Homenotes y danzas

Gillette, el socialista utópico que se hizo rico afeitando barbas

El fundador de la marca, ahora propiedad del gigante del consumo Procter & Gamble, intentó propagar sus ideas políticas

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Gillette

Hoy en día, cuando un hombre, una mujer o una persona no binaria se acerca a un supermercado para abastecerse de hojas de afeitar, lo más probable es que encuentre un espectáculo desolador, alejado de los principios de la economía. de mercado, como es la falta de competidores en el ámbito de los utensilios para afeitarse. En otras palabras, la multinacional Gillette –ahora en manos del gigante Procter & Gamble– ha dejado un mercado baldío, donde los escasos competidores (la alavesa Lea, la británica Wilkinson Sword y pocas más) están a una distancia sideral de su potencia casi monopolista.

El hombre destinado a construir este imperio nació en Wisconsin, pero se educó en Chicago, la ciudad a la que se habían mudado sus padres. En 1871, la tragedia provocó un nuevo cambio de residencia, porque un incendio que destruyó esta ciudad de Illinois tuvo el efecto de que la familia de King C. Gillette lo perdiera todo. Esta catástrofe destruyó completamente 9 kilómetros cuadrados de la ciudad, mató a 300 personas y dejó sin hogar a unas 100.000. Establecidos en Nueva York, el joven entró a trabajar en unos grandes almacenes y poco después cogió el rol de viajante, lo que le permitiría trabajar para varias compañías en todo el país. En esa época puso en práctica una afición que tenía desde niño, consistente en trastear con todos los utensilios mecánicos que pasaban por sus manos.

Mientras trabajaba para una empresa de tapones, Crown Cork and Seal Company, Gillette trabó amistad con el propietario y éste le propuso un reto: encontrar un producto que, una vez utilizado, se tirara y los clientes tuvieran que comprarlo más. Esto fue el embrión del invento que le haría rico, porque poco después observó cómo las máquinas de afeitar debían estar afilándose una y otra vez. Así pues, la idea brillante de Gillette fue dejar de afilar hojas de afeitar –el proceso que estaba llevando a cabo cuando se le encendió la bombilla– para pasar a utilizar hojas que una vez gastadas podrían tirarse.

Esto ocurría en 1895, pero la producción en serie aún tenía que tardar, porque tecnológicamente no era sencillo trabajar sobre el material base, que eran pequeñas planchas de un acero barato, y costaba afilarlas. Los modelos teóricos de diseño tuvieron que evolucionar hasta encontrar la hoja perfecta, que apareció en 1903, ocho años después del primer intento. La firma creada para fabricarlas y comercializarlas se llamó Gillette Safety Razor Company.

Después de dos décadas de comercializar el prototipo, en 1920 salió al mercado la primera de las muchas evoluciones que tendrían las maquinillas de afeitar: mejoró el ángulo en el que se insertaba la hoja y diseñó un mango más cómodo de agarrar. Hoy en día, la empresa Gillette considera este segundo modelo como "el primer instrumento de precisión para afeitarse". Entre un producto y otro hubo un crecimiento desbocado en las ventas de hojas, que pasaron de las 168 unidades del primer año a más de 70 millones cuando se iniciaba la Primera Guerra Mundial. Precisamente, el contrato firmado con el gobierno de Estados Unidos para abastecer de sacapuntas y hojas a todos los soldados americanos durante la Primera Guerra Mundial, supuso una operación fabulosa para las cuentas de la empresa. Otro factor para este gran crecimiento, como suele ocurrir en estos casos, fue el uso intensivo de la publicidad para dar a conocer el producto (en este caso, a menudo vinculado al mundo del deporte).

Empresario con ideas socialistas

En la década de los años veinte, Gillette se mantuvo al margen del día a día del negocio, aunque retuvo la presidencia de la firma hasta 1931. El empresario dedicó su tiempo disponible a escribir libros para propagar las sus ideas políticas, vinculadas a la corriente del socialismo utópico. En este sentido, su obra más conocida es anterior (1894) a este período y se titula The human drift, en la que propone la creación de una única compañía, de carácter público, para sustituir a todas las empresas que operan en el mercado de manera competitiva.

Cuando la marca estaba en lo más alto, a finales de los años 20, el Crac del 29 y la posterior Gran Depresión afectaron tanto al patrimonio personal de Gillette como a la posición dominante de la firma, que quedó muy debilitada respecto a sus competidores. En medio de todo esto, en 1932 le llegó la muerte a ese gran emprendedor, cuando ya era considerado en todo el mundo una eminencia de los negocios.

Como decíamos desde el principio, Gillette pertenece a la multinacional de bienes de consumo (muy centrada en productos de higiene y limpieza) Procter & Gamble, que la adquirió en 2005 a un grupo de inversores encabezados por Warren Buffett. Entonces el oráculo de Omaha poseía un 10% del negocio. El importe de la transacción se elevó hasta los 57.000 millones de dólares.

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