El gobierno español debe impedir la operación saudí con Telefónica

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José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica.

La maniobra del fondo soberano saudí Public Investmend Fund para controlar el 9,9% de la propiedad de Telefónica a través de la operadora STC (Saudi Telecom Company) y convertirse así en el principal accionista de la compañía ha provocado alarma y perplejidad en el sector, no sólo a nivel español, sino también europeo. La operación se ejecutó con un sigilo extraordinario, y la prueba es que ni siquiera el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, era conocedor. Y el hecho de que los saudíes digan ahora que no están interesados en controlar la compañía ni en cambiar a sus directivos tampoco es especialmente tranquilizador, porque claramente la operación responde a una estrategia global del estado saudí y el resto de dictaduras del Golfo para penetrar en sectores estratégicos europeos, como se vio con Vodafone.

El gobierno español, sin embargo, dispone de un arma para frenar la operación: el escudo antiopas reforzado hace apenas dos meses para evitar que, debido a la caída del valor en bolsa de algunas empresas estratégicas en el ámbito de la defensa, éstas fueran presa fácil de los fondos extranjeros. Esta legislación obliga a obtener el visto bueno de Defensa para comprar más del 5% de una empresa que trabaje para el ministerio, como es el caso de Telefónica. La vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, ya ha dejado claro este viernes que apuesta por activar el veto, y ahora habrá que ver lo que decide Pedro Sánchez. Si finalmente la operación prosperase, los saudíes también necesitarían el visto bueno del consejo de ministros para tener más del 10% de la propiedad, según la ley 19/2003.

Se podrá aducir que esta legislación antiopas es un freno al liberalismo y al libre comercio mundial, pero precisamente la experiencia demuestra que, mientras gigantes económicos como Estados Unidos y China defienden con uñas y dientes sus sectores estratégicos, Europa ha sido especialmente laxa y ha terminado siendo excesivamente dependiente de terceros países, algunos de los cuales después se le han vuelto en contra, como Rusia. El ejemplo del gas ruso es esclarecedor, pero podría decirse lo mismo de las grandes tecnológicas estadounidenses, que tienen una situación de dominio que ahora la UE quiere recortar. Si la Unión Europea quiere tener autonomía estratégica debe reforzar su industria, especialmente todo lo relacionado con la defensa, las telecomunicaciones, la energía y otros sectores como el farmacéutico y el de la salud.

Es por este motivo que España debe buscar la complicidad de Bruselas para vetar la operación saudí con Telefónica y lanzar así un mensaje de firmeza a todo el planeta, y en especial en los países del Golfo. Arabia Saudí, al igual que Qatar o los Emiratos Árabes, sabe que algún día el petróleo será sustituido por otras fuentes de energía y, por tanto, necesita construir un poder económico que no esté basado en el oro negro. De ahí su interés por entrar en estos sectores de futuro y toda la operación diplomática desplegada a través del fútbol, con fichajes multimillonarios para llenar su liga de estrellas rutilantes como Benzema o Cristiano Ronaldo.

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