Italia está en choque por el asesinato de Giulia Cecchettin. Tenía 22 años y su compañero la apuñaló hasta veintiséis veces cuando quiso dejar la relación. Este fin de semana ha habido manifestaciones masivas que evidencian la ola de indignación social que ha provocado otro crimen machista. El punto de inflexión de esta reacción la ha provocado, en parte, la hermana de Giulia, Elena Cecchettin, después de escribir una carta al Corriere della Sera e intervenir en directo en el programa de televisión Dritto y rovescio de Rete4, cadena del imperio Mediaset. La hermana, serena a pesar de su dolor, fue entrevistada la semana pasada ante la puerta de casa a su padre y denunció a la sociedad patriarcal italiana ya la cultura de la violación que impera en el país, interpelando sobre todo a los hombres y la normalización las conductas abusivas en las relaciones de pareja. Y puso el foco en la educación como sistema para acabar con los feminicidios.
Dritto y rovescio es uno talk show que presenta a Paolo Del Debbio, cofundador del partido Fuerza Italia de Silvio Berlusconi. Es prepotente, se exhibe con un aire descomido como si le diera pereza trabajar y trata con condescendencia al equipo del programa ya los invitados. Un colaborador, el periodista Carmelo Abbate, se puso en pie tras escuchar las palabras de Elena, admirado por el tono y el discurso desde una perspectiva social. En cambio, el director del diario La verdad, Maurizio Belpietro, dejó claro que ese hombre era sólo un asesino, pero en ningún caso un hijo de la sociedad patriarcal ni de la cultura de la violación porque “no todos los hombres somos asesinos”. Lamentaba "la ingenuidad de Giulia" ante lo que él llamaba "monstruo". Y añadió que el patriarcado no debía discutirse como gran fenómeno sociológico. Acusó a Elena Cecchettin de instrumentalizar políticamente el asesinato de una manera hipócrita e indigna. También consideró que Elena exculpaba al asesino de su hermana con la voluntad de apuntar hacia un problema social. No fue el único. Y recibió la claca del público. Hicieron estar a la hermana de Giulia manteniendo un debate a distancia con colaboradores y expertos que negaban la dimensión estructural de la violencia machista. El presentador tuvo las narices de preguntar a Elena si su hermana había percibido con anterioridad conductas abusivas y por qué no le había dejado antes. La joven enseguida detectó sus insinuaciones: “En ningún caso debemos culpar a Giulia”. Y entonces Paolo Del Debbio hizo aspavientos: “No, no, no era mi intención”. Pero lo pareció. Entrevistaron al padre del asesino en presencia de Elena. El hombre, deshecho, explicó que hacía tiempo que su hijo decía que sin Giulia se mataría. Y una colaboradora lo trató como un problema de los jóvenes de hoy, “que les cuesta aceptar un no”. Italia tiene todavía mucho camino por recorrer. El problema es que, con una maquinaria tan potente y tan machista como el imperio Mediaset, que potencia esa cultura de la violación que denunciaba a Elena Cecchettin, será muy difícil que el país pueda avanzar.