Tecnología

El fracaso de Secret, la red social preferida de los acosadores

El apli permitía compartir mensajes y fotos de manera anónima, pero acabó convirtiéndose en una madriguera de ciberbullying

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Ilustración

El 29 de abril de 2015, David Byttow publicó un artículo en su blog: “Ha sido una de las decisiones más tristes y difíciles que he tomado nunca, pero les comunico que he decidido cerrar Secret”. Con estas palabras, el empresario y programador estadounidense enterraba el proyecto que le había hecho famoso en Silicon Valley, la meca de los emprendedores. Llegó años atrás para trabajar en el desarrollo de la red social Google+, hoy desaparecida. Más tarde fichó por el conglomerado tecnológico Square, pero su nombre pasó inadvertido entre el gran público hasta el 2014. Aquel año, Byttow dejó su trabajo y decidió materializar una idea que llevaba tiempo rondándole por la cabeza. Se había dado cuenta de que la gente, en las redes sociales, nunca se mostraba tal y como era. Por eso se le ocurrió crear una aplicación donde todo el mundo pudiera compartir y comentar mensajes y fotografías de manera del todo anónima. La llamó Secreto y en enero del 2014 se estrenó en fase de pruebas únicamente en Silicon Valley. Lo sacudió todo.

“Conozco a un consejero delegado de una start-up que ha hinchado ilegalmente las cuentas”; “mi director siempre critica a todas las personas que tienen éxito y cree que es Steve Jobs”; “malto tener que ir a trabajar cada día”... La nueva red social enseguida se llenó de críticas anónimas como éstas, recogidas por el portal Genbeta. Publicaciones prestigiosas como Forbes, The Guardian, TechCrunch y Time destacaron Secreto como una de las aplis del momento. Rápidamente despertó el interés de un buen puñado de inversores como Google Ventures y Kleiner Perkins, que en febrero del 2014 volcaron 1,4 millones de dólares. Secreto tenía tan sólo tres trabajadores, pero un mes más tarde ya levantó otros 8,6 millones en una nueva ronda de inversión. El 21 de mayo de 2014, Secret pasó a estar disponible en todo el mundo y tuvo un muy buen recibimiento.

“En aquellos años, Facebook y Twitter se estaban popularizando y empezaba a crecer el temor de muchos usuarios sobre su privacidad –contextualiza Frederic Guerrero-Solé, investigador en redes sociales de la Universidad Pompeu Fabra–. Secreto irrumpía en medio de este escenario como una plataforma que garantizaba el anonimato”, resume. En pocos días, el aplique se situó como la segunda red social más descargada en la AppStore. En julio volvió a cerrar una jugosa ronda de financiación, de 25 millones de dólares. Pero un año después nadie se acordaba de Secreto. La plataforma ni siquiera aparecía entre las 100 redes sociales más descargadas. ¿Qué le había pasado?

“La idea podía parecer atractiva, pero pronto se demostró que tenía un recorrido nulo”, dice el experto. Para Guerrero-Solé, la red tenía unos riesgos evidentes de uso malevolente, que no tardaron en confirmarse. La aplicación se llenó de conductas inapropiadas: desde ciberbullying hasta episodios de sextorsión, insultos y amenazas de todo tipo. “En Secret acabó entrando todo aquello que el resto de redes intentaban frenar para evitar el agotamiento y la fuga de usuarios”, remacha. Incapaz de moderarlo, Byttow echó la toalla.

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