Por dónde empiezo

Mi grupo de WhatsApp favorito

El sticker estrella es aquel de una anciana que brinda con un sorbo de Jägermeister

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Un padre lee el watsapp en una imagen de archivo

BarcelonaEmpezaré haciendo autocrítica: creo que me quejo demasiado. Cuando alguien me pide una reflexión en torno a la maternidad, a menudo lo primero que me viene a la cabeza son quejas: el cansancio, las horas sin dormir, las dificultades para conciliar, la imposibilidad de tener momentos para la pareja, la preocupación constante , las discusiones con los hijos, los fines de semana secuestrados por las actividades infantiles… Salen a chorro. Y es que esta retahíla de quejas es la que tenemos en la punta de la lengua porque son la primera línea de la batalla del día a día. Los balones con los que vamos haciendo malabarismos desde el momento en que nos convertimos en madres y descubrimos que la maternidad es un viaje bestial, pero que viene acompañado de muchas incomodidades.

De toda esta corrua de quejas que padres y madres con criaturas vamos compartiendo con todo el que nos pregunta –o no– hay una que últimamente aparece mucho. “¡No quiero estar en ningún otro grupo de WhatsApp!”, dicen muchos. Porque claro, está el grupo de la clase de cada hijo, el grupo del fútbol, del inglés, de la madriguera, el grupo con gente que quiere que nos ponemos de acuerdo para llegar a la ESO sin móvil, los grupos para cada fiesta de cumpleaños y para cada regalo… Esto nunca se acaba y ocupa un espacio físico y mental cada vez mayor. Pero ya estoy volviendo a quejarme. Ya lo he dicho al principio, es la inercia.

El sticker estrella

Pues por romper la dinámica de las quejas os hablaré de las bondades de algún grupo de WhatsApp, concretamente de mi grupo de WhatsApp preferido, entre todos los que citaba antes donde estoy por culpa –o gracias– de mis hijos. El grupo se llama “Marones molonas” y es el que tenemos unas cuantas madres de la clase de uno de mis hijos. Aquí compartimos cosas cotidianas o incluso banales, lo que han hecho nuestros hijos y lo que hacemos nosotros en el día a día, no faltan memes ni posts de Instagram sobre maternidad, también felicitamos cumpleaños y hacemos encuestas para saber qué día mejor nos salió a cenar. Proponemos planes en familia y planes adultos only y reímos, reímos mucho. El sticker estrella es aquel de una anciana que brinda con un sorbete de Jägermeister.

Este espacio virtual es muy necesario y tiene su traducción en el mundo real a través de la relación que hemos tejido este grupo de madres a las que la casualidad nos unió en una escuela.

Y es que uno de los regalos más bonitos que me ha hecho la maternidad son las personas con las que me he cruzado por el camino, como este grupo de madres, o de otros grupos de personas maravillosas con las que estamos haciendo este viaje juntos. Desde los padres de la guardería de mi hijo mayor hasta las madres de las extraescolares pasando por personas que empezaron siendo desconocidas con quien tocaba pasar una hora sentada en el banco del parque o con quien compartir un trayecto de coche hasta el lugar donde se celebraba una fiesta de cumpleaños. Gente con la que intuías que podía haber una conexión y gente con la que quizás nunca pensaste que encajarías y ahora sois inseparables. Los amigos y amigas que he hecho gracias a mis hijos ahora llenan mis días ya mí me encanta porque hacen posible que madrugar un sábado gélido de enero para estar en un campo de fútbol a las 8 de la mañana no sea una tragedia porque sabes que habrá café y conversaciones y muchas risas y quizás incluso conseguirá ver algún gol.

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