Mantener el vínculo con el país de origen a través de proyectos de cooperación
Jóvenes de familias inmigrantes se implican en ONG de Girona y Salt para ayudar y descubrir su país de procedencia
GironaValeria y Valentina son dos gemelas de 18 años nacidas en Bogotá (Colombia), que, con 6 años, atravesaron el Atlántico con sus padres para ir hasta Olot en busca de mejores condiciones de vida. Ahora, las dos acaban de empezar la carrera de filología inglesa en la Universitat Autònoma de Barcelona y, durante estos años, se han arraigado con fuerza en la sociedad catalana. Las oportunidades que han encontrado en Catalunya, no obstante, no les han hecho olvidar la dura realidad de su país y, desde aquí, siguen preocupadas por los conflictos en Colombia. Un caso parecido es el de Yuma, de 22 años, nacida a Salt e hija de padres senegaleses, que trabaja para encontrar trabajo de calidad en su país de origen en un futuro. O Fatima, de 26, que, con solo dos llegó a Roses desde Marruecos y ahora, con el tiempo, siente la necesidad de redescubrir en profundidad la realidad del país donde nació.
Todas ellas son jóvenes criadas y perfectamente integradas en Catalunya que mantienen un vínculo firme con sus orígenes. Y lo hacen a través de los proyectos solidarios de diferentes ONG de las comarcas de Girona que comparten un denominador común: son organizaciones formadas por voluntarios de familias inmigrantes que, desde aquí, intentan ayudar a los países de los cuales provienen.
Un programa de radio con ADN colombiano para jóvenes
Valeria y Valentina colaboran con la ONG Dagua, que, desde 2006, trabaja para mejorar las condiciones de vida en Buenaventura, una ciudad en la costa pacífica de Colombia muy castigada por la pobreza y la violencia debido a los conflictos armados entre las guerrillas. La asociación solidaria actúa sobre el terreno con programas de educación, salud o alimentación, pero, por ahora, las dos gemelas todavía no han podido viajar como voluntarias a Colombia, ya que hace pocos meses que son mayores de edad. Eso sí, tienen la intención clara de hacerlo pronto. De momento, se implican y despiertan conciencias desde Catalunya. Para hacerlo, protagonizan un programa de radio en la emisora La Buena Radio, creada por la misma ONG con el objetivo de dar apoyo emocional a las personas migradas. El programa, que se emite por internet los viernes y se puede recuperar en formato de podcast, se titula Àptera jove, en referencia a las estatuas griegas sin alas que no dejaban escapar a Victoria. "Hacemos debates filosóficos sobre temas que pueden interesar a las nuevas generaciones, desde los problemas que tenemos a la hora de encontrar trabajo, hasta reivindicaciones sobre los derechos de las mujeres o de las personas racializadas", explica Valentina. Y, sobre el perfil de la audiencia, aclara: "Hacemos el programa con el objetivo de hacer reflexionar a oyentes de todas partes, tanto de aquí como de Colombia".
Las dos hermanas están encantadas de colaborar con Dagua con iniciativas como esta: "Es una manera de canalizar de manera directa todo lo que sentimos sobre los problemas de racismo y discriminación, y, además, hacer una aportación desde la distancia a nuestro país de origen", manifiesta Valeria, que continúa: "Al llegar a Europa, vimos un mundo muy diferente del de Sudamérica, así que, cooperando con la ONG, queremos ayudar a equilibrar la balanza de las desigualdades".
Las gemelas están de acuerdo en que observar los resultados de la asociación es muy gratificante: "Nuestras primas, por ejemplo, viven en Buenaventura y, gracias a Dagua, pudieron encontrar un espacio seguro para comer, aprender y hacer actividades", recuerda Valentina. Y concluye: "En Catalunya la vida para los inmigrantes es difícil, pero tienes al menos la opción de que te vaya bien, mientras que en lugares como Buenaventura no hay ninguna posibilidad de que así sea, y por eso hay que luchar para revertir la situación".
Cooperación y asambleas entre catalanes y senegaleses
En Salt es muy activa la ONG Amics de Boulembou, una asociación solidaria que agrupa, mezcla y coordina familias de Salt de toda la vida con 40 vecinos de la comunidad inmigrante provenientes de Boulembou, un pueblo de 1.800 habitantes de Senegal. Juntos, recaudan fondos para ayudar al desarrollo de esta población africana y organizan viajes a la región para llevar a cabo proyectos como la construcción de puentes, instalaciones de agua potable o centros educativos. Yuma es uno de los miembros implicados: "Es importante trabajar en esta ONG porque cuando vives aquí te puede parecer que ya lo tienes todo solucionado, pero no tienes que olvidar que al pueblo de tus orígenes todavía le falta mucho para crecer y desarrollarse", explica la joven.
Un elemento clave de esta asistencia a Boulembou desde Catalunya es el diálogo horizontal entre blancos con ganas de ayudar y senegaleses que conocen de primera mano la realidad del pueblo. Por eso, el método de toma de decisiones es asambleario, tanto en las reuniones semanales con los socios multiculturales del ONG como en las reuniones con los vecinos de Boulembou sobre el terreno. "Generamos un clima de confianza y un vínculo directo con la gente del pueblo, porque no queremos imponer lo que nosotros desde aquí creemos que necesitan, sino aquello que nos piden", explica Josep Berga, presidente de la entidad. En el pueblo, los nativos denominan a la ONG Meraguemu, que quiere decir "trabajamos juntos".
Para Yuma, el acuerdo con los vecinos es un aspecto diferencial: "No es una ONG que va allá a hacerse la típica foto ayudando a unos niños negros, o una entidad benéfica que no sabes en qué se gasta el dinero, sino que no hacen nada que la gente del pueblo no autorice", defiende. Y, durante los 16 años que la asociación saltenca lleva trabajando en la zona, los frutos son palpables. Por ejemplo, ahora, cinco jóvenes del pueblo van a la universidad, las niñas juegan a fútbol, los jóvenes se van durante la semana a estudiar bachillerato a una residencia y el estado senegalés ha instalado una farmacia en la zona gracias al trabajo del centro hospitalario construido por la ONG.
Y, para Amics de Boulembou, todos estos avances les acercan al objetivo final: que, en un futuro, el pueblo pueda expandirse hasta ser autosuficiente. Esto liberaría económicamente a las familias residentes en Salt de origen senegalés que envían dinero a la zona y, también, haría posible que algunos puedan volver en condiciones al país de sus raíces. Esta es la intención de Yuma: "Sé que no me quedaré siempre en Catalunya porque me gustaría desarrollar mi profesión en Boulembou, por ejemplo, trabajando de maestra", reconoce.
Programas de cooperación internacional en el norte de Marruecos
Fatima, que trabaja en el área de contratación y patrimonio del Ayuntamiento de Salt, es una de las voluntarias de Azahara, una asociación sin ánimo de lucro que trabaja tanto en acciones para la convivencia intercultural en Catalunya y la orientación laboral de las personas migradas, como en programas de cooperación al desarrollo en el norte de Marruecos. Fatima ha participado en iniciativas de cohesión social en Girona o Salt, y también en proyectos en el país en el que nació. Recuerda especialmente la última experiencia de Marroc Challenge, un viaje con un grupo de 30 chicos y chicas de origen catalán y marroquí que durante unas semanas se dedicaron a conocer las asociaciones de Marruecos. "No era un viaje organizado de turismo puramente lúdico, sino unas jornadas de trabajo protagonizadas por jóvenes con inquietudes sociales", explica la joven. Y con un objetivo claro: romper prejuicios y tabúes sobre la cultura marroquí, conociendo de cerca entidades ciudadanas de mujeres, niños, empresas o de tipo religioso.
El grupo estaba formado, de manera consciente y paritaria, por catalanes sin ningún vínculo con la cultura marroquí y por jóvenes de descendencia árabe que podían reconocer con más facilidad la realidad del país. Aun así, a pesar de que evidentemente todo le resultaba cercano, Fatima asegura que para ella la visita a Marruecos también representó un descubrimiento: "Siempre había visitado Marruecos solo para ver a mi familia y, en cambio, con Azahara, descubrí un tejido asociativo y unos movimientos sociales que hasta entonces desconocía", recuerda. "Fue una grata sorpresa", certifica.
Azahara tiene proyectos solidarios dedicados explícitamente a ayudar a las zonas más empobrecidas, como una iniciativa que quiere conectar a los niños de la región de Ouazzane y Chauen, pero Fatima matiza que esta no era la finalidad de su viaje: "Como jóvenes, no íbamos con la mirada paternalista de enseñarles cómo se hacen las cosas mejor en Europa, sino que realmente fueron ellos quienes nos enseñaron a nosotros y nos hicieron aprender otras maneras de vivir", concluye.