Naturaleza

El oficio de jardinero: “No es fácil convencer de que no conviene cortar una rama que sobresale”

Seguimos el trabajo de Miquel Fernàndez Roig, un jardinero que apuesta por la sostenibilidad con medidas ecológicas y más respetuosas con el medio

Miquel Fernández Roig trabajando con una planta
Joan López i Casanoves
21/12/2024
5 min

BarcelonaEn un contexto medioambiental como el actual, en el que el planeta está manifestando de forma evidente el impacto de la actividad humana, en el que el cambio climático está amenazando con elevar la temperatura terrestre a niveles insostenibles y en el que, en un ámbito más cercano, apenas el pasado mayo salíamos de la fase de emergencia motivada por un episodio de sequía sin precedentes, son especialmente remarcables iniciativas como la de Miquel Fernàndez Roig (Sabadell, 1974), un jardinero que fundamenta su labor profesional en propuestas como la naturalización y la jardinería sostenible, más ecológicas y respetuosas con el medio ambiente que la jardinería convencional.

La naturalización consiste en reforzar la estructura vegetal de los espacios verdes a base de imitar la naturaleza, es decir, de favorecer los procesos naturales, el enriquecimiento de la biodiversidad y la entrada espontánea de una flora y una fauna útiles que les protege de las males y las hace más autosuficientes. "Los entornos urbanos son medios antrópicos, artificiales, que obligan a las personas que nos dedicamos a la jardinería a intervenir en el desarrollo de las plantas –dice Miquel–. Sin embargo, si lo hacemos el mínimo indispensable y con el mayor respeto posible , la naturaleza misma hace el resto".

Las manos de Miquel trabajando la tierra.
Miquel en una jornada de trabajo.

Esta forma de entender la jardinería supone una ardua tarea comunicativa con la clientela para persuadirlos de los beneficios ambientales que ocasiona. "No es fácil convencer de que no conviene cortar, solo por motivos estéticos, una rama que sobresale", afirma Miquel. "Comprendo que hay veces que no queda más remedio que podar las que estorban, pero incluso en estos casos conviene tomar conciencia de que las especies vegetales no se expanden hacia un punto cardinal u otro por capricho, sino porque encuentran algún beneficio".

Lo mismo ocurre a la hora de elegir las variedades que hay que plantar en un determinado espacio, asunto que también debería depender de criterios estrictamente naturales: variedades autóctonas como las arbustivas –murtra, lentisco, durillo o madroño– son más convenientes que las alóctonas, ya que son más adaptables y resistentes a los períodos de escasez hídrica, favorecen la aparición espontánea de flora y fauna originarias de nuestro entorno y contribuyen inmejorablemente a la autosuficiencia de nuestros ecosistemas.

Miquel arreglando un jardín privado.

En estos equilibrios naturales, los pájaros juegan un papel trascendental. Basta con pasearse un rato con Miquel por alguno de los espacios verdes de los que se ocupa para presenciar cómo, de repente, detiene el paso para levantar la vista hacia el ramaje de algún árbol desde donde llega el gorjeo de algún pájaro. Una vez identificado la especie a través del canto y del plumaje, aprovecha la anécdota para explicarte que aquella colcha ahumada, ese curruca cabecinegra o aquel carbonero vienen al jardín para comerse los frutos de los árboles y los arbustos. Después, te señala algún árbol o arbusto para contarte, con un brillo en los ojos que exuda emoción, que le nacieron allí espontáneamente, producto, muy probablemente, de las deposiciones de alguno de aquellos pájaros.

Sin productos químicos

Uno de los preceptos básicos de la jardinería sostenible es el rechazo a los productos químicos –pesticidas, plaguicidas y herbicidas– por los efectos nocivos que ejercen sobre el medio ambiente, la biodiversidad y la salud de las personas. En espacios naturalizados, la proliferación de desgracias ya es menor de entrada, pero, como no se libran del todo, se apuesta por aplicar medidas alternativas como el control biológico. "Cuanto más rica es la biodiversidad, más autosuficientes y equilibrados son los ecosistemas y, por tanto, más improbable resulta que proliferen plagas en tanto que los organismos depredadores del pulgón acuden ya espontáneamente –dice Miquel–. Eso no quiere decir que no haya ocasiones que me toque esparcir larvas de mariquitas y otros insectos que me facilita un proveedor especializado y que, cuando son adultos, me ayudan a poner las enfermedades a raya”.

Miquel apuesta por productos naturales que favorezcan la biodiversidad.
Miquel apuesta por productos naturales que favorezcan la biodiversidad.

La naturalización también descarta la química en el capítulo de la nutrición vegetal, por lo que Miquel recurre a soluciones ecológicas que constituyen un nuevo reto comunicativo: justificar a la clientela más escéptica el motivo por el que conviene, por ejemplo, repartirlo por el suelo de un jardín la hojarasca resultante de una poda sin levantar sospechas de dejadez. Un procedimiento similar es el acolchado, técnica que "consiste en cubrir el suelo que circunda la planta con un preparado de materia vegetal para proteger las raíces de la radiación solar y para que perdure la humedad". "No deja de ser un sucedáneo del bosque, un recurso para imitarlo, puesto que, en la naturaleza, el suelo nunca se encuentra desnudo". Para obtener el preparado, Miquel pasa por la trituradora restos de ramaje menor, mientras que reserva los troncos que miden más de cinco centímetros de diámetro para la estufa de leña con la que calienta su casa. Es así como se cierra todo un ciclo biológico que refleja el compromiso ecosocial de un jardinero que aprendió a amar la naturaleza "ya de joven –admite–, posiblemente por el contraste de haber crecido en Can Feu", un barrio sabadellense que todavía hoy conserva la estética industrial de la fiebre vallesana del textil del siglo pasado.

Las herramientas de trabajo de Miquel.
Miguel mirando una de las plantas de un patio.

Otra técnica para aprovechar los residuos vegetales en favor de la autosuficiencia es el compostaje, gracias al cual "no sólo me ahorro el gasto que me suponía antes la gestión de los residuos de los jardines, sino que saco partido para alimentar árboles y plantas , y así no necesito recurrir a fertilizantes químicos". Efectivamente, en el fondo del taller de Miquel, en un patio descubierto donde también tiene una cantera, unos sacos hacen la función de compostador; los desechos vegetales que genera la actividad profesional se van descomponiendo por la acción de gusanos, papaorejas y otros organismos vivos hasta que se convierten en abono orgánico.

En cuanto a la cantera, Miquel hace crecer plantas jóvenes que le han nacido en alguno de los jardines de los que se encarga. Cuando considera que no prosperarían en el lugar originario, lo cuida en la cantera hasta que las considera aptas para ser replantadas. También hay sitio para plantas que no acaban de desarrollarse allí donde están y que requieren atención específica durante un tiempo. Los casos más frecuentes proceden de los proyectos de naturalización que Miquel tiene en marcha –los tres en Sabadell– en la Escola Catalunya y el Institut Vallès, que comparten espacios exteriores, y en la Escola de Can Llong, donde es fácil que los juegos infantiles y juveniles –el impacto de pelotas, por ejemplo– estropeen la vegetación más joven y frágil. En la Escola Catalunya, además, hace charlas en las que explica a los niños cómo trabaja y aprovecha para inculcarles la conveniencia de que todos nos impliquemos en la preservación del planeta. "Trabajar en estos centros educativos me permite satisfacer cierta inquietud pedagógica y sentir que estoy transmitiendo un legado en forma de cariño por el patrimonio natural", confiesa.

stats