Épico Fails

El giro inesperado de Guru, la marca de la margarita que lucía Fernando Alonso

El creador de la firma de moda italiana acabó en prisión por haber escondido el agujero de pérdidas de la empresa

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La marca logró un acuerdo de patrocinio con el equipo de Fórmula 1 de Renault.

El 25 de septiembre del 2005, Fernando Alonso aparcó su monoplaza, se quitó el casco con serenidad y se encaramó al hocico de su Renault. Al cabo de unos segundos, estaba gritando de alegría y abrazándose con todo el equipo técnico, que ya le esperaba ansioso. Tras trazar las 71 vueltas del Gran Premio de Brasil de Fórmula 1, el asturiano acababa de convertirse en el piloto más joven en proclamarse campeón del mundo de esta disciplina. La imagen de Alonso celebrando el título enseguida ocupó los telediarios y las portadas de periódicos de todo el mundo. Ese día él dio un paso de gigante en su carrera deportiva. Lo que recuerda a menos gente es que, de rebote, un empresario italiano del sector de la moda también se hizo de oro.

Se trataba de Matteo Cambi. En 1999, con sólo 22 años, diseñó un logo en forma de margarita blanca, la estampó en camisetas lisas y creó una marca para comercializarlas: Guru. "Era un diseño simple, pero muy fácil de combinar con cualquier color; los contornos gruesos hacían que destacara fácilmente y podía encajar con muchos estilos de vida diferentes", apunta Neus Soler, profesora experta en marketing de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) . El joven enseguida invirtió en cerrar acuerdos con futbolistas italianos –como Paolo Maldini o Christian Vieri– y con actrices como Elisabetta Canalis para que las lucieran en actos públicos. "La margarita blanca simboliza alegría, sencillez y pureza, así como la inocencia de la juventud y el enamoramiento, porque es la flor del clásico «me ama, no me ama» –continúa la experta–. Era un símbolo con el que muchos públicos distintos podían sentirse identificados", asegura.

La estrategia de marketing le fue como una seda. En 2001 ya había vendido 200.000 camisetas. En 2003, había colocado 3 millones, facturaba 10 millones de euros anuales, tenía una línea de moda infantil y adolescente y otra para bebés. Pero el paso decisivo lo dio el 23 de enero del 2004. Aquel día Guru llegó a un acuerdo de patrocinio con el equipo de Fórmula 1 de Renault. "Es una marca joven y de moda que, como nosotros, ha logrado muy en poco tiempo –explicaba a los medios Flavio Briatore, director gerente de la escudería francesa–. Tiene sentido que dos empresas jóvenes y exitosas se unan", apuntaba cuando sólo hacía dos años que Renault había competido de nuevo. Con la alianza, las margaritas de Guru florecieron en todas partes: en la rana y el casco de Fernando Alonso, en el morro del monoplaza, en la camisa de los mecánicos... En España, un montón de gente se puso el pegatina en el coche y Guru tuvo un estallido de visibilidad", recuerda Soler.

El 10 de julio de 2008, sin embargo, todo dio un giro. Guru se declaró en quiebra y, al día siguiente, la policía italiana va detener a Matteo Cambi, su madre y su pareja, acusados ​​de haber diseñado una estafa para esconder un agujero económico de unos 100 millones de euros en la empresa. Entró en prisión. de las manos: llevaba una vida de excesos y no supo separar a la empresa de la vida privada", opina Soler.

La lección

"Guru acumuló una deuda elevada por culpa de los gastos millonarios en lujos y vicios de su líder, que no supo separar las finanzas empresariales de las personales –dice Neus Soler, experta en marketing de la UOC–. Ahora bien, si Guru hubiera sobrevivido, habría tenido que reinventarse: las tendencias no duran para siempre”.

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