Feijóo salva por los pelos el plebiscito sobre sí mismo

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Alberto Núñez Feijóo celebra la victoria en las elecciones europeas en el hall de Génova

El PP pensaba que tras los indultos y la derogación de la sedición era imposible no echar a Pedro Sánchez el 23-J. Y no ocurrió. Y ahora pensaba que tras la amnistía, el caso Koldo y el caso Begoña, España votaría en masa para echar al autócrata de la Moncloa. Y tampoco ha ocurrido. Sin embargo, los cuatro puntos y dos eurodiputados de diferencia respecto al PSOE son suficientes para Alberto Núñez Feijóo para sobrevivir a sí mismo como líder del PP pero insuficientes para moverle la silla a Pedro Sánchez. Al final, pues, Feijóo ha superado por los pelos el plebiscito sobre sí mismo en el que se han convertido todas las elecciones después del 23-J. El PP soñaba con una victoria más amplia, de por lo menos cinco puntos de diferencia (que es lo que pronosticaba el gurú Narciso Michavila, que vuelve a quedarse corto).

Pero aunque hoy nadie cuestione públicamente a Feijóo, es inevitable que tarde o temprano se vaya abriendo paso dentro del PP el debate sobre si es el mejor candidato para llevar el partido a la victoria. Sobre todo, porque muy cerca de la sede de Génova, en la Puerta del Sol, hay una líder calentando en la banda con un perfil y unas maneras de hacer muy distintas a las del político gallego y que en Madrid obtiene unos resultados espectaculares.

No será una crisis inmediata, sino que se irá madurando con el tiempo, con la colaboración de todo el aparato mediático y financiero madrileño (con Florentino Pérez en cabeza). Hay que tener en cuenta que la derecha madrileña no soporta que se la humille, y eso es lo que ha vuelto a hacer Pedro Sánchez, resistiendo contra pronóstico por segunda vez en un año. Pero la operación Ayuso, para hacerla bien, necesita ser planificada y trabajada con tiempo, porque ahora mismo el partido está dividido en dos almas: la más propiamente feijooísta y moderada que representa Juanma Moreno Bonilla y el ala radical y ultraliberal que representa Ayuso. La presidenta madrileña necesita tejer complicidades en los distintos territorios para evitar abrir una guerra interna. Pero incluso Moreno sabe que no tiene nada que hacer si la presidenta madrileña decide dar el paso.

El factor Pedro

Por otro lado, el PSOE demuestra que depende más que nunca de Pedro Sánchez. Las elecciones eran un plebiscito sobre él, y él ha jugado la carta personalista, con cartas a la ciudadanía incluidas, sin vergüenza alguna. Solo en Junts, con Carles Puigdemont, se vive un fenómeno de dependencia política similar. Pese a la derrota, el 22 a 20 dibuja un resultado ajustado que se aproxima mucho al temido "empate" que blandía el PP. Y esto gracias al muro plurinacional, es decir, a los resultados en Catalunya y País Vasco (más Navarra).

La derecha ha ganado, pero no ha arrasado. Y con el fenómeno Alvise, que no sabemos si se va a articular políticamente, vuelve a estar dividida en tres facciones tras la desaparición definitiva de Cs.

Mientras, a la izquierda del PSOE, a Yolanda Díaz le espera trabajo. Si quiere reconstruir el espacio, tendrá que humillarse y aceptar negociar de tú a tú con Irene Montero después de haberla vetado en la lista del 23-J. En política los cadáveres en el armario siempre acaban resucitando.

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