Immigració a Catalunya

El impacto de la inmigración en la lengua: ¿quién aprende catalán?

El 59% de nacidos fuera se suman al castellano y necesitarían entornos catalanohablantes para adquirir la lengua y practicarla

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Inmigración y lengua

BarcelonaSafia tiene 36 años y hace 24 que vino de Pakistán. Con 12 años llegó al Raval y no se ha movido: aquí estudió en el Institut Miquel Tarradell, aquí ha construido una familia con dos hijos y aquí trabaja, en un bar de la calle Joaquín Costa donde nos vemos prácticamente todos los días. Siempre intenta responderme en catalán. "¡Pero qué bien hablas catalán!", le espeta un cliente habitual que nos ha oído, sorprendido, porque él cada día le pide el café con leche en castellano. "Me gustaría que me hablaran más el catalán", comenta ella. Es la forma en que la ha empezado a hablar: con los clientes y con los hijos.

Como la Safia, más de un tercio de la población catalana ha nacido fuera de Cataluña. Para entender el impacto que tienen los recién llegados sobre el catalán, es necesario sumar el 21% de ciudadanos de origen extranjero y el 15% de ciudadanos que han llegado del resto de España, porque son dos grupos que raramente tenían ningún contacto previo con el catalán. Pero ¿darán el paso de aprenderlo? ¿Cómo? ¿Y por qué? ¿Les hablaremos catalán nosotros?

Lejos de ser un fenómeno reciente, la inmigración es un rasgo demográfico tan presente en Cataluña que hoy el 70% de la población vive en hogares donde alguno de sus miembros ha venido de fuera, sean abuelos, yernos o tíos. El 47,5% de la población catalana tiene el castellano como lengua inicial, y un nada despreciable 11,6% habla en casa una tercera lengua (ni catalán ni castellano), según el censo. Esto, evidentemente, tiene efectos para el catalán. Por un lado, porque con menor proporción de catalanohablantes en todas partes, la integración por inmersión natural, haciendo vida normal, se complica. Por otro, porque vivimos en hogares cada vez más multilingües y menos homogéneos, lo que hace más fácil la convergencia al castellano, que a menudo es un idioma familiar.

Evolució de la llengua habitual
Percentatge sobre el total

En 2018 el catalán ya era sólo lengua prioritaria habitual para el 36% de la población, cuando en 2003 lo era para el 46%. Obviamente, el cambio demográfico de las dos últimas décadas (un crecimiento de 1,5 millones de personas), que se suma al proceso inacabado de recuperación de la lengua catalana y de inclusión social de la anterior ola migratoria (1,5 millones de personas más, de 1950 a 1970), es un factor que ha tenido un impacto sustancial en la pérdida de presencia del catalán. Pero el problema es sobre todo de contexto y de herramientas de inclusión social (y esto incluye la inclusión lingüística). Existe la globalización, que prioriza las lenguas más grandes, y existe un sistema económico en crisis que pide mano de obra barata, pero también existe la obligatoriedad legal de conocer el castellano. Y un factor tan elemental como que la primera acogida, por ley, depende de la administración estatal, que destina pocos esfuerzos a la sensibilización lingüística y en ningún caso requiere el catalán para nacionalizar a los inmigrantes. El reto, pues, es cómo sumar al catalán un volumen de recién llegados muy elevado año tras año (la media de llegada de los últimos 15 años ha sido de 42.500 personas: cada año hemos crecido una ciudad como Blanes, Igualada o Lloret de no catalanohablantes ), muy diverso (de clases y lenguas) y muy móvil (en muchos casos, con estancias cortas en el país).

La Safia en el restaurante donde trabaja en el Raval, en la calle Joaquín Costa.

300 lenguas que convergen en el español

En Cataluña hay 173 nacionalidades diferentes y se hablan el doble de lenguas: se han documentado más de 300. Según la última Encuesta de Usos Lingüísticos de la Población (EULP 2018), unas 688.000 personas (el 10,8% de adultos) tenían como primera lengua un idioma alóglota, y los más presentes en los hogares, después del castellano y el catalán, eran el árabe, el rumano, el gallego, el francés, el amazig, el ruso, el portugués, el italiano, el chino, el inglés, el alemán y el aranés.

Las encuestas dicen que se han alcanzado cotas altas de conocimiento de catalán. Según el INE de 2021, un 74% de ciudadanos venidos del resto de España dicen que saben hablarlo (pero sólo un 46% pueden hablarlo bien), y de los nacidos en el extranjero un 70% declaran saber hablar catalán, pero sólo el 32,8% puede hablarlo bien. Un 61,7% de los extranjeros dicen que querrían mejorar sus conocimientos de catalán porque lo saben poco. "Lo que ocurre es que cuando la persona ya tiene recursos suficientes para circular socialmente (para entender a los clientes, la televisión, una comunicación de la Generalitat) la inversión en el catalán se detiene", explica la sociolingüista Marina Massaguer.

Les cifras indican que efectivamente, vengan de la lengua que vengan, los nacidos fuera del país mayoritariamente se suman al uso del castellano, en un 59%. Un 20% viven con su lengua nativa y un 12% con su lengua en combinación con otras; pero sólo un 4,6% utilizan habitualmente el catalán, y un 2,9% el catalán con el castellano. Y una lengua que no se habla es una lengua que no se domina. El nivel de catalán de buena parte de la población es demasiado bajo para hablarlo cómodamente y, como tampoco encuentran ni la necesidad ni el entorno propicio –sino una mayoría de población castellanohablante y una mayoría de catalanohablantes que cambian automáticamente de lengua–, sencillamente acaban hablando castellano. Esta dinámica no sólo dificulta vivir en catalán en Cataluña, sino también la incorporación de nuevos hablantes al catalán.

¿Cómo aprenden catalán?

Las vías de aprendizaje más directo del catalán son, obviamente, la escuela para quienes vienen en la etapa de educación obligatoria, los cursos para adultos del Consorcio para la Normalización Lingüística (CPNL) y la formación en el ámbito laboral, que es la que menos se ha desplegado desde el ámbito público, aunque el Código de Consumo exija que los trabajadores tengan disponibilidad lingüística.

On ha après el català
Segons lloc de naixement. Dades en percentatge

En la escuela catalana hay 183.611 alumnos extranjeros desde infantil a secundaria este curso 2023-24, un 17% del total. El departamento de Educación tiene registrados 31.000 alumnos atendidos en aulas de acogida, que es la forma de acelerar el conocimiento de catalán desde 3º de primaria hasta 4º de ESO para los recién llegados (incluidos los latinoamericanos). Este curso sólo hay 1.372 dotaciones de aulas de acogida (es decir, equivalente a 1.372 jornadas completas de professor) en todo el sistema escolar público y concertado. Aunque se ha crecido en 432 dotaciones, el decalaje entre necesidades y oferta es importante.

En cuanto a los cursos de adultos del Consorcio, las cifras de inscritos son de récord, pero no se cubre toda la demanda. Sólo en 2022 hubo 92.933 inscripciones (que no equivalen a personas, porque cada persona puede inscribirse en varios cursos al año). El 83% de los alumnos del CPNL son nacidos en el extranjero. Ahora bien, el 74% realizan cursos sólo de nivel elemental, para iniciarse en la lengua. La mayoría de inmigrantes no van más allá de las 45 o 90 horas de catalán que deben cursar para tener los certificados de arraigo y residencia.

El reto verdadero, después de las clases, es pasar del conocimiento al uso. "Con el aprendizaje formal no es suficiente. Ya lo vemos nosotros mismos con el inglés, que con la escuela no es suficiente. Lanzarse a hablar una lengua cuesta mucho. La clave es la vida cotidiana y los usos diarios. Si no lo necesitas y no recibes ninguna presión, te acomodas", dice Massaguer. Los no catalanohablantes necesitan tener entornos de socialización que funcionen con normalidad en catalán. "Para romper el círculo vicioso, es necesario tener más situaciones y más personas con las que hablar catalán", explica Massaguer. También apunta que es necesario cambiar algunos discursos, como que es normal que una persona no hable catalán porque nació fuera o que se puede vivir aquí sin aprender catalán.

Ambiente en la calle Joaquín Costa del Raval.

¿Qué motivaciones tienen?

"Yo aprendí catalán en la escuela, pero no lo hablaba, sólo hablaba urdu, urdu, urdu. El catalán lo he practicado trabajando. Y ahora me gusta hablarlo porque lo sé más. Mi hija quiere que lo hable, y hablamos catalán entre nosotras en casa. Aprendo una palabra nueva cada día", explica Safia, que habla urdu en casa. La niña mira dibujos en catalán y ve que necesita practicarlo para tener el nivel de sus compañeros de clase. Los padres la han llevado a la escuela concertada del barrio, l'Escola Pia, porque quieren que aprenda bien el catalán.

Como le ha pasado a la Safia, los momentos de cambios vitales, cuando se cambian entornos de socialización (ir a la escuela o la universidad, tener pareja, tener hijos), son propicios para las mudas lingüísticas. El catalán también está relacionado todavía con carreras de éxito profesional: un 62% de castellanohablantes y un 73% de alóglotas creen que el catalán es necesario para tener un buen trabajo. "Tiene interés en aprender catalán quien quiere mejorar profesionalmente o entrar en círculos de socialización que funcionan en catalán o quien quiere sentirse más arraigado y no tiene recursos alternativos para movilizar", explica Marina Massaguer, que dedicó la tesis a analizar los No catalanohablantes en Cataluña. En cambio, quienes no lo aprenden es porque no tienen acceso a entornos de socialización en catalán o porque quieren que se hable castellano para no perder valor competitivo en el mercado como no catalanohablantes.

Hacer la lengua necesaria

"El reto es que el catalán sea más necesario, es decir, que no sólo haya que entenderlo sino hablarlo, o en el lugar de trabajo o para acceder a ciertos cargos. Tiene que haber una serie de cosas por las que sea necesario el catalán y que no se puedan hacer en castellano. Esto es hacer la lengua necesaria. La otra cara de la moneda es garantizar el acceso. Que nadie se quede sin hablar catalán porque no tiene catalanes alrededor", explica la sociolingüista.

El catalán tiene poder de atracción, porque miles de personas lo aprenden y adoptan, "pero deberían ser muchas más para compensar las dinámicas demográficas y sociolingüísticas", sentencia Massaguer. Por ejemplo, los alumnos de 4º de ESO que tienen una tercera lengua se identifican en un 14,2% con el castellano y en un 6,3% con el catalán (y en un 17,6% con ambas). Por eso la experta defiende que ahora toca crear artificialmente condiciones que antes se daban de manera espontánea y, por tanto, hay que incentivar a los grupos informales de conversación, las parejas lingüísticas, e incluso reforzar la conciencia lingüística de espacios como caus, ateneos y castellers, que se consideraban espacios catalanizadores de forma natural pero ahora se han debilitado. "Se necesitan grupos de conversación en catalán a gran escala. Que sepas que si quieres hablar catalán, podrás encontrar el sitio para practicar la lengua", afirma.

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