Isabel Nogueroles: "Hay una diferencia muy grande entre crear un negocio y crear valor"

Formación

“Nací en Valencia, pero me he criado en Sant Joan Despí. Vengo de una familia trabajadora y humilde: por parte de mi madre son emigrantes de Almería, y mi padre, por su parte, logró hacer una carrera cuando ya estaba casado y tenía dos hijos. Fui casi la primera generación en acceder a la universidad y siempre me han transmitido mucho los valores del esfuerzo. Cuando era pequeña, mis padres me inscribieron en la Escuela Thau en Barcelona, ​​que fue muy importante para mí porque me ayudó a salir de mis círculos. Después decidí estudiar ADE en la Universidad de Barcelona entre 1991 y 1996. En los últimos dos años de carrera participé en un programa que me permitió empezar a trabajar, porque es lo que quería desde muy joven. En 2003 hice un máster en recursos humanos y liderazgo en la UOC y, más tarde, hice otro en consultoría y desarrollo organizacional en el GR Institute de Tel-Aviv”.

Vida personal

“En 2006 nació mi primera hija y esto supuso un gran cambio en mi vida. Ella nació con síndrome de Down e hizo que aún me sensibilizara más en cómo funcionamos realmente las personas, y busqué en cómo revertir estos conocimientos a mi entorno empresarial. Me formé en cuestiones de psicología, pero también de coaching o PNL”.

"Hasta ahora, aquí hemos tenido una cultura del trabajo muy presencialista y con roles de poder, sobre todo masculinos, muy marcados. En mis circunstancias personales me encontré con que muchas veces no se entendía en mi entorno laboral el hecho de necesitar conciliar "En cambio, cuando trabajaba en el extranjero, notabas mucho el cambio de mentalidad. Al final, el hecho de vivirlo en primera persona ha hecho que desarrollara una sensibilidad especial para incorporar esta mirada a mis proyectos posteriores".

Vida profesional

“Cuando salí de la universidad, estuve diez años vinculada al mundo de la consultoría. Había realizado algunas prácticas, pero en 1998 entré en PriceWaterhouse Consulting, donde hice hasta 30 proyectos para grandes empresas y siempre en torno a la gestión del cambio. Esto me llevó a trabajar para nueve países distintos y desempeñando diversos roles de liderazgo en equipos multidisciplinares. En ese momento me di cuenta de que era muy importante tejer puentes entre las diferentes partes de las empresas. En 2007, cuando ya tenía una familia, decidí establecerme por mi cuenta porque necesitaba una mejor opción de conciliación y, seis años después, entré en contacto con la organización Entrepreneur's Organisation (EO), donde me encargaba de coordinar grupos de asesoría y soporte para empresarios. En 2016, con la muerte súbita de mi padre, me hice cargo de la pequeña empresa familiar de ingeniería que él había creado. A raíz de esto, en 2016 entré en un programa de la CEOE y ESADE para mujeres empresarias en Madrid. Fue la primera vez que encontré mi sitio, lejos de entornos masculinizados, e hice contactos. Desde entonces siempre me he dedicado a la consultoría de empresas familiares y proyectos de liderazgo”.

Lecciones de vida

“Existe una diferencia muy grande entre crear un negocio y crear valor. Existen mil formas diferentes de fundar y gestionar una empresa, pero al final sólo hay una que es realmente útil: aportar tu granito de arena para mejorar tu entorno. Las empresas son unos actores imprescindibles en este cambio porque son sede de muchas relaciones y debates que promueven el progreso. Pero si pierden ese objetivo del foco y la vocación de servicio, se convierten sólo en una forma de generar dinero y de hacer gestiones”.

“Nuestro territorio está lleno de empresas familiares, pero tienen unas características especiales por su naturaleza. Me especialicé en la gestión de los problemas sistémicos de este tipo de empresas para que puedan salir adelante, adoptando formas de liderazgos colectivos y nuevas perspectivas, ya que hay muchas que no prosperan o que terminan en manos de fondo privados”.