Hay costumbres que por estas fechas siempre vuelven como el encendido de luces, encuentros con la gente que amas, comidas especiales, regalos, pesebres o cabalgatas. Navidad es un cúmulo de tradiciones
Navidad es la fiesta por excelencia, días de encuentros y reencuentros familiares, celebraciones con amigos, en los que tanto los creyentes como los que no lo son se preparan para la festividad. ¿Pero por qué es Navidad por Navidad? Celebrar el nacimiento de Jesús por esa fecha encajaba a la perfección con el solsticio de invierno. Tiene muchas similitudes con el renacimiento de la vida, la luz comienza a predominar y los días se alargan. "Los procesos de asimilación de una cultura suelen ser largos, pero se producen sin demasiado aspavientos; es una modernización, como ocurre ahora que nos adaptamos a las necesidades del momento", explica Amadeu Carbó, folclorista y escritor, autor deCelebramos la Navidad: Cuándo, cómo y porqué de la fiesta más grande(Ediciones Morera, 2016).
¿Qué representa Navidad?
Por un lado, celebramos el nacimiento de Jesús, que puede interpretarse como una cuestión de fe pero también es la celebración del nacimiento de un mito cultural, uno de los mitos fundacionales de nuestra cultura: "Los occidentales culturalmente somos cristianos", recuerda el folclorista. Por otro lado, en Navidad se celebra la vida, es una celebración con unas connotaciones importantes de fiesta familiar, hasta el punto de que uno de los actos centrales de la fiesta de Navidad es una comida familiar: el almuerzo de Navidad no es un almuerzo como cualquier otro, y más allá de lo que comemos es muy importante. Alrededor de la mesa se explican simbólicamente muchas cosas: "Para empezar no la paramos con el ajuar de cada día, es posible que el mantel o la cubertería nos remitan a antepasados familiares. Revistiendo la mesa le damos la categoría de sagrada". Al mismo tiempo, el espacio suele transformarse para poner el pesebre o el árbol, y para acoger a los invitados, que tampoco se sientan de cualquier manera, hay una jerarquía y cada familia tiene la suya. A menudo se distingue entre los más jóvenes en una punta y los mayores en la otra presidiendo la mesa. "También es una comida donde se redefine el grupo familiar, que nos regala la fotografía de ese momento de la familia, en la que se ven las ausencias, nacimientos o las nuevas incorporaciones al núcleo familiar", apunta Carbó. Los cuñados son cambiantes porque están en función del otro, no son miembros de pleno derecho.
Tradiciones que se mantienen y nuevas que se incorporan
En el siglo XXI el día de Navidad, a pesar de ser importante, ya no es tan excepcional y tiene muchas similitudes con Nochebuena, San Esteban o incluso el día de Reyes, que se hacen comidas similares. Para Carbó se explica porqué las oleadas migratorias de los años 50 del siglo pasado hicieron que se incorporaran tradiciones propias de los lugares de origen de las personas inmigrantes: "Además, nos hemos vuelto más prácticos, las familias reparten las visitas a familiares y amigos a lo largo de las festividades".
Luces de Navidad en la Gran Vía de Barcelona.Pere Virgili
La voluntad de celebrar las fiestas colectivamente es lo que hace que se mantengan en el tiempo. "La tradición también debe ser útil para los grupos, si no celebramos algo muerto. Imaginemos un almuerzo de Navidad donde no queda niños y los mayores se dedican a decir los versos", plantea Carbó. La presencia de las criaturas en primer plano permite que sean las protagonistas y celebrar la continuidad del núcleo familiar. ¿Y qué aportan las nuevas tradiciones? Enriquecen la celebración y le dan sentido. En un mundo tan globalizado enriquecemos las celebraciones familiares para que las contextualizamos dentro de los marcos mentales y culturales que tenemos.
Las construcciones culturales fluctúan, hay tradiciones que se han perdido, otras que se han transformado y alguna que se había caído en el olvido, como el Canto de la Sibila, que se está recuperando. "Antes era una costumbre generalizada ir a la Misa del Gallo, tanto si eras creyente como si no, y ahora son pocos los que van a misa a medianoche. Hay sitios que le están avanzando para que no cueste tanto a la gente mayor y le llaman la Misa del Pollito", explica. A lo largo de los años hemos asumido mucha estética navideña como propia, como las coníferas centroeuropeas, bolas brillantes, verdes y rojas que llegan de Hollywood o villancicos que han sido sobrepasadas por un universo sonoro navideño de estándares americanos.
Lo que no puede faltar
El tió
El tió, como el muérdago y el árbol, es uno de los elementos vegetales a los que se ha hecho culto y es uno de los elementos de las fiestas de Navidad y del invierno que no han sufrido una cristianización excesiva. Antes el tió no estaba infantilizado, no tenía cara ni llevaba barretina. Se cogía un tronco de la chimenea que estuviera a punto de ser quemado y aquél era el tió que cagaba frutos secos u otras cosas modestas. En el mundo simbólico representa la continuidad del grupo familiar, es el fuego que no se apaga. Era un ritual de montaña que entra en crisis a partir de la industrialización con las migraciones de finales del siglo XIX porque en las ciudades no existían chimeneas. A punto estuvo de desaparecer ligado al hecho social hasta que Banca Catalana financió una campaña con aucas y la infantilización del tió, que cuajó y se extendió por todas partes.
El caganer
No hay exclusividades culturales, también hay caganers en Murcia o Portugal. Es una figura del belén popular que se incorpora hacia finales del siglo XIII, antes sólo se encontraba en conventos o palacios, donde la gente exhibía sus belenes como un motivo de alarde. A partir del momento en que los belenes entran en las casas, llegan personajes de la vida cotidiana del momento: el cazador, el pescador o la vieja que fila, que han quedado como figuras típicas. El caganer es una figura satírica dentro del pesebre, el contrapunto que rompe con la dimensión del relato sagrado y el nacimiento del mesías.
Los Pastorcillos
Esta tradición es muy antigua, se remonta a la época medieval, en la que se representaban obras parateatrales en las iglesias que querían plasmar el nacimiento de Jesús. Era una herramienta para dar a entender un mensaje concreto, que se popularizó, salió de las iglesias y fue a ateneos y salas de teatro de muchos pueblos.
Belenes vivientes
Son una incorporación modernísima. El primer pesebre viviente lo impulsa en Escaldes-Engordany, en 1955, el intelectual y activista cultural Esteve Albert. En Cataluña, el primero fue en 1959 en Castell d'Aro, que no tuvo continuidad en el tiempo, a pesar de haber vuelto. Y el de Corbera, que arrancaba en 1962, incorporó una gran novedad que hizo fortuna y marcó la tendencia de lo que han sido los pesebres vivientes a partir de entonces: un itinerario en el que te desplazas por el pesebre y te vas encontrando las escenas.
Navidad y la religión
Nadal evidencia que existe una culturización de la religión: "Son unas fiestas que se han convertido en una celebración de carácter más cultural que priman sobre los aspectos más religiosos, y leerlo como cultural permite que se perpetúe la hegemonía social de la celebración", argumenta Víctor Albert-Blanco, sociólogo e investigador de la IS. Estos procesos de culturización no son exclusivos del cristianismo; en un contexto de diversidad como el actual, también ocurren en otras religiones. El sociólogo asegura que en los años que el pesebre de la plaza Sant Jaume de Barcelona ha generado controversia con quien defiende que el nacimiento debe mantenerse en el estado puro y no se puede modernizar, evidencian que es un debate religioso y político, y que las fronteras se construyen cultural y políticamente.