Macroeconomía

'Freakonomics', el 'bestseller' que fracasó al transformar la economía

El libro fue un éxito de ventas, pero algunos académicos han criticado su planteamiento

Freakonomics
The Economist
05/04/2024
4 min

"La economía es un estudio de la humanidad en el ordinario negocio de la vida". Así comienza Principios de economía de Alfred Marshall, un libro de texto del siglo XIX que ayudó a crear el lenguaje común que los economistas todavía utilizan hoy en día. La afirmación de Marshall de que la economía estudia lo "ordinario" fue una declaración de intenciones. La disciplina trataba de tomarse en serio algunas de las cuestiones más urgentes de la vida humana. ¿Cómo pago mis facturas? ¿Qué hago para ganarme la vida? ¿Qué ocurre si me pongo enfermo? ¿Podré jubilarme alguna vez?

En el año 2003 el New York Times publicó un perfil del economista de la Universidad de Chicago Steven Levitt, en el que expresaba una perspectiva muy distinta: "En opinión de Levitt –decía el artículo– la economía es una ciencia con herramientas excelentes para obtener respuestas , pero una grave escasez de preguntas interesantes". Levitt y el autor del artículo, el periodista Stephen Dubner, escribieron juntos Freakonomics. En su libro había poco sobre los negocios ordinarios de su vida. A través de viñetas sobre luchadores de sumo tramposos, traficantes de crack con salarios mínimos y miembros del Ku Klux Klan, los autores exploraron cómo la gente responde a los incentivos y cómo el uso de datos nuevos puede destapar qué está impulsando realmente su comportamiento .

Freakonomics fue un éxito. Entró en las listas de los más vendidos justo por debajo de los libros de Harry Potter. Como en los cómics de Marvel, generó un universo ampliado: columnas en el New York Times, podcasts y secuelas, así como imitadores y críticos, decididos a derrocar sus argumentos. Llegó a la cima de una hornada de libros que prometían un análisis peculiar, pero riguroso, de temas que la sabiduría convencional había obviado. El pasado 7 de marzo, Levitt, que para muchas personas se convirtió en la imagen viva de un economista, anunció su retirada de la academia. "Es el sitio equivocado para mí", dijo.

Durante su carrera, Levitt escribió varios artículos sobre microeconomía aplicada. El académico se describió a sí mismo como "una nota a pie de página sobre la revolución de la credibilidad". Este concepto hace referencia al uso de trucos estadísticos, como el análisis de las variables instrumentales, los experimentos naturales y la discontinuidad de regresión, que están diseñados para hacer aflorar las relaciones causales a partir de los datos. ~BK_SALTO_LINEA ~ El economista estadounidense popularizó las técnicas de colegas de profesión como David Card, Guido Imbens y Joshua Angrist, que ganaron conjuntamente el premio Nobel de economía en 2021. La idea era explotar las peculiaridades de los datos para simular la aleatoriedad con la que se encuentran los científicos en experimentos controlados. Por ejemplo, podrían utilizarse fechas de inicio arbitrarias en el calendario escolar para estimar el efecto de añadir un año en la educación sobre los salarios.

Donde difería el enfoque de Freakonomics era al aplicar estas técnicas al "lado oculto de todo", tal y como decía el lema del libro. La investigación de Levitt se centró en el crimen, la educación y la discriminación racial. El capítulo más controvertido del libro argumentaba que la legalización del aborto en Estados Unidos en 1973 había provocado una caída de la delincuencia en la década de los 90, porque más bebés no deseados fueron abortados antes de que pudieran convertirse en adolescentes delincuentes. Sin embargo, iba errado. Investigadores posteriores hallaron un error de codificación y señalaron que Levitt había utilizado el número total de arrestos, que depende del tamaño de una población, y no la tasa de arrestos.

Otros economistas –incluido James Heckman, colega de Levitt en Chicago y otro premio Nobel– estaban preocupados por la banalización. "Cuto (bufón, en catalán)", fue como describió su enfoque en una entrevista. En el corazón de la crítica de Heckman estaba la idea de que estos estudios se centraban en la "validez interna" (asegurando que las estimaciones del efecto de algún cambio se estimaban correctamente) por encima de la "validez externa" (si las estimaciones se aplicaban de manera más general.) En cambio, él consideraba que los economistas deberían crear modelos estructurales de toma de decisiones y utilizar datos para estimar los parámetros que explicaban el comportamiento dentro de ellos.El debate se volvió tóxico.Según Levitt, Heckman llegó a asignar a sus estudiantes de máster la tarea de rasgar el trabajo del autor de Freakonomics en su examen final.

¿Quién tenía razón?

Ninguno de los dos hombres ganó. La revolución de la credibilidad se comió a sus propios hijos: los artículos posteriores a menudo dieron la vuelta a los resultados, aunque, como en el caso de los popularizados por Freakonomics, después tuvieron una segunda vida como anécdotas de bar. El problema también se ha extendido al resto de la profesión. Un estudio realizado recientemente por economistas de la Reserva Federal encontró que menos de la mitad de los artículos publicados que examinaron podrían reproducirse, incluso con la ayuda de los autores originales. Los resultados contraintuitivos de Levitt han pasado de moda y los economistas se han vuelto más escépticos en general.

Sin embargo, los enfoques de Heckman también tienen sus propios problemas. Los modelos estructurales requieren supuestos que pueden ser tan poco plausibles como cualquier cuasiexperimento peculiar. Desgraciadamente, gran parte de la investigación contemporánea utiliza grandes cantidades de datos y las técnicas de la "revolución de la credibilidad" para llegar a conclusiones obvias. Las cuestiones centenarias de la economía son tan interesantes como siempre. Las herramientas para investigarlas siguen siendo una labor en proceso.

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