N-Gage: el sonado fracaso del teléfono consola de Nokia
Un hombre poniéndose un plátano en la oreja, simulando que habla por teléfono; otro que hace como conversación a través de un teclado de ordenador; un tercero que levanta directamente la silla de oficina y se le acerca al lóbulo derecho. En el 2003, sin quererlo, Nokia había creado un fenómeno viral: el sidetalking (hablar de lado). La empresa finlandesa de dispositivos móviles había decidido unir los conceptos de consola portátil de videojuegos y de teléfono en un solo aparato. El resultado, lanzado el 7 de octubre de 2003 con el nombre de N-Gage, no había dejado a nadie indiferente. El dispositivo tenía una pequeña pantalla vertical, acompañada de un teclado alfanumérico en un lateral y de botones de dirección en el otro. Pero lo que había llamado la atención de todo el mundo era que el altavoz y el micrófono para llamar estuvieran en el lateral del aparato.
El efecto era tan extraño que les techies, sin piedad, se apresuraron a hacer mofa y crearon portales web donde compartían fotografías del dispositivo y hablaban de ellos. Y no sólo eso: el fenómeno evolucionó y empezaron a compartir fotografías hilarantes, simulando que hablaban por teléfono directamente a través de objetos de lo más extraños, situados siempre de lado.
Pero analizamos la chapuza. En 2003 Nokia era la reina indiscutible del mercado de la telefonía móvil. Sin embargo, era consciente de que el concepto de smartphone no tardaría en llegar y que, por tanto, tenía que mover ficha. Entonces las consolas portátiles estaban en un buen momento de forma y la empresa finlandesa había decidido explorar ese camino. Más allá de las mofas, al menos durante quince días la N-Gage pareció funcionar bastante bien: el 23 de octubre del 2003 ya se habían vendido 400.000 unidades. Con estos datos, Nokia se animó y calculó que al cabo de un año habrían vendido entre seis y nueve millones, en un primer paso para acercarse a la cifra de ventas de la japonesa GameBoy Advance, que en col colocaba 20 millones cada año. Pero la realidad les estalló en la cara: a finales del 2004 la empresa tan sólo había podido vender un millón.
“El producto era un híbrido que no satisfacía en ninguna de sus dos prestaciones: no era ni un buen teléfono ni una buena consola -dispara Susana Domingo, profesora de estrategia y emprendeduría en la UPF y en la Barcelona School of Management-. Además tenía un diseño poco atractivo y no era muy práctico”, añade. De hecho, más allá de su aspecto estrafalario, la consola tenía varios errores, como el hecho de que para insertar un nuevo juego había que sacar antes la batería, porque el cartucho debía colocarse detrás. A toda prisa, Nokia tuvo que corregirlo todo en una nueva generación de los dispositivos en el 2004. El nuevo modelo ya llevaba el altavoz de las llamadas al frontal y el fenómeno del sidetalking empezó a desaparecer. Pero no fue suficiente para reflotar el producto.
En 2005, con tan sólo tres millones de unidades vendidas, Nokia decidió enterrar la N-Gage. Eso sí, en 2008 recuperó su nombre para bautizar una plataforma de juegos que había creado para sus nuevos smartphones. El servicio también ocurrió sin pena ni gloria, y en el 2010 acabó desapareciendo.
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La lección
Del teléfono consola de Nokia “Nokia intuyó bien que el mercado de los videojuegos crecería exponencialmente pero, si quería competir con empresas potentes y consolidadas como Nintendo o Sony, debería haberlo hecho con un producto que realmente fuera un buen teléfono y una buena consola”, opina Susana Domingo, profesora de estrategia y emprendimiento de la UPF.