Literatura

El misterio que rodeó el silencio de Carmen Laforet, por fin resuelto

La autora publicó 'Nada' a los 24 años y, a pesar de que siguió escribiendo, nunca más consiguió un éxito como ese

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La autora, a la década de los 80, con un gato

BarcelonaCarmen Laforet (Barcelona, 6 de septiembre de 1921 — Madrid, 28 de febrero de 2004) inauguró el palmarés del premio Nadal en 1944. Solo tenía 23 años y Nada, la novela que recibió las 5.000 pesetas del galardón, se convirtió rápidamente en el libro más vendido de 1945 y, más adelante, en uno de los hitos de la narrativa de posguerra en castellano. Explica en una prosa próxima al existencialismo la estancia de una chica en casa de unos familiares mientras estudia filosofía en la Universitat de Barcelona, una experiencia que el personaje comparte con la autora.

"Si eres escritor escribes siempre. Aunque no quieras, aunque trates de escaparte de la dudosa gloria y del sufrimiento real que mereces por seguir una vocación", diría Laforet muchos años después, cuando había pasado de gran promesa de las letras a ser una autora a quien buena parte del sector literario consideraba devorada por el primer éxito. "Mi madre fue una autora muy completa: su obra no es excesiva, como pasa en otros muchos casos, entre los cuales hay Flaubert y Cervantes, pero es de una gran coherencia –explica Agustín Cerezales Laforet, uno de los cinco hijos de la escritora, que publicará a finales de septiembre El libro de Carmen Laforet en Destino, donde combina textos de la autora con abundante material gráfico–. Es cierto que ninguno de los otros libros que escribió tuvo la aceptación de Nada, pero valdría la pena releer el resto de la producción con los ojos de ahora. El tópico de que fue la autora de una sola novela buena quedaría hecho añicos".

Carmen Laforet

La marca de la posguerra

Menoscuarto acaba de reunir en un solo volumen siete novelas breves de la autora escritas entre 1952 y 1954 y avaladas por Álvaro Pombo. En el prólogo de Siete novelas cortas destaca esa "posguerra que circunscribe y es circunstancia en todos los personajes, incluida la narradora". Después de Nada, Laforet siguió escribiendo y publicando con regularidad, como demuestran las novelas La isla y los demonios (1950) y La mujer nueva (1955), el volumen de relatos La llamada (1954) y los artículos que escribía para Destino, reunidos este 2021 en Puntos de vista de una mujer (Destino). "Cada uno de los libros tiene una entidad propia –opina Agustín Cerezales–. No hay altibajos en Laforet".

La mujer nueva, publicada cuando tenía 34 años, fue la novela "menos entendida". "Mi madre no midió las consecuencias de escribir sobre la conversión íntima al catolicismo –dice el hijo de la autora–. En realidad es una historia sobre rebeldía". Después de La insolación (1963), que tenía que ser el volumen inicial de una trilogía, a Laforet le costó cada vez más dar por bueno lo que escribía. Hasta ahora se creía que el silencio de la autora tenía que ver con la imposibilidad de repetir los resultados de Nada, una novela que Destino reedita ahora con un prólogo de Najat el Hachmi y un epílogo de Ana Merino.

La dificultad de escribir

"Durante mucho tiempo estuvimos convencidos de que tenía fobia a escribir, pero hace poco hablé de mi madre con un neurólogo eminente, Antonio Gil-Nagel, y relacionó los síntomas con el síndrome de Mesulam, o afasia progresiva primaria", explica Agustín Cerezales Laforet. Este "mal neuronal" no "hace perder la capacidad intelectiva ni la afectiva", pero quien lo sufre tiene grandes dificultades para escribir y hablar. "Puede durar hasta cuatro décadas, y coincide con la escritura de Al volver la esquina a mediados de la década de los 60 –recuerda el hijo–. Desde entonces, escribir representaba un gran esfuerzo para mi madre. Los últimos artículos para El País fueron de 1983, y la última carta que escribió fecha de 1988". Laforet tenía, en aquellos momentos, 67 años. Vivió hasta 2004.

"Su problema no respondía a ningún tipo de inhibición psicológica, sino física", asegura Cerezales, que también rebate la idea de que fuera una autora "en perpetua fuga", como se afirma en la biografía de Anna Caballé e Israel Rolán publicada en RBA en 2010. "Los grandes temas de la obra de Carmen Laforet fueron la niñez, la amistad, la mujer, la naturaleza y la idea del espejo –dice Agustín Cerezales–. Un espejo entendido desde una doble perspectiva: cómo te ves a ti mismo y cómo crees que te ven los demás".

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