El fracaso del primer campo de golf público de Cataluña
Una cafetería abandonada; un almacén totalmente calcinado; buques abandonados a la intemperie y edificios saqueados. El cineasta Jaume Balagueró nunca ha rodado ninguno de los suyos thrillers terroríficos, pero podría haberlo hecho perfectamente. En unos terrenos de 80 hectáreas junto a la C-16, a caballo de los términos municipales de Rubí y Sant Cugat, se extiende el campo de golf de Can Sant Joan, el primer campo de golf de titularidad pública de Cataluña. Sin embargo, hoy en día es un campo fantasma. Inaugurado en 1994, este 2019 Can Sant Joan celebra su 25 aniversario inmerso en un claro estado de decadencia y abandono. La reciente quiebra de la empresa que tenía encomendada su explotación y las malas críticas que había ido arrastrando el proyecto hicieron que, en el 2018, cerrara sus puertas.
“Era una iniciativa realmente estimulante -recuerda Joan Puigdomènech, actual teniente de alcalde de Urbanismo, Medio Ambiente y Participación del Ayuntamiento de Sant Cugat-. Yo mismo había sido usuario y gozaba”, rememora. Todo comienza en 1991, cuando el Instituto Catalán del Suelo (Incasòl) decidió sacar adelante el proyecto expropiando 101 hectáreas de unos terrenos que debían ir destinados a acoger un nuevo polígono de actividades económicas. De la mano con la Real Federación Española de Golf, la Federación Catalana de Golf y el Consejo Superior de Deportes, tres años más tarde, las autoridades cortaron la cinta. “Era un proyecto interesante que podía acercar el golf a la ciudadanía y proteger el territorio”, recuerda Puigdomènech.
Para dotarle de vida, Incasòl firmó un convenio con la Federación Catalana de Golf para encargarle la gestión. Sin embargo, en 2015 la Federación delegó su responsabilidad a un tercero. Fue así, como, dos años después, el campo de golf fue a parar a manos de Puro Campo SL, una empresa dedicada a la explotación de fincas rústicas y capitaneada por un empresario ruso, según Rubí.tv. El objetivo era revertir la espiral de números rojos en la que había entrado: los ejercicios de 2008 y 2009 se habían cerrado con pérdidas superiores a los 400.000 euros, y en 2011 y 2012, la cifra se había situado en los 300.000 euros negativos. Así, el cambio en la gestión buscaba hacer mejoras en el campo y atraer a nuevos clientes, pero el proyecto murió al poco tiempo. Puro Campo SL, con muchas deudas acumuladas, quebró enseguida y la Federación se vio obligada a rescindir el contrato. La plantilla, que ya llevaba meses dejando de cobrar, se quedó en la calle. Los grandes costes asociados al mantenimiento, así como las críticas que habían difundido en las redes los usuarios durante los últimos años, condenaron a muerte al proyecto.
Desde mediados de 2018, la Federación Catalana de Golf está “trabajando para encontrar otro operador adecuado y solvente” que quiera sacar adelante el proyecto, pero de momentot todo sigue atascado. Tiene la concesión otorgada hasta el 2064, pero los ayuntamientos de Sant Cugat y Rubí ya tienen los ojos puestos: “Si se acabara rescindiendo, pediríamos recuperar el espacio para la ciudadanía, pudiéndolo convertir, por ejemplo, en un gran parque interurbano”, aventura Puigdomènech.
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La lección
“El caso nos enseña que las cosas son complicadas –dice Joan Puigdomènech, teniente de alcalde de Urbanismo de Sant Cugat–. Salir adelante un campo de golf requiere un nivel de imaginación, de iniciativa y de esfuerzo muy importante y, sin embargo, por mucho sentido que tenga un proyecto, nada asegura que se pueda salir adelante”