Hay mujeres que lo tienen claro desde su uso de razón; otros que saben que no quieren por el motivo que sea. Si lo saben ellas, ¿qué debemos hacer otros? Algunas esperan que el reloj se les active y, cuando se activa, no hay quien las pare; algunos lo hacen porque les parece que toca; hay quien lo intenta y no lo consigue; algunos no lo intentan pero les llega de rebote, y otros que no han tenido opción. Entre el ser madre o el no ser madre existen tantas posibilidades como mujeres en el mundo.
¿Con la edad que tengo, a punto de soplar los treinta y seis, me tocaría ser madre? ¿Qué respondes? Pues seguramente existen tantas posibles respuestas como principios y valores de cada uno. Probablemente, uno de los primeros pensamientos que te ha venido a la cabeza ha sido que sí, que ya es hora, y no pasa nada. Y sí, probablemente si quiero serlo debería empezar a ponerme las pilas. Y sí, pienso constantemente lo que me supondrá ser madre. Y sí, tengo dudas, pero también hay algo que te hace ganas, porque si no ni yo escribiría este artículo ni tú estarías leyéndolo. Seguramente te ha venido a la cabeza que ya toca porque nuestra sociedad nos ha marcado este destino como mujeres, y de eso nos quejamos. No todas queremos, no todas podemos, no todas tenemos como objetivo reproducirnos, no todas queremos renunciar a nuestras vidas para llevar una al mundo, y qué mundo. No es un tema blanco o negro. Los grises importan, y tenemos mucho trabajo que hacer.