la Constitución de 1812. En este ambiente, Brunet se sentía como pez en el agua e incluso fue miembro de una logia masónica napoleónica de republicanos radicales, los Filadelfos. Pero con el cambio de régimen y el regreso de Fernando VII, esa militancia le pasó factura porque tuvo que exiliarse brevemente en Francia. El periplo en el país vecino le permitió descubrir el transporte colectivo mediante diligencias a caballo y cuando pudo regresar a su Reus natal la idea se transformaría en una obsesión personal. Con la reanudación, estuvo presente en todas las intrigas republicanas de la ciudad, que a menudo se celebraban en el local de su comercio, en la plaza Mercadal. La conciencia de una mejor comunicación con Barcelona surgió precisamente de estos encuentros y es cuando Brunet se apresuró a aplicar la idea que había visto en Francia.

Con el propósito de establecer una línea regular que uniera a Reus y Barcelona, ​​contactó con los prohombres de la zona para tratar de levantar, lo antes posible, todo el capital necesario para la empresa. Uno de los inversores convencidos fue Pere Sardà Cailà, empresario también de Reus que estaba muy implicado en la vida de la ciudad y que militaba en el mismo ideario político que Brunet. Diseñado el proyecto, la fecha histórica fue el primero de marzo de 1815, cuando el convoy inaugural salió en dirección a la capital catalana. La primera diligencia que se empleó se llamaba Pubilla, era arrastrada por seis caballos y detrás estaba toda una logística más compleja de lo que puede parecer de entrada. Cabe pensar que los caballos no podían realizar todo el trayecto entero, por lo que Brunet organizó una especie de relevos con una serie de puntos de avituallamiento repartidos por el camino. El objetivo era llegar a Barcelona en unas doce horas y, una vez allí, hacer el camino de regreso para poder ofrecer un servicio diario. El billete del trayecto era bastante caro, pero incluía una comida a medio camino, normalmente en Vilafranca del Penedès. Las relaciones tanto comerciales como políticas entre las dos capitales (ya hacía tiempo que Reus era toda una potencia del comercio y de la industria) propiciaron que el proyecto fuera un éxito y llegaran más inversores, para acabar convirtiéndose en la firma Sociedad de Diligencias de Cataluña. Había nacido el primer servicio regular de transporte entre dos puntos, pionero no sólo en Catalunya, sino también en todo el Estado.

La vida de la línea Reus-Barcelona no fue tranquila porque tiempo después, en la década de los treinta, tuvo que convivir con la Primera Guerra Carlista, lo que obligó a modificar los trayectos e, incluso, a recorrer un tramo por mar. Después de medio siglo de ofrecer servicio, la línea murió repentinamente por la llegada del ferrocarril, en 1865, que proporcionaba un viaje mucho más rápido, pero también más cómodo y asequible de precio. Imposible competir con ellos.

La aventura de Brunet y los inversores que le acompañaron no ha caído en el olvido y prueba de ello es que en el 2015, el día del bicentenario, el alcalde de la capital del Baix Camp descubrió una placa que recordaba efeméride y que queda colocada justo en el punto de salida de la línea de transporte, en la calle de Jesús y muy cerca de donde estaba el comercio de este pionero.

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