Hacer lo que nos dé la gana, incluso 'topless'

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Hacer lo que nos dé la gana

Tengo un montón de mujeres cerca que hacen bastante lo que les da la gana. Como mi amiga Cris, por ejemplo, que hace pole dance. Si la conoces de una manera superficial, Cris entraría dentro del cliché de feminista ultra concienciada de aquellas que el recontraclixé dice que queman a las mujeres que hacen pole dance. Pero mi amiga Cris básicamente hace lo que le da la gana y los clichés se los come para desayunar. O mi amiga Kras, que pese a tener un trabajo fijo y seguro también hace de clown y pinta unos cuadros extraordinarios. Porque es su vocación. Porque le da la gana. Y para terminar quiero hablar de Eva, mi hija, que a pesar de ser mucho más joven que servidora y mis amigas, hace bastante lo que le da la gana, como hacer topless.

Pero Eva y unas pocas amigas suyas conforman una burbuja nada representativa. Porque cada vez veo menos mujeres, especialmente chicas jóvenes, haciendo topless. Alguien podría decir que no hacerlo es un ejercicio de libertad. Es decir, que las mujeres que eligen dejarse la parte superior del bikini lo hacen porque les da la gana. Y en algunos casos es así, claro. Pero demasiadas veces hay filtros conservadores de basura de por medio. Para empezar, el filtro de Instagram y TikTok que te penaliza si eres mujer y la foto y el vídeo que te harás cuando te estás bañando muestra tus pezones (eo, señores Instagram y TikTok, mis pezones tienen la misma materia biológica que los de los señores que sí pueden enseñarles). Y después está el miedo. El miedo al que pasará si alguien toma una foto en la playa de mis tetas y cómo la puede utilizar (eh... son tetas, no nitroglicerina). El miedo a ser el único que hace topless y a sentir las miradas de los demás (qué mierda que haga falta que llegue alguien a una playa como yo y empiece a hacer topless para que otras mujeres se vean capaces de hacerlo). Y el miedo a no tener el venenoso concepto de cuerpo perfecto, un miedo a que las chicas jóvenes reciben de forma masiva cada vez que se conectan a las redes (de ahí, ¿ha visto el torso de tantos hombres nada perfectos en playas y piscinas?). Por tanto, demasiados factores que llevan a demasiadas mujeres a no hacer lo que les da la gana y a tomar una decisión, la de mantener la parte de arriba del bikini, desde un espacio de miedo y presión estética. No, esto no es hacer lo que te da la gana. Y no seré yo quien las juzgue.

Yo misma, cuando empecé a hacerlo tuve que superar el malestar de quien tenía cerca, que no veía con buenos ojos que yo enseñara una parte de mi cuerpo que para esa persona tenía un significado puramente sexual y quería solamente para él. Porque es así. Porque venimos de aquí. La mayoría de las mujeres que conozco hemos empezado a enseñar las pechugas o el cuerpo entero en la playa o donde sea y al hacerlo hemos tenido que vivir unos minutos o unos días de incomodidad para ganar un espacio de libertad. Porque va de eso. De libertad, no de estética. Esta es la clave.

Este año la Generalitat ha difundido un comunicado recordando a los ayuntamientos que está prohibido prohibir el topless. Ojalá haya servido. Ojalá. Y ojalá todas las mujeres puedan seguir ejerciendo la libertad de hacer lo que les dé la gana.

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