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El estropicio de Saba, la reina de los electrodomésticos alemana

En la década de los 70 empezó el declive de la compañía, que se ha convertido en una marca residual

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El estropicio de Saba, la reina de los electrodomésticos alemana

Seguro que, se naciste antes de los años 80, recuerdas este eslogan: Lo que sabe, Saba”. Creado por el publicista Ricardo Pérez Galindo en 1989, se convirtió en una de las frases más recordadas de la televisión para toda una generación. "Aún es un lema muy conocido por los nostálgicos de aquella época", certifica Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la Universidad de Girona. Era el eslogan de Saba, una de las marcas más emblemáticas de electrodomésticos y electrónica de consumo en España. La frase, pronunciada con elegancia, cerraba los anuncios de todos los productos que la compañía alemana venía al Estado: desde televisores hasta videocámaras, pasando por reproductores de cintas de VHS y equipos de sonido. Rival eterna de la germánica Telefunken, Saba era vista como una empresa referente en el mundo de la innovación. Pero hoy en España se ha convertido en una marca residual. De hecho, si se quiere comprar algún producto Saba, la página web oficial redirige tan sólo a la tienda online de Conforama, donde sólo se venden dos modelos de televisor y un microondas.

La causa de la desaparición de Saba en España es la misma que se ha ido repitiendo en otras empresas históricas europeas del ramo de la electrónica. “El mercado de televisores ha sido invadido por marcas asiáticas con soluciones más innovadoras y precios más ajustados –resume el experto–. Saba no ha sabido hacerle frente”, remacha. Sin embargo, la compañía alemana sigue siendo una de las supervivientes más antiguas del mundo de la electrónica. Con más de 185 años de historia, ha pasado de todos los colores.

El origen de la compañía se remonta a 1835 en Triberg, un pequeño pueblo al sur de Alemania. Ese año el joven Joseph Benedikt Schwer fundó allí una fábrica de relojes. El negocio fue pasando de generación en generación hasta que, a principios del siglo XX, acabó en manos de su nieto. Bajo su supervisión, en 1918 la empresa hizo un cambio de chip: se trasladó a nuevas instalaciones y empezó a fabricar componentes para aparatos de radio, una tecnología entonces al alza. Quince años después la empresa ya era uno de los mayores fabricantes de radios de Alemania, sólo por detrás de Telefunken. En 1931 Saba logró producir 100.000 transistores del modelo S-35. A raíz de ese éxito se empezó a diversificar. Inauguró una fábrica de magnetófonos, vendió aparatos de radio portátiles y lanzó al mercado a los primeros televisores de color PAL. E incluso los primeros mandos inalámbricos. "Durante los años 60 y 70, la empresa se consolidó como una marca innovadora", recalca Espinet.

Pero a los la recesión económica derribó las ventas de la marca, que detuvo la producción de equipos de sonido de alta definición en 1978. En los 80, el grupo francés de electrodomésticos Thomson compró Saba para expandirse en el campo de la electrónica de entretenimiento. También compró Telefunken. Y, poco a poco, el grupo francés -que desde el 2010 se llama Technicolor-, fue diluyendo a Saba dentro de su catálogo.

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