Noche de despedidas en Telecinco y TV3

Pedro Piqueras se despide de Telecinco.
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El jueves por la noche, dos hombres televisivos se despedían de la audiencia: Pedro Piqueras desde los informativos de Telecinco y Toni Soler desde elEstá pasando de TV3.

El primero llevaba semanas anunciando su deseo de jubilarse. Y a la hora de despedir el programa como cada noche, aprovechaba para decir también adiós a la audiencia después de cincuenta y un años de profesión y treinta y cuatro en televisión. Empezó en 1988 de la mano de Pilar Miró en Televisión Española.“Ha legado el momento del despedido, solo que esta vez no voy a decirles hasta mañana”. Agradeció su trabajo a compañeros, directivos de la cadena y espectadores. Anunció también la llegada de Carlos Franganillo como su relevo. El informativo aprovechó para poner una fotografía del nuevo presentador para que la audiencia se fuera familiarizando con el periodista que les acompañará a partir de enero. “Me voy como el mejor de los recuerdos, que es el de haber estado con ustedes tantos años. Las deseo tiempos de menor crispación, de más justicia y de más felicidad. Muy buenas noches y hasta siempre”. Un final que conecta con la actualidad que Piqueras ha tenido que explicar en los últimos meses. El propio periodista ha explicado que el impacto de la guerra de Ucrania y el jaleo político español había dilatado su momento de marcharse.

Piqueras se hizo muy popular en Telecinco por su tendencia a la adjetivación, en unos informativos con demasiada afición a la espectacularidad de fenómenos naturales, escenas insólitas y curiosidades del mundo animal. Seguramente, la parodia de cierto tremendismo frenó al propio presentador en esta inercia catastrofista de su narrativa afectada y grave. Sin embargo, en una cadena tan sensacionalista como Telecinco, Piqueras ha sido un ejemplo de discreción y moderación. Se ha erigido en un muy buen entrevistador de políticos, preguntas cortas y pertinentes. Y se ha hecho viral manteniendo cara de póquer cuando el difunto Sálvame no le daba para empezar el informativo. Incluso cuando los personajes más esperpénticos, como Raquel Mosquera o Belén Esteban le arrojaban florecillas en plena crisis de la pandemia. El jueves, inmediatamente después de su"hasta siempre", sin pausa, delicadeza, ni transición, Telecinco enlazaba con la casa de Gran Hermano.

Más o menos a la misma hora, Toni Soler también se despedía delEstá ocurriendo. La incorporación de Queco Novell le ha permitido una desaparición intermitente y progresiva. Una opción continuista y menos arriesgada que apostar por Natza Farré, que habría supuesto un planteamiento más valiente y disruptivo. Soler agradeció a sus compañeros ya la familia su suerte. “Aunque la cabeza y el cuerpo me dicen que toca marchar, yo con el corazón ya echo de menos un poquito. Y como soy un tío con suerte, estoy convencido de que volveremos a vernos, no sé cuándo”. Acabó deseando paz y amor, tuvo un recuerdo por los políticos en el exilio y pidió "que el amor nos gobierne para siempre".

Las despedidas televisivas siempre tienen algo trascendente y emotivo, incluso dramático. La tele se ha erigido en ese recuadro del que parecería que nadie debería querer irse nunca. Pero también hemos aprendido que es una maquinaria que, de un día para otro, enseguida pasa página sin demasiada nostalgia.

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