Homenotes y danzas

El hombre tras el imperio catalán de los frutos secos

Josep Pont lideró el gran salto de un pequeño negocio de aceitunas y almendras en el gigante Borges

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Josep Pont Creus

Es algo evidente que Catalunya no va sobrada –más bien al contrario– de sedes de entidades de carácter internacional. Pero de vez en cuando encontramos excepciones, y una es el International Nut and Dried Fruit Council (INC), ubicado en Reus (Baix Camp). Que este organismo se dedique a los frutos secos y que tenga su sede donde la tiene enseguida nos hará pensar en la multinacional catalana Borges y en la familia Pont. En efecto, existe una relación directa entre la influencia de estos empresarios, y en concreto de Antoni Pont Amenós, y la ubicación catalana del INC.

Todo empezó en 1896 con un pequeño negocio de compraventa de aceitunas y almendras que había montado el matrimonio instalado en Tàrrega formado por Antoni Pont Pont y Dolors Creus Casanovas. Las cosas empezarían a cambiar de manera significativa cuando el hijo mayor del matrimonio, Josep Pont, tomó las riendas del negocio familiar (1925) junto con su hermano Ramon. El reparto de tareas fue claro: la parte comercial se la quedó Josep, mientras que la más relacionada con el ámbito industrial pasó a manos de Ramon.

Durante las décadas de los veinte y de los treinta, el negocio continuó con los dos pilares tradicionales en la familia: el molino de aceite y la rompedora de almendras, que, por cierto, fue la primera de Catalunya. Pero después de la Guerra Civil vino el gran salto y el que acabaría transformando la explotación familiar en una gran empresa, siempre de la mano de los hermanos Josep y Ramon Pont. En marzo de 1942 Josep Pont solicitó a la Delegación de Industria la licencia para un nuevo negocio basado en el refinamiento de aceite de oliva y orujo (lo que en castellano se conoce comoorujo) ubicado en Tàrrega. Las previsiones eran llegar a una producción de 665.000 kilogramos de aceite refinado y 55.000 de pasta de jabón (con el residuo final no comestible se puede fabricar jabón). Éste fue el primer paso de la integración vertical que practicaron los Puente. También adquirieron una fábrica de sulfuro de carbono, que era el disolvente que se utilizaba entonces para extraer por medios químicos el aceite que aún queda en la aceituna después de la prensada. Y para completar la diversificación, entraron también en una fábrica de turrones, pero la aventura no fue especialmente duradera. En 1964 aparecería por primera vez la marca Borges.

El empuje de Josep Pont no sólo sirvió para agrandar el negocio familiar, sino que también tuvo efectos en el ámbito de la sociedad civil, y buena prueba de ello es la operación, en 1965, para dotar a la Cámara de Comercio de Tárrega de una sede propia. Al ver que el Ayuntamiento ponía a la venta un gran edificio, presentó una oferta de compra como presidente de la Cámara (lo fue entre 1961 y 1968). Para financiar la operación, adaptó y puso a la venta un piso y los bajos del mismo edificio, con lo que con el dinero recaudado mediante esta venta se pudo hacer frente a los gastos de la adquisición.

La expansión internacional, para la siguiente generación

Aunque la tercera generación familiar fue puesta en órbita el 4 de octubre de 1957 –coincidiendo con el lanzamiento del satélite ruso Sputnik–, Josep Pont siguió liderando la compañía durante muchos años más, porque se mantuvo en el pie del cañón hasta bien entrada la década de los ochenta. La expansión internacional, que empezó de la mano de sus hijos, sería el vector que marcaría las siguientes décadas en Borges.

Con la muerte de Josep Pont, en 1987, el negocio no se detuvo, sino que continuó su crecimiento a buen ritmo. Una de las decisiones que tomó la tercera generación, encabezada por Antoni y Ramon Pont Amenós, fue la profesionalización de la gestión, en el sentido de que quien liderara la compañía debía ser algún ejecutivo externo que no formara parte de la familia. Con esta política, por ahí han pasado hombres como Jaume Llopis o el actual máximo ejecutivo, David Prats Palomo, procedente de la cantera de la empresa.

Hoy en día, Borges es una multinacional presente en decenas de países, con una facturación superior a los 700 millones de euros y una de las ramas, Borges Bain (frutos secos), que cotiza en bolsa.

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