EDITORIAL

La política lingüística del nuevo Gobierno

Francesc Xavier Vila
16/08/2024
2 min

Una de las grandes sorpresas de la configuración del nuevo gobierno de Salvador Illa fue el nombre de la persona que ha pasado a ocupar la consejería de Política Lingüística, uno de los compromisos acordados con ERC en el pacto de investidura. El escogido fue Francesc Xavier Vila, que ya era secretario de Política Lingüística, y por tanto el encargado de dirigir esta área bajo el gobierno de ERC. Vila es un independiente de prestigio, uno de los sociolingüistas más reconocidos del país y un auténtico experto en la materia, por lo que el nombramiento debe ser forzosamente valorado de forma positiva. Además, envía un mensaje de continuidad a una de las políticas más delicadas para cualquier ejecutivo catalán y neutraliza el temor a un cambio de dirección. Isla, por tanto, es fiel al pacto con ERC ya su compromiso de no desmontar lo que, desde la oposición, consideraba que el gobierno de Pere Aragonès estaba haciendo bien, por ejemplo en el ámbito de la cultura. De ahí que la nueva titular de este departamento sea también un excargo del anterior ejecutivo, sin carné, y experta en patrimonio y museística: Sònia Hernández.

Precisamente esta continuidad, y algunos gestos como el de utilizar sólo el catalán en el debate de investidura, le han valido a Isla las críticas de entidades españolistas como Societat Civil Catalana y otros, que le acusan de haber protagonizado un "giro nacionalista" y de olvidarse de las promesas que les hizo. Resulta curioso, en este sentido, que desde el lado independentista el ANC también lance ataques furibundos contra el nuevo ejecutivo. Evidentemente todo puede ser objeto de crítica, pero sería injusto no reconocer que el nombramiento de Vila es una buena noticia para el catalán.

En todo caso, esperamos que Salvador Illa mantenga el rumbo en este ámbito y no se deje intimidar por las críticas que seguro recibirá, desde dentro y desde fuera de Catalunya. La lengua catalana se encuentra en una situación de fragilidad y necesita no sólo recursos sino impulso e iniciativa política. No se trata de despreciar o ir en contra del castellano, sino simplemente subrayar que la lengua propia de Cataluña es el catalán, y que ésta debe funcionar como un elemento de cohesión social. Y, por tanto, es necesario actuar en aquellos ámbitos donde se encuentra en inferioridad para reequilibrar la situación. Será interesante ver cómo gestiona Isla este ámbito concreto, y qué efecto tiene sobre la sociedad. Uno de los problemas del Proceso es que el españolismo intentó vincular la lengua catalana a una ideología determinada, el independentismo, lo que actuó como un freno eficaz de la normalización.

Podemos estar de acuerdo en que con un estado propio Cataluña estaría en mejor disposición para proteger su lengua (como la mayoría de estados, por cierto), pero sería un error que la lengua fuera percibida como una opción ideológica, porque esto sólo puede ir en detrimento del catalán. Desde aquí queremos alentar al conseller Vila a ser exigente en el cumplimiento de los acuerdos, ya impulsar una política lingüística ambiciosa, sin cometer errores del pasado y adaptándose a las nuevas realidades.

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