Ni un día en casa

Pacu-Pacu: la tribu perdura

Una de las siete tribus de Llançà sigue dignificando una villa que en gran parte es reconocida por su pesca y por su gastronomía

La Fina Barris fotografiada con un cabello en la mano en el antiguo astillero del maestro de ribera Isidre Fabrega Bosch que todavía conservan detrás del restaurante.
  • Dirección: Paseo Marítimo, 5, 17490 Llançà
  • Carta: Cocina equilibrada de mercado
  • 'Must': Rodaballo a la parrilla
  • Vino: Carta de proximidad
  • Servicio: profesional y cercano
  • Local: Sala y terraza con detalles marineros
  • Precio por persona: 55 euros

Estamos frente a la playa de Llançà, en los antiguos astilleros de uno de los puertos pesqueros más importantes de nuestro país, donde encontramos el restaurante que dirige Frank Fàbrega. En 1970, el tío Paquitu decidió montar un bar para el verano. En honor de su padre Franciscu y, en el propio, decidió llamarlo Pacu-Pacu.

Después de un período en el que la familia había cedido la gestión del negocio, en 1988 Frank y su madre decidieron recuperarlo. Empezaron con una cocina casera clásica de chup-chup en invierno y una propuesta de platos combinados para pasar el verano. Poco a poco la cocina fue evolucionando hasta el momento en que Frank decidió que no era compatible que en una mesa se estuvieran comiendo un plato de gambas frescas y en la mesa de al lado un lomo con queso y patatas fritas. Es a principios del siglo actual cuando la carta empieza a reflejar el talante que se mantiene en estos momentos. Este hecho coincide con la incorporación de Manolo Macias Lolo como responsable de los fogones. Una combinación equilibrada de guisos propios de la cocina catalana, carne de proximidad y una oferta de pescado y marisco fresco proveniente de la lonja de la villa son la base de la carta de un restaurante de renombre en la comarca.

Intentamos conocer al máximo la propuesta de Pacu-Pacu. Empezamos con unos tomates con ventresca y unos calamares a la romana muy bien hechos. Sabemos que los callos sólo están a la carta hasta San Juan, pero nos hacen el favor de dejárnoslos probar. Pese al calor que hace, es un placer gozar con un plato tan glorioso. Nos acompaña una botella de Bonfill, garnacha y cariñena tinta del Celler Arché Pagès de Capmany. Un gran vino del Empordà.

Nos sirve Fina Barris, esposa de Frank, conocedora del oficio y con una sensibilidad artística que se manifiesta con los cuadros que adornan el restaurante. Los segundos serán compartidos. La lonja de Llançà y sus pescadores merecen que enaltecemos su trabajo zampando unas extraordinarias gambas y un rodaballo recientemente pescado. Más fresco imposible. Las gambas están en su punto, más crudas que hechas, y el rodaballo se nos presenta entero con todos sus matices intactos. Los postres son caseros: pastel de queso, crema catalana y requesón de Peralada con miel.

Excepcionalmente, renunciamos al gintónic en beneficio de un limoncello hecho con los limones de la casa solariega de los abuelos de Fina. Miquel, padre de Fina, cuida de los árboles frutales y de macerar los limones con alcohol de 45 grados. ¿La receta? Siete semanas sin luz, rebajar el alcohol, azúcar y todo bien mezclado. ¡El resultado es excepcional!

Hablamos con Frank Fàbrega, nieto e hijo del maestro de ribera de Llançà (artesano que crea y construye embarcaciones). "Queremos que el cliente salga contento ofreciéndole el mejor producto y teniendo mucho cuidado con la relación calidad-precio. La clientela es mayoritariamente del país y valora nuestro trabajo".

Del abuelo y del padre heredó la pasión por el mar y del tío la responsabilidad del oficio. Una de las siete tribus de Llançà sigue dignificando una villa que en gran parte es reconocida por su pesca y por su gastronomía.

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